VC: Capítulo once

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- Ya veo... no tengo nada que decir, ya dije que los perdoné a todos, chicos. Es cierto que me duele el hecho de que no confiaron en mí. Sin embargo, ya no les guardo rencor, les perdono; y que quede claro que esto, no lo hago por ustedes, lo hago por mí, para quedar poder cicatrizar la herida, ¿entienden lo que quiero decir? La herida sana, pero la cicatriz quedará ahí.

- Entonces... - trató de hablar Gray.

- No, Gray, no; las cosas no volverán a ser como antes, digo, por mi parte sería incomodo volver a ser un equipo, incluso el confiar en ustedes se me haría difícil, así que prefiero dejar las cosas fluir, si algún día puedo volver a confiar en ustedes, me gustaría volver a ser un equipo - sonreí, él también lo hizo - además no estaré en el gremio por un tiempo - me obligué a mantener la sonrisa, aunque esta vez era falsa.

- ¿A dónde vas? - habló por primera vez Natsu.

- Eso no es lo importante, dime, Natsu, ¿por qué no le das una oportunidad a ella? - señalé un arbusto, del cual salió Lisanna sonrojada; Natsu también se sonrojó. Reí - bueno, bueno, después resolverán eso ustedes.

- Sí...

- Y tú, Wendy... ¿no me pensabas decir que empezaste a salir con Romeo?

- ¿C-Cómo lo sabes? - preguntó el pequeño tomate.

- Secreto de maga estelar - le guiñé un ojo - hacen una pareja fantástica, le deseo lo mejor a ambos - suspiré y miré hacia todos los presentes - chicos, mi tiempo se acaba, les pido que me dejen hablar con Lisanna - todos me miraron confusos, menos Lisanna, quien me miro triste, ella lo sabía. Sonreí un poco, tratando de tranquilizarlos, y funcionó, ya que se marcharon.

- Lucy.

- Lisanna - la nombrada se lanzó a mis brazos, llorando.

- Por favor, quédate - dijo entre hipidos - no me dejes de nuevo.

Sonreí y le acaricié el pelo, sintiendo mis ojos arder.

No llores Lucy - me regañe mentalmente.

- Sabes que debo ir, Lisanna, no es un adiós, volveré - me separé de ella.

- ¿Me lo prometes? - se limpió las lágrimas y me tendió su dedo meñique, asentí y cerré la promesa. Lisanna miró tras de mí y sonrió - creo que tienes algo que hacer, nos vemos - y se fue dejándome, confundida.

- Lucy - escuchar su voz fue como un balde de agua fría para mí. Me puse de pies, sin voltear.

- Sting - susurré.

Escuché sus fuertes pisadas hasta estar frente de mí, no pude pronunciar palabra ya que sus fuertes brazos me envolvieron y posó su cabeza en mi cuello. Sentí una humedad deslizarse por mi cuello. Lagrimas. Me dejé llevar y correspondí su abrazo, escondiendo mi cara en su pecho.

- Deja de llorar, me duele - susurré.

- Perdóname - me rogó.

- Ya lo hice, perdónate tú.

- Te amo - me sorprendí por su repentina confesión.

- Yo también lo hago... también te amo - confesé, separándome y dedicándole mi mejor sonrisa sincera.

Él agarró mis manos, y me llevó hasta la banca donde hace poco estuve sentada, y se sentó a mi lado.

- ¿Te recuerdas los primeros días de la misión donde salvamos aquella mujer? - fruncí el ceño.

- Sí, claro.

- La noche de esa mismo día desperté a causa de una hermosa voz - me sonrojé - ¿crees poder volver a cantar?

Me sonrojé aún más sin embargo asentí y carraspee.

No quise decirte quien era,
pero fue el principio.
Que me lance al abismo
Cayendo al precipicio

Tal vez no planee, no entendí,
que este amor es prohibido
He pecado y lo admito
Pero fue mi destino

Es verdad, y siento temor no lo voy a negar
Que rompí las reglas y no puedo cambiar
Lo que va creciendo en mi interior

Quiero gritarte que te quiero
Me lleve de todo lo que siento
Y violé si querer un mandamiento
Y que culpa tengo yo

Y entiendo
Que comí la fruta prohibida
Condenando mi vida a lo que digan
Y que culpa tengo yo

Es verdad, y siento temor no lo voy a negar
Que rompí las reglas y no puedo cambiar
Lo que va creciendo en mi interior

Quiero gritarte que te quiero
Me lleve de todo lo que siento
Y viole sin querer un mandamiento
Y que culpa tengo yo

Y entiendo
Que comí la fruta prohibida
Condenando mi vida a lo que digan
Y que culpa tengo yo
Aquí manda el corazón

Terminé de cantar y voltee la cara para ver su reacción, sin embargo, no conté con que pegara sus labios a los míos.

Sus labios eran suaves, y cálidos. El primer tacto fue casto, vacilante, pero una gran oleada de deseo inundó mi cuerpo, correspondiendo su beso con pasión e intensidad.

No eran necesarias las palabras.

Ambos los sabíamos.

Era una despedida.

Me separé, a pesar del dolor agudo en mi corazón.

- Me tengo que ir - susurré con dolor en mi voz. Él no contestó, solo volvió a juntar sus labios con los míos, con desesperación, gritando que me quedara - Sting, por favor... no hagas esto más doloroso de lo que ya es.

Él asintió y agachó la cabeza. Yo me levanté de la banca y empecé a caminar.

- ¡Oye rubia! - gritó, seguí caminando - te estaré esperando, más te vale volver.

- ¡Lo haré! - sonreí, a pesar de que él no podía verme. Frené en seco y voltee a verlo, él se estaba yendo - Te amo - grité y empecé a correr lejos de allí, sintiendo mi corazón romperse lentamente, y las lágrimas volver a salir de mi mejilla.

- Lo sé, soy irresistible, pero también te amo - escuché.

- ¡Maldito rubio! - balbucee entre lágrimas.

Una vez a las afuera de Magnolia divisé a Yuki y me acerqué a él.

- ¿Listo?

- Listo.

- ¿Te has despedido correctamente? No volverás dentro de tres años - me miró triste.

- Lo sé, es mi castigo por haber falsificado una misión y haber revelado información secreta del consejo, ¿no? - Yuki asintió.

- Vámonos, una vez lleguemos volveré y me uniré a ese gremio - trató de cambiar tema y alegrar el ambiente melancólico.

3 años...

FALTA EL EPILOGO.

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¡Maldito Rubio!Where stories live. Discover now