VC: Capítulo nueve.

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- Sting, espérame aquí - ordené, tomando otro camino.

- ¿Qué? Eo, no, espera - me agarró por los hombros, haciéndome voltear, encontrándome con sus ojos azules.

- ¿Qué?

- ¿A dónde vas?

- Voy al hotel donde se aloja Lisanna - contesté frunciendo el ceño.

- ¿Por qué esta ella aquí?

Dudé en contestar, pero al final me rendí y me decidí por confiar en él. Señalé un banco en el parque de la ciudad donde nos encontrábamos, y agarrándolo por la muñeca caminé con él hacia allí.

- Prométeme que no le contarás esto a nadie - comenté, seria, él asintió no muy convencido - mira, hace algunos meses el gremio comenzó a comportarse de manera extraña con respecto a ella, cada vez que se escuchaba mencionar su nombre hacían una muesca de desaprobación; para evitar que Lisanna se diera cuenta... - suspiré, a sabiendas que lo siguiente en decir me condenaría - ...falsifiqué una misión.

Sting abrió los ojos con platos, su boca se abría y cerraba como la de un pez.

- ¿S-sabes q-que si te d-descubren - se aclaró la garganta - el consejo mágico puede darte incluso un año de cárcel?

Asentí y seguí hablando.

- Sí, lo sé; y a pesar de ello asumí el riesgo, no podía permitir que Lisanna se enterara de lo que sucedía - suspiré - por eso hice lo de la misión, y desde entonces ella se encuentra aquí buscando un ladrón que no existe, obviamente para que no sospechara nada dejé señales y eso...

- ¿Pero sabes qué le pasa al gremio?

- No, la verdad es que no. Al principio sospeché de alguna poción o hechizo, pero como maga de clase A, tengo acceso a los laboratorios del consejo, y todas esas pociones están fuera del mercado y encerradas en una sala de máxima seguridad.

- ¿Por qué están tan protegidas? - frunció el ceño, de nuevo.

- En realidad no debería decirte esto... cuando me ascendieron de rango me hicieron firmar un juramento - hice una pausa, y tragué fuertemente - pero, pienso que en decírtelo hago lo correcto... - tomé una bocana de aire - bueno...esas pociones, tiene un efecto secundario muy peligroso, y es que le quita 6 años de vida a las personas que lo consumen. También por eso es imposible que haya sido usado en el gremio, por ejemplo, Wendy tiene 14 años, si hubiese hecho uso de la posición tendría 20 años.

Sting asintió, asombrado por tanta información.

- No te estoy pidiendo que me ayudes, pero ya que estoy aquí te diré la verdadera razón detrás de esta misión, es viajar por todos los pueblos en busca de la Bruja Ozzan, ella me podrá ayudar a saber lo que en realidad está pasando... para completar la misión pudimos haber cogido directamente el tren, llegar al pueblo donde se encuentra la flor, cogerla y llevarla al lugar correspondiente - Sting dejó caer la boca en una perfecta O.

- ¿Me estás diciendo que hemos viajado 2 meses sin descanso alguno hasta ahora cuando a pesar de que lo odie pudimos coger el tren y haber acabado la misión en dos días? - el enojó tomó posición en su mirada, al igual que en la mía.

- ¿Es que no escuchaste lo que acabé de decir?

- Lo único que puedo entender es que eres una paranoica que se imagina cosas, el gremio estaba bien en el tiempo que estuve allá, incluso cuando mencionaban a Lisanna - Sting se paró de la banca - e inclusive eres una delincuente - gritó, llamando la atención de los pasantes, quienes al escuchar las palabras de Sting se alejaron rápidamente y me miraron con asco.

- Sé más claro... - susurré, sin saber hacía donde se fue mi voz. Sabía que lo siguiente que iba a decir Sting iba a ser un golpe bajo, y me terminaría de romper.

- Quiero decir que dudo de ti, incluso dudo de tu inocencia, quizás y fue cierto lo que pasó con Levy - alcé la cabeza rápidamente buscando en su mirada algo que me dijese que lo que acaba de decir era broma, sin embargo encontré otra cosa, aún peor.

Duda.
Enojo.
Decepción.
Desprecio.

Su mirada, su mirada era tan idéntica a la de Natsu aquel día. Sentí mis ojos arder y lágrimas deslizarse por mi mejilla, lágrimas de furia y dolor.

Otra vez... la persona que más quería me creía una mentirosa.

Porqué sí, quería a Sting.

Suspiré y cerré los ojos fuertemente, me paré de la banca, y me plante frente a Sting, quien me miraba impasible. Con todas mis fueras le lancé un gancho derecho, haciéndolo caer al piso de abrupto, él no se paró solo me miró incrédulo y con su mano se tapó la nariz y boca, por donde salía sangre.

- ¿Sabes que es lo peor? - alcé la mirada, sin poder mirarlo a los ojos, llevé mi mano al pecho, a donde se encontraba el corazón - que te quería...confié en ti y si me dejara llevar por este una vez más - apreté mi mano, clavando mis uñas en la piel - te perdonaría, y confiaría en ti. El primer golpe, pasó, bien, caí y me paré, salí con heridas de guerra, pero las mostré orgullosa porqué gracias a ellas me hice más fuerte. El segundo golpe acaba de pasar, y no negaré que estoy cayendo. Tú sabías que estaba al borde del precipicio y me empujaste, Sting, lo hiciste. Pero aun así ¿sabes qué? volveré a levantarme, aún más fuerte, y te olvidaré Sting, lo haré. Tendré que enojarme, enojarme con cada recuerdo, con cada vivencia. Tendré que enojarme con cada cosa que me recuerde a ti, enojarme hasta odiarte, y odiarte hasta olvidarme de ti - comencé a caminar lejos de él, sintiendo las finas gotas de lluvia mojar mi piel, y mis dorados cabellos.

Sentí unos pasos atrás de mí.

Él...

Corrí y con la ventaja de saberme a memoria el mapa de esta ciudad, me pude escapar.

Ya no había marcha atrás.


¡Maldito Rubio!Onde as histórias ganham vida. Descobre agora