Capítulo 6: Secuestro

808 61 9
                                    

El aire olía como a hierba buena y tabaco. Estaba consiste pero no podía moverme ni despertar de mi parálisis mental, era desesperante. Percibía todo lo que había a mi alrededor; la luz del sol en mi cara, el fuerte viento volándome los cabellos haciendo que cayeran sobre mi boca, y una suave y grande mano apartándolos con sumo cuidado.

Abrí los ojos con pesadez, estaba en el asiento delantero de un coche y junto a mí venía el sujeto de la cafetería. Conducía con música a todo volumen, la capota abajo haciendo que casi me atragante con los insectos y las hojas rebeldes que volaban justo para estamparse contra mí. El chico venia tarareando la canción con ambas manos en el volante y una pose despreocupada.

- ¿Dónde estoy? - pregunte parpadeando para adaptar mis ojos. Había dormido en una posición incómoda... ¿Cuando me quedé dormida? ¿Quién es él? Mi garganta y mis miembros doloridos no me dejaban formular las preguntas en el tono que quería, ni actuar como debía.

Me miró por encima de su cigarrillo con una expresión que no supe descifrar.

- Tienes el privilegio de estar en mi auto - respondió soltando una bocanada de humo. - ¡Gózalo!

Ahora se por que huele a tabaco.

Me sentía mareada, como si me hubieran anestesiado. No se si era por la falta de sueño, o si el chico me hizo algo, peor no puedo moverme como quiero, en estos momentos ya hubiera saltado por la ventana como una suicida.

- ¿Quién eres? - mi voz sonaba tenue, como un susurro de una persona moribunda.

No respondió.

- ¿Por qué me secuestraste?

- No te secuestre, estoy reclamando propiedad del consejo que jamás habría venido por voluntad propia...

- Para el auto - dije con voz calmada y la cabeza apunto de reventar - he dicho...

- Te escuche.-espetó con desagrado.-pero no pienso hacerlo ¿tienes la menor idea de lo que me costo dar contigo, niña? -preguntó negando firmemente con la cabeza.- En esa maldita escuela no tienen nada de organización ¿y que iba a saber yo que eras una cerebrito y estabas dos cursos adelantada?- comenzó a parlotear, el molesto sonido de su voz hacia que me doliera la cabeza. Era como estar cruda pero sin haber disfrutado el día anterior.

Me incorporé del asiento con lentitud y de inmediato me arrepentí de hacerlo. Estaba tan mareada que sentí que en cualquier momento caería sobre la fina tapicería de cuero. Mire el paisaje; colinas verdes descoloridas y monte... Estábamos en la carretera a mitad de la nada.

Revisé mis bolsillos y todavía conservaba mi teléfono, el pequeño objeto se deslizaba entre mis manos como si fuera agua. Mi cuerpo no me estaba respondiendo correctamente, las piernas las tenía como gelatina.

- ¿Qué me hiciste?-lo reté con un poco mas de firmeza en mi voz.

- Se le llama "manipulación de seres vivos" - dijo el chico con aires de presunción - Si te portas bien, algún día también podrás hacerlo.-sé aventuró a decir como si fuera una niña pequeña.

De pronto sentí como si me aplastaran las cienes con fuego. Mi cabeza palpitaba desde él interior, era una sensación horrible y estaba muy segura de que él era el causante.

- Has que pare- me quejé con la voz entre cortada - ¡Ah!

Al ver que estaba apunto de caerme de lado, el tipo frenó el carro de una manera brusca y cuando menos pensé el estaba junto a mí, sus ojos azul marino me estructuraron con ¿preocupación?

- Llamare a la policía- balbucee la amenaza más patética que se me ocurrió en ese momento.

Sonrío de medio lado.

Las joyas del tiempoWhere stories live. Discover now