Capítulo 12.

3.1K 283 6
                                    

Eran las tres de la mañana. Draco acompañaba a Hermione, Hermione acompañaba a Harry y Harry acompañaba a Ginny. Todos los demás se habían ido hace más o menos una hora. Vendrían al día siguiente para que el pelinegro, la castaña y el rubio pudieran irse. No les había quedado más remedio que aceptar pues Harry y Hermione no pararon de insistir en quedarse en la habitación junto a la pelirroja que aún no había despertado. Pero era mejor así, porque cuando se enterase que había perdido su bebé le podría pasar cualquier cosa.

Los tres se encontraban en la habitación de Ginny. Harry se encontraba a su lado sentado en una silla. Y Draco y Hermione estaban en un pequeño sillón de dos plazas. Les habían dejado quedarse a los tres porque el rubio pagó para que les dejasen, pues sabía que la castaña quería quedarse, y él le acompañaría, pues sabía que realmente estaba sufriendo ¿Por qué le pasaban tantas desgracias a una chica que era un cielo? Era una chica... simplemente perfecta, no era mala en ningún sentido, pero aun así algún dios allí arriba le estaba haciendo la vida imposible a la chica que tanto luchó para encontrar la paz.

Hermione a esas alturas estaba acurrucada en Draco. Estaba con la cabeza en su hombro, pasándole un brazo por encima y muy pegada a él. Ambos totalmente eufóricos, pero supieron disimularlo muy bien. Draco tenía la mano tras su espalda, subiéndola y bajándola dándole tranquilidad a la chica. Eso le calmaba. Intentaban, aunque fuese dormir una hora, pero sus pulsos nerviosos no se lo permitían. A parte la preocupación no les permitía siquiera cerrar los ojos.

Realmente Draco sentía pena por la pareja. Nunca había visto al magnifico Harry Potter en ese estado, incluso cuando un loco desquiciado sin nariz quería matarlo y empezar una gran guerra. Todo el odio que alguna vez sintió por él se esfumó y fue sustituido por pena y lastima hacia él. Un Harry Potter que tuvo que madurar antes de tiempo y que ahora se encontraba completamente destrozado, cogiendo de la mano a su prometida pegándola en sus labios y mirándola con angustia y lágrimas en los ojos.

La pelirroja tenía cara de estar en un hermoso sueño, pero esa cara cambiaría a la de una auténtica pesadilla en cuanto despertase. Nadie sabía cómo reaccionaría ella, pero lo que era seguro era que no reaccionaría de muy buena manera.

Ginny se encontraba caminando por un interminable sendero. Había muchos tipos de flores por todos lados, era como estar dentro de un cuento de hadas.

No sabía cuánto tiempo había estado caminando y admirando el paisaje, pero logró saber que no era poco. Podría haber estado segundos, minutos... Pero con certeza sabía que se trataban de horas. ¿Porque aún no despertaba? ¿Pasaba algo malo? No sabía que pasaba exactamente, pero en el interior de su estómago sentía un terrible vacío, lo que indicaba que algo no muy bueno estaba sucediendo en la realidad. La verdad era que no sabía lo que había pasado, lo último que recordaba era que se encontraba haciendo el último entrenamiento para su último partido en las Arpías de Hollyhead. Después se retiraría definitivamente por su embarazo y por su pronto casamiento. Pero... algo no encajaba.

Siguió caminando instantes más, hasta que llegó a un lago de aguas claras. había rocas a su alrededor y pequeños animalitos alimentándose del agua del limpio lago, no reconocía el lugar, pero aun así se sintió como en casa allí. Se sorprendió al ver que una figura se aparecía encima de una de las rocas que se encontraban cerca del lago.

– ¿Que...? – Dijo la pelirroja sin acabar la frase. Pero se sorprendió cuando la figura se dio la vuelta. La figura desconocida sonrió al verla.

– Bienvenida a mi lago. – Dijo la mujer.

– ¿Herms? – Preguntó dudosa acercándose a ella.

– Soy Hermione, pero no la que crees. Yo soy la Hermione de otro mundo, un mundo paralelo al tuyo, pero no son mundos tan diferentes... Yo soy tu ángel guardián. Me han asignado para protegerte, cuidarte y ayudarte con los sucesos de tu vida. – Explicó la hermosa chica mientras desplegaba sus alas y se bajaba dócilmente de la piedra. Acercándose a ella y tendiéndole la mano. Ginny dudó un momento, pero finalmente la tomó. El ángel la condujo a un tronco que había justo en la orilla. Se sentaron y el ángel hizo unos movimientos con las manos, mientras que del agua salían espirales hermosas, transformándose en imágenes.

My Guardian AngelWhere stories live. Discover now