—Gracias.

Me pega una mirada rápida y se marcha.

¿Un sobre? ¿Para mí? ¿De quién? ¿Michael?

La abro rápidamente con la esperanza de que se de mi hermano, pero no es de él, ni de Bill, ni de nadie que yo esperaba, no tiene remitente solo mi nombre afuera, parece ser anónima hasta que comienzo a leer.

"Emily: Supongo que ya no tengo el derecho de llamarte hija. Estos días he pensado mucho en ustedes, Michael y en especial en ti, por eso te escribo esta carta. Sé que no esperabas saber nada de mí, han pasado años sin saber de ustedes.

Déjame contarte cual es el motivo de todo esto. He estado viviendo estos últimos meses fuera de Seatlle por razones de trabajo, estoy trabajando como camarera en un bar, el lugar es un asco, pero mi jefe ha sido demasiado generoso conmigo, él fue quien me arrendo una pequeña habitación para vivir y también me dio este trabajo, por lo que estoy en deuda con él.

Hace unos meses atrás tuve un turno largo en el bar y tuve que quedarme hasta la madrugada, ahí fue cuando atendí a un hombre mayor de traje, muy elegante para estar en ese tipo de bar, al principio comenzamos a charlar de cosas triviales mientras le servía un vaso de Whisky tras otro y luego la lengua se le comenzó a aflojar y comenzó a hablar de un tal Bill y del dinero que este le debía, al principio no pensé que fuera tú padre pero después de todo lo que me dijo no me quedo duda que era el mismo Bill que ambas conocemos.

Bill está en problemas Emily, tiene varios cargos en su contra, le debe dinero a un montón de personas y una pandilla lo anda buscando, en los sectores pobres ya le han puesto precio a su cabeza. Lo mataran si lo encuentran y lo peor es que no solo pretenden acabar con el si no con todos, lo que te incluye a ti y a tu hermano.

Hace muy poco he averiguado de ti y me sorprendí al saber que estas internada en el psiquiátrico. Perdóname Emily, si yo hubiese podido detener todo esto lo hubiera hecho desde un principio. Ahora solo me queda prevenirte, hoy me he ido hacia otro estado, hacia un lugar que espero que nunca nadie me encuentre, ni siquiera tú, es lo mejor.

Lo más importante ¡No salgas del psiquiátrico! Tú padre tiene los días contados, lamentablemente tu hermano igual y tú también, estas bien donde estás, ahí te protegerás de que no te maten, de que tu cabeza no tenga precio.

Lo lamento tanto pequeña, perdóname, pero ambas sabemos que esto es mejor para todos. Le pido a Dios que los proteja a ti y a tú hermano.

Te amo, que no se te olvide.

Mamá."

Arrugo la carta. 

— ¡Yo no tengo mamá! —exclamo y arrojo la carta hacia la pared.  

¿Precio? ¿Le han puesto precio a la cabeza de mi hermano? ¡Sobre mi cadáver! ¿Qué estoy mejor aquí encerrada? ¡Estupideces! Eso es lo que dice esa carta. ¿Qué se va hacia otro estado? ¡Y así dice llamarse mamá! ¡Mi familia murió hace mucho tiempo, yo solo tengo un hermano! 

Recojo la carta y salgo tan rápido de la habitación que ni me preocupo en cerrar la puerta. Tropiezo con alguien, caigo al suelo, la carta echa una bola se me escapa de las manos y va a parar a los pies del muchacho.

Arquea una ceja cuando me mira hacia abajo.

— ¡Deberías fijarte por donde caminas! —exclamo enojada.

—Y tú deberías intentar mantener tus dos pies sobre la tierra —dice Hadriel recogiendo la bola de papel entre sus manos — ¿Qué es esto?

Me pongo de pie.

Mi Telequinesis © [En Edición]Where stories live. Discover now