VC: Capítulo once

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Para transitar algunos dolores, para poder abrirnos a ellos hay que animarse a perdonar.
Perdonar es soltar la culpa, dejarla ir. La culpa es un ancla que nos detiene.
Al perdonar, al soltar la culpa, nos soltamos nosotros. Nos permitimos avanzar.
Castigarnos una y otra vez por algo que no podemos cambiar nos detiene en el tiempo.
Hay que salirse de la huella, de esos pasos que nos llevan una y otra vez al mismo camino.
Perdonar, perdonarse, es crecer. Hay que animarse a avanzar, a no repetir las mismas respuestas a los mismos problemas.
Nos cuesta perdonarnos y eso nos destina a quedarnos congelados en el error que cometimos. No perdonarnos es nuestra forma de castigarnos. Perdonar es más que perdonar a otro, es entender que no somos culpables de las impotencias de los otros. Cuando repetimos aquello que nos hace mal en realidad es nuestro interno por repararlo. Es un intento porque aquello que fue no sea.
Cuando volvemos al mismo sentimiento buscamos la chance de cambiar lo que pasó. Un imposible. Perdonarse es soltar la culpa de existir. Hay deseos muertos, que nos atan, nos detienen en el camino. Están los otros, los que nos empujan, los que nos abren el camino.
Los deseos muertos quieren cambiar lo que no se puede cambiar. Nos hacen mirar atrás, niegan el perdón y la posibilidad de perdonar.
Perdonar es dejar en el pasado lo que es el pasado. Es acomodar ese trauma en donde corresponde. Es reconstruir desde las ruinas. Es cerrar esa puerta. Es dejar que el tren avance. Es volver a jugar el partido. Es afirmar la propia identidad. Es animarse a ser otro. Es superar nuestros miedos. Es enfrentar nuestros miedos. Es luchar contra nuestros demonios. Es reencontrarse con uno mismo.

Perdonar y perdonarse es soltar eso que nos tiene detenidos en el tiempo, y al fin poder avanzar.

Las puertas del gremio se abrieron lentamente, dando paso a la cabellera rubia y la sonrisa fresca y sincera de Lucy.

- He vuelto, chicos.

La primera en reaccionar fue Levy, quien se abalanzó sobre ella, presa de la furia.

- ¿Qué haces aquí? - le lanzó un puñetazo - No debiste volver, estábamos bien sin ti - otro puñetazo, pero este fue frenado por la mano y sonrisa de Lucy.

- Hola Levy - Lucy se enderezó y en un impulso abrazó a Levy, quien se tensó bajo sus brazos, sin embargo, correspondió su abrazó y lloró con desgarro.

- Perdóname - dijo entre llanto.

- Ya lo hice. Ya te perdoné, la única que se tiene que perdonar eres tú - Lucy se separó y se puso de pies, le dedicó una de sus sonrisa a todos, quienes la miraban con arrepentimiento y un desliz de dolor - Para ustedes va lo mismo, a aquellos se creyeron en mi les doy las gracias, y a quienes no lo hicieron, quisiera tener una charla privada con ellos, así que, el equipo Natsu, sígame, por favor.

Sting creyó que su corazón no podía estar más adolorido, pero no fue así.

- Sting - el llamado levantó la mirada, encontrándose con la mirada fría y seria de Lucy - Cuando termine de hablar con ellos, y Lisanna, quisiera una charla en privado contigo.

Sin más Lucy volteó y se fue con Erza, Gray, Wendy y Natsu pisándole los talones.

POV LUCY

El silencio se estaba volviendo tenso. Suspiré aliviada al ver que estábamos cerca del parque. Una vez llegamos me senté en una banca, esperando que ellos hicieran lo mismo, pero no resultó así, ellos se quedaron de pie frente mí, sin poder mirarme a los ojos.

- ¿Qué pasa? - pregunté.

Erza sonrió incomoda.

- Uhm... se nos hace raro que después de lo que paso, nos trates tan normal.

¡Maldito Rubio!Where stories live. Discover now