Capítulo 40. "Un cumpleaños diferente"

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Astrid repasaba lo que había escrito en su libreta, todo estaba casi listo. El jardín había sido apartado para la fiesta gracias a Jane, Lonnie iba a encargarse de la música para a fiesta, Ben había ordenado con  Terrence diversos aperitivos en El Palacio de Tiana que llegarían el viernes por la tarde y que guardarían en la cocina de la escuela toda la noche para lo que Mal haría un hechizo para que nadie pudiese verlos excepto ella Evie y ella, Audrey se encargó de conseguir las decoraciones, y por ultimo Peter, Dan y Pearl decidieron repartir las invitaciones de la fiesta sin que Carlos se enterara.

Cosa que les resultó bastante bien.

Ahora solo tenían que esperar hasta el sábado en la mañana.

La princesa entonces la cerró y se paseó unos segundos por su habitación, tenía que pensar que regalo iba a darle a Carlos de cumpleaños, Ben le había comprado unos videojuegos nuevos, Evie le había hecho una correa para Chico, Jay le compró unas barras de chocolate, y Mal le consiguió un reloj nuevo. 

¿Pero que podía darle ella a él como un regalo?.

Pensó en varias cosas, pero ninguna le llegó a convencer lo suficiente.

Entonces, la castaña recordó hacía dos días lo ocurrido con Harriet en el gimnasio. La pregunta de ella, cuando le preguntó si Carlos le gustaba a la princesa de manera romántica, fue cuando le tomó con la guardia baja y ella perdió.

Recordar aquello le ponía los pelos de punta. Astrid no había querido admitirlo ahí, de hecho, no había querido admitirlo desde antes.

Pero Harriet tenía razón en una cosa. Pero aunque la princesa pudiese admitirlo aahora aún no estaba lista para decirlo en voz alta.

La chica volvió a dar una vuelta por su habitación, con la punta de sus dedos tocando su boca pensando y pensando que podría hacer.

Este debía ser un cumpleaños diferente, uno que hiciera que Carlos cambiara su opinión al respecto de la celebración. Eso era lo que se habían propuesto ella y sus amigos, y estaban dispuestos a cumplirlo.

La princesa entonces recordó lo que había dicho los chicos la primera vez, acerca del año pasado, Carlos había actuado diferente a pesar que estuviera atrapado en la isla de los perdidos, con su madre dándole órdenes y toda la cosa.

Eso entonces la llevó con su primer sueño compartido, estaban en la parte favorita de ella en todo Auradon, aquel lugar que había encontrado cuando se había escapado del castillo hacia dos años. Donde tuvo un intercambio de palabras con el hada azul, todavía podía recordar lo algo rara que había sido.

En ese sueño ambos estaban en un picnic, Astrid extrañamente podía recordarlo a la perfección, como de si un recuerdo se tratara.

Un recuerdo. Pensó ella, pero no podía ser un recuerdo ya que no lo habían vivido realmente.

No aún.

La idea entonces pasó por su mente, y era eso. Eso era lo que podía regalarle, un buen recuerdo vale más que nada, es lo que solían decir muchos en Auradon. La castaña sonrió, definitivamente eso haría.

Levantó su teléfono de mesa junto a su cama, y esperó a ir alguien atendiera.

—¿Diga? —preguntó una voz con tono francés del otro lado de la línea.

—Lumiere... —dijo la princesa— Necesito que hagas algo por mi...

***

El chico de cabellos blancos y negros se despertó ese fin de semana sintiéndose extraño. Poco a poco empezó a abrir los ojos y cuando su vista se aclaró, vio que Jay lo miraba con una sonrisa.

La princesa de Auradon [Descendientes/Carlos De vil] LPDA1Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu