Capítulo cuarenta y uno: El arbol genealogico

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Cada vez que atravesaba una puerta era un mundo diferente. Al salir de el salón donde se celebraba la cena de Navidad me di cuenta de que no estábamos ni la cuarta parte de lo que abarcaba toda la edificación.
Dejé que Alec me condujera a través de el confuso laberinto con largos pasillos que parecían no tener fin; puertas de madera sofisticada con aire misterioso, y anchas escaleras tapizadas con alfombras de color dorado oscuro. Luego de teletransportarnos, el chico no había soltado mi mano para nada, su agarre era firme, como si fuera una niña que empezaría a correr cuando viera un objeto brillante. No era que me molestara, de hecho, solo podía pensar en la calidez que emanaba de su palma.

- ¿Tienes idea de a donde vamos?-jadee, el subir y bajar escaleras con tacones me había dejado exhausta. No quería dar otro paso. Me recargué contra la pared, tomando grandes bocanadas de aire para llenar mis pulmones.

Se limpió el sudor con el dorso de la mano y se deshizo del saco que le impedía moverse, el moño lo perdió hace tres pasillos. 

- No puedo llevarnos hasta allá, el camino esta lleno de encantamientos para seguridad y son algo difíciles ...-ladeó la cabeza meditando sus palabras.-No es que dude de mis habilidades pero tampoco quiero arriesgarnos a aterrizar en el Río Durembo... ¿Te encuentras bien?

Una gran pila de respuestas sarcásticas se alinearon en mi lengua como un en un tablero de ajedrez, pero lo único que dije fue-: Estoy cansada.

Arqueó las cejas con un gesto de vacilación.

- Supongo que descansar unos minutos no le hará daño a nadie.

Dejé escapar un suspiro de alivio . Quizá no era un buen momento para detenerse, pero si no lo hacia probablemente me desmayaría por todo el esfuerzo. Diablos, enserio debo hacer alguna actividad física. Me deslicé de espaldas por la pared hasta quedar sentada abrazándome las rodillas ¿Que alguien me diga quien se ejercita en Navidad? Si hay alguna en el mundo debe estar muy jodida para hacerlo... Esto no se siente nada bien ¿Dónde está el pino? ¿Y los regalos? No es Navidad sin regalos, aunque hay personas que digan que lo importante es el amor y la buena voluntad, estoy segura de que en fondo aman los obsequios por los días comerciales.

- ¿Qué pasa si nos quedamos toda la noche aquí y no nos presentamos a la famosa reunión?-me muerdo el labio- ¿Nos reñirían?

Su rostro esbozó una amplia sonrisa.

- Por favor no me tientes.-jugó con el dobladillo de su chaqueta- daría mi pulgar izquierdo por faltar a esa ridícula junta pero ya me he saltado bastantes, Cam prometió afeitarme las cejas si volvía a hacerlo.

- ¿No es la primera vez que vienen Sarah y tú?

- Es la primera vez que venimos con público y nos elogian, pero ya habíamos venido antes... A capacitarnos con verdaderos maestros, no el idiota de Max.

- Te recuerdo que a mi me enseña ese idiota.-dije lanzándole un pasador de mi cabello. Rebotó en su frente haciéndolo parpadear de una forma graciosa.

Puso los ojos en blanco mientras reía.

- Ya te dije que yo podría enseñarte, seria mas divertido ¿Recuerdas la ultima vez...?

El jugueteo cesó. Sentí como las facciones de mi rostro se transformaban: labios en una fina línea, dientes apretados, y mirada sombría. Ese día comenzó perfecto, fuimos a desayunar, después a ese edificio abandonado, levanté cosas en el aire durante horas, reímos... Y luego se largó a hacer quien sabe que con Mónica.

Las joyas del tiempoWhere stories live. Discover now