My Guardian Angel

Capítulo 11.

Habían pasado exactamente dos semanas desde aquel día.

Draco y Hermione intentaban actuar con indiferencia, como si nada hubiese pasado días antes. Pero... todo quedó en eso, en un intento. Ninguno podría actuar con indiferencia ante el otro después de haberse dado cuenta de que había sentimientos de por medio aparte de aquel beso que deseaban poder repetir lo más pronto posible.

La castaña había leído sobre esto en muchos libros que tanto consumía anteriormente, eso que describían como "Mariposas en el estómago" es lo que sentía cada vez que veía al rubio, y lo que sintió cuando sus labios conectaron. Aunque no sólo sus labios conectaron.

No sabían de que estaban hechas las almas, pero las suyas eran una sola.

Ella sabía con más certeza de la que debería que estaba empezando a sentir algo muy fuerte por el hermoso rubio. Pero su mente quería negar lo que su corazón ya sabía. Ella... estaba enamorada de quién menos imaginó algún día.

Él... bueno, él no sabía aún que era lo que pasaba por su rubia cabeza. Lo único que sabía era que con ella sentía algo que no había sentido nunca, algo que ni siquiera sabía. Para él todo era un misterio. Hermione Granger era un misterio.

Para ese entonces Hermione ya era la mano derecha del ministro. Había recibido la carta de Percy días después de que le fuese a visitar. Ella amaba trabajar y ese era un buen trabajo, además tenía un buen sueldo y era una distracción, quería evitar pensar en Draco Malfoy, una persona que se metió en su vida y su corazón como menos pensó alguna vez.

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Era un día como otro cualquiera, Hermione Granger recogía sus cosas, pues su horario de trabajo había finalizado. Percy ya no necesitaba de sus servicios ese día. Salió de su despacho e iba por los pasillos saludando a gente que conocía, las cuales eran bastantes. Llegó a la zona de las chimeneas y las miró atentamente. No sabía si ir directamente a la mansión, quería estar sola, incluso sabiendo que estando sola se derrumbaría y se deprimiría al pensar en muchas cosas. Ya había pasado algún tiempo de la muerte de sus padres, pero era algo difícil de olvidar para cualquier persona. Quitando el fallecimiento de sus padres también estaba lo que pasaba con Draco y los estragos que aún quedaban de la guerra. Gracias a sus amigos había podido apagar un poco el dolor, pero parte de él seguía ahí.

Al final optó por no cogerlas, daría un largo y tranquilo paseo hasta la mansión. Entró en una de las cabinas telefónicas del ministerio y llegó a una calle cercana a Hogsmade. Tras doblar un par de esquinas y caminar unas cuantas calles, salió a Hogsmade, donde muchas personas hacían sus compras. Los niños y adolescentes compraban sus materiales para su ingreso a Hogwarts en compañía de sus padres, pues el castillo estaba recién restaurado.

Otra gente sólo paseaba alegremente al ver que todo había vuelto a ser lo mismo que antes. Pero ella no estaba tan alegre como todos ellos, quizás por eso destacaba, era como un dementor en medio de un verde jardín lleno de flores, pero estas flores no se ponían mustias. Ojalá pudiera ser como alguna de esas flores. Pero muchas cosas se lo impedían. Es cierto que estaba mejor, pero no del todo. Algunas heridas tardarían en sanar.

Salió de Hogsmade y se encontró con la casa de los gritos, la cual se había reformado y ahora era un museo, que contenía muchos amuletos y figuras poderosas. Ahora solo tenía que pasar el bosque prohibido. Después de la guerra, la relación de centauros y magos era diferente, había como una especie de tregua entre ellos para garantizar la paz, pues ya habían tenido bastante guerra en sus vidas.

Aparte habían puesto senderos y carteles para saber a dónde ir y no perderte. La idea fue de Luna, dio la idea luego de llegar tarde al trabajo y explicar que fue porque se perdió en el gran bosque. Y pues... Los pusieron, pues no era la única persona que se perdía. Mucha gente tenía que pasar por el bosque para hacer diversas cosas.