Capítulo 7

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Cuando Hermione terminó de colocar sus cosas en el vestidor que tenía en su habitación, se metió en el baño que había en su nueva habitación.

Entró por primera vez al baño y se quedó muy asombrada con lo que vio. Delante de sus ojos estaba el baño más lujoso que hubiese tenido el placer de ver durante toda su vida. El baño tenía jacuzzi, un plato de ducha aparte y demás. La habitación era de cristal y mármol. Y Hermione lo adoró.

Luego de colocar unas sales de baño que se encontraban en el baño se quitó la ropa y se metió en la bañera, respiró profundo y cerró los ojos. Pero maldijo el momento cuando todo lo que había olvidado por un instante enseguida vino a su mente a la velocidad de la luz. Y lloró, porque realmente necesitaba hacerlo, porque ya no podía soportarlo más...

Luego de una media hora en la que recordó más cosas de las que hubiese querido, salió de la bañera, se enroló en una toalla y se metió directamente al vestidor para ponerse una ropa cómoda. Tras colocarse unos pantalones cortos vaqueros y una camisilla, se peinó y salió de la habitación para explorar, pues no sabía dónde se encontraba el chico y tenía mucha hambre.

Recorrió muchos pasillos, y la verdad era que se sentía muy perdida, esa casa parecía un completo laberinto, aunque eso es lo que tienen las mansiones ¿No?, pasillos y habitaciones interminables y grandes y todo se parecía tanto que no podías saber si ya habías pasado por ese lugar.

– ¿Te perdiste? – Dijo Draco detrás suya haciéndole pegar un salto por el susto.

– Me has asustado. –Dijo poniéndose una mano en el pecho y mirándole con los ojos muy abiertos, mientras que él, tenía una sonrisa de pura diversión.

– Te pasará durante algún tiempo. Por eso te he asignado a un elfo.

– ¿Un elfo? ¿Todavía hay elfos aquí? –Preguntó ella dudosa.

– Si, pero tienen condiciones de vida diferentes. Además, muchos no querían irse. – Le calmó.

– Oh de acuerdo.

– Sólo tienes que decir Blinny y aparecerá la que será tu elfina. – Explicó el.

– ¿Desea algo amo? – Preguntó Blinny, que enseguida apareció cuando escuchó su nombre.

– A partir de ahora también servirás a la señorita Granger Blinny. dile a los demás que hay una nueva ama en la casa.

-Si señor Malfoy. Señorita Granger.- Dijo despidiéndose mientras hacía una reverencia y desaparecía.

– Gracias. – Agradeció él antes de que la elfina desapareciese.

– ¿Entonces cuando?

– ¿Cuándo que Hermione? – Preguntó él extrañado.

– ¿Cuándo empezaremos a cambiar esto? – Volvió a preguntar la chica haciendo sonreír al rubio por su impaciencia.

– Pues cuanto antes mejor, supongo que después de comer podemos empezar, ya he mandado a preparar la comida.

– De acuerdo. – Dijo ella.

Salieron del pasillo y Draco le llevó al salón. Se sentaron en el sillón y se miraron, sin saber exactamente que decir o hacer.

-Draco, creo que se me había olvidado darte las gracias. - Dijo ella agachando la mirada.

– No, no lo has olvidado, ya me las has dado varias veces. – Dijo el sonriendo a la castaña y tomándole de las manos.

– Siento que no será suficiente con eso. – Dijo mirando sus manos unidas. Le gustaba el contacto del rubio. Eran unas manos más grandes que las de ella, lo que le transmitía más calor, y con ello, más calma.

– Ya lo es. Ya te dije que para mí no es molestia. Creo que soy una de las pocas personas que entienden tu situación.

– No, no eres uno, eres el único que lo hace. - Dijo ella mirándole directamente a los ojos mientras una lágrima caía por su mejilla. Una lágrima que él enseguida secó con su pulgar.

– No llores, tranquila. –Dijo él colocando ambas manos a los lados de su cara.

– Supongo que no lo puedo evitar. – Dijo encogiéndose de hombros. Entonces, como si los dos hubiesen pensado los mismo se miraron fijamente, miraban los ojos y los labios del otro, e inconscientemente se fueron acercando poco a poco. Sus rostros estaban a pocos centímetros...

– Señor Malfoy, la comida ya está hecha y servida. – Dijo entrando inesperadamente una de las elfinas. Separándoles de golpe. ambos estaban algo avergonzados. Draco no supo por qué se levantó de golpe del sillón.

– Gracias Elmira. – Agradeció el rubio a la elfina que a continuación se marchó.

– ¿Vamos a comer? –Le preguntó él a una avergonzada castaña que miraba para otro lado, pues tenía un rosa muy chillón en sus mejillas.

– Por supuesto. – Dijo ella levantándose del sillón y situándose al lado del rubio. Draco la condujo por un pasillo largo lleno de diversas habitaciones. Y al fondo había una gran puerta de madera que conducía a un colosal comedor con una larga mesa para al menos 20 comensales.

Draco se sentó en uno de los extremos de la mesa y Hermione se sentó en uno de los asientos de al lado suyo. Comieron en silencio, intercambiándose miradas disimuladas y pensando en lo que había estado a punto de pasar. Los dos admitían que se habían quedado con las ganas de ese beso.

Luego de comer y de que se recogiera la mesa, planearon que iban a cambiar.

–Tu vete cambiando el salón y ponlo a tu gusto, yo cambio la casa por fuera y los jardines. – Le dijo Hermione.

– De acuerdo. – Dijo el. La castaña salió de la casa y se puso a trabajar con la varita. Porque si, lo harían con varita.

Pocos minutos después la mansión parecía otra. Hermione había decidido ponerle un color blanco a la casa, y ya no daba mal rollo. Los jardines tenían flores de muchos tipos y una fuente muy bonita que la chica había encontrado inutilizada. La casa estaba hermosa.

Luego, el salón estaba elegante a la par de bonito y diferente, ahora me entraba más luz gracias al cristal que había puesto. La sala consistía en cristal y cuero blanco.

Las mazmorras fueron eliminadas, en su lugar habían construido una zona más habitable para los elfos. La cocina la pusieron de mármol y madera clara.

Luego se fueron a las plantas superiores para cambiar las habitaciones que estaban abandonadas o deterioradas, las cuales eran bastantes.

Cerca de dos horas después ya habían terminado la casa. Y no parecía la casa de los Malfoy en la que se refugió el señor tenebroso, era la casa de ensueño de cualquier persona, ya sea muggle o de raíces mágicas.

Draco se encontraba en su cama con las manos bajo la cabeza pensando lo que había estado a punto de pasar horas antes. ¿De verdad había estado a punto de besarse con Hermione? Simplemente no podía creerlo.

Sin darse prácticamente cuenta se asomó por el balcón de su habitación y la vio. Ella estaba sentada en el césped rodeada de flores con un libro en la mano. Se veía como un ángel. Decidió no pensar esas cosas y volvió a entrar y se fue a la oficina que ahora era suya y no era la misma de antes. Ya que tenía solucionado el problema de la casa y ya no tenía más nada que ver con los jueces, se centraría un poco más en sus empresas de familia. Tenía que hacer muchas cosas con ellos.

Hermione mientras tanto intentaba leer su libro favorito. Romeo y julieta, pero no estaba muy centrada, había algo que le inquietaba y le ponía nerviosa, o más bien alguien.

My Guardian AngelWhere stories live. Discover now