Es increíble cómo el "intelecto" puede llegar a ser tan inhumano, a pesar de que somos las únicas criaturas con tales dones. Tiemblo, me sube algo caliente por los oídos y tenso mi mandíbula para no castañear. Marlene carece de emoción o expresión alguna en su rostro. Me pongo al frente de Mar y hago que Will vaya con el niño.

- Esto no es una negociación. Es una advertencia. – dice ella, sin verme aún. Como una estatua con voz. – Cada dos días, hasta que ella o un divergente se entregue a la sede de Erudición, esto volverá a suceder.

Esto. Pero... ¿qué es 'esto'?

Entonces, Marlene da un paso hacia atrás y yo me lanzo hacia adelante, pero no la sujeto. Solo agarro la estela de aire que va dejando. Siento que me he raspado las piernas y un poco el abdomen. Si doy un paso más, caigo detrás de Marlene.

No... no pude salvarla. No pude salvar a una de las mejores personas que he conocido en este lugar. La que comenzó la guerra de bolas de pintura, ayer. Y, Uriah... era la novia de Uriah.

Veo aún que su cuerpo cae, sin embargo sé que ya llegó al suelo, con sus brazos y piernas contorsionadas, lo sé porque hay un bulto negro en el suelo, que está iluminado por la pálida luz de luna. Grito. Grito hasta que me duele la garganta. Esto es mi culpa. Mía, y de nadie más. ¿Por qué la muerte me persigue de esta manera? Al, Eric, Marlene...¿Quién sigue?

No oigo más que el rumor del viento contra mis oídos. Siento una mano en mi brazo. No puedo ver bien, tengo nublada la vista por las lágrimas. Pronto, alguien me rodea la cintura y me bajan de la cornisa. Trato de respirar y calmarme.

Está sucediendo lo que Eric me advirtió. Jeanine está manipulando a los divergentes para que se entreguen. Quiero matarla. 

- ¿Qué está pasando? – dice una voz infantil, la cual logra despertarme.

Volteo y los dos chicos están ahí. Tanto la niña, como el chico. La niña se restriega los ojos y ve hacia todos lados, extrañada. La chica que nos avisó, le dice algo, calmándola. Al igual que Will lo hace conmigo. Lo tengo frente a mí.

- Cálmate. Ellos están bien.

- Marlene. – digo. – No salvé a Marlene. Fue mi culpa... pude haberla sostenido... ¡Fue mi culpa!

- No fue tu culpa.

- ¡Claro que lo fue!

- No podremos solucionar nada, si estás alterada.

- Gracias por ayudarme a salvar a mi hermana. – le dice la chica a Will.

- De nada. Vayan con cuidado. – responde mi amigo.

Es por eso que nos avisó. La niña de ocho años era su hermana. Las dos se van, tomadas de la mano y el chico de 13 nos ve confundido. No podemos dejar que se vaya solo, como si no hubiese estado a punto de matarse. Limpio mis ojos y trato de llenar mis pulmones de aire nocturno. Carraspeo y voy hacia el chico, tomándolo del hombro.

Los tres nos dirigimos nuevamente al ascensor. Will le explica de manera sencilla al chico, lo que ha sucedido.

"Tengo un mensaje para la Divergente"

Esa, soy yo.

"Es una advertencia."

Me amenaza. Sabe que no soporto la muerte de un inocente.

"Cada dos días, hasta que 'ella', o un divergente se entregue."

El próximo podría ser Will. No, él no. Ya no lo soportaría.

"... esto, volverá a suceder."

Nunca volverá a suceder.

- ¿Puedes regresar desde aquí? – le pregunta Will, al chico.

- Sí.

Estamos en el Pozo. No sé en qué momento hemos llegado, tan solo voy moviendo las piernas, pues ni siquiera siento el suelo contra mis pies aún descalzos, ni el frío en mis piernas desnudas. Will y yo, nos dirigimos hacia la habitación de iniciados, nuevamente.

Voy a la ducha, para limpiarme los pies. Al salir, Will está sentado en la cama. Voy a su lado y miro al suelo de cemento. La imagen de Marlene cayendo, se repite una y otra vez frente a mis ojos. Presiono mis ojos y trato de respirar profundo para evitar que mis lágrimas caigan.

- No seas una idiota. – me dice, con su voz grave y a la vez como si temiera.

- ¿Una idiota?

- Si vas a Erudición, serías muy idiota. Sé que no lo harás.

- Will... – le digo, poniendo una mano en su cabello, a modo de que me comprenda.

- No, Maud. – me interrumpe. – Si dices que Eric trató de protegerte todo este tiempo, no eches a la basura todo su esfuerzo. Piénsalo así.

- ¿Entiendes que puedes ser el próximo? – volteo a verlo. Puedo ver en sus ojos, el impacto de esa frase, pues han borrado su usual dulzura. – No quiero que nada te pase. No quiero que mueras.

- ¡Y, yo tampoco quiero que tú mueras! ¿Qué no lo entiendes? – me grita. Sus ojos se ponen vidriosos.

- Pero, sabes que siempre he sido yo a la que quieren... y, si puedo evitar que más personas mueran, lo haré.

- No. no puedes acabar con dos vidas al mismo tiempo. La tuya, y la mía.

Me duele verlo de esta manera. Yo, que estoy acostumbrada a verlo sonreír siempre, veo en Will a alguien fuerte, a un osado de verdad. Sin embargo, él también tiene sentimientos como yo, como cualquiera. Y, a veces lo olvido.

- Eres lo que necesitaba. – me dice, apoyando su frente contra la mía. Me acaricia la mejilla y lucho por sumir las lágrimas. – Eres más que mi mejor amiga. Eres mi familia. La única persona que he considerado como tal. La única que se preocupa por mí. A mis padres, y a mi hermana les habría dado igual si moría en Abnegación. Pero, sé que contigo no fue así. Sé que te importo. No quiero perder a mi única familia.

- Estarás bien. – le digo, sin voz.

- No, no lo entiendes. Estaré perdido sin ti. Eres la única razón por la que no he tomado la misma decisión de Al. ¿Entiendes lo importante que eres para mí? Si no quieres aceptar eso, piensa entonces en tus padres... los vi sufrir cuando no teníamos idea de lo que había pasado con ustedes tres.

Mis padres. Debo evitar que Jeanine les haga algo, también. Y, es peor cuando recuerdo que ella conoce a mi madre. 

- Prométeme. – susurra, tomando mis mejillas entre sus manos. Ha separado su frente de la mía, y ahora me ve entre cortinas de lágrimas. – Prométeme que no irás. Por mí. Por tus padres. Por Eric.

- Está bien. – digo, soltando el aire. 

- ¿Lo prometes?

- Lo prometo.

Aunque no estoy realmente segura de cumplir esa promesa.

Tengo qué hacerlo. Perdóname, Eric.  


Una historia InsurgenteWhere stories live. Discover now