- Dios. – exhalo; presionando mi rostro contra mis manos. Esto es demasiado.

- Lo lamentamos mucho. – dice mi padre. – Acepto que debimos decírtelo desde que estabas pequeña, explicártelo de alguna manera que pudieras entenderlo, y sentirte igual o mejor. Todo se nos vino al suelo, cuando supimos que eras Divergente. no queríamos que te sucediera lo mismo, por eso te dijimos que era mejor irte de Verdad.

- ¿En verdad murió Annelisse? ¿Ustedes vieron su cuerpo?

- No. – contesta mi madre. – Pero, tampoco la volvimos a ver.

- Ya veo. – digo, viendo al techo. Necesito irme. – Debo... debo regresar con mis compañeros de Facción. – contengo el llanto y sonrío. Pero, esa sonrisa no dura más de un segundo.

Me levanto y no volteo a ver a mis padres. Mi madre... o mi tía... en fin, Cecile, grita mi nombre, mas la ignoro. Salgo de la casa, y corro hacia uno de los baños públicos que están en la primera planta. Entro y cierro con llave. Los tres cubículos están vacíos. Es un peso menos.

Miro mi reflejo en el espejo, y comienzo a llorar. No sé quién fue mi madre, ni mi padre. Sólo sé que estoy repitiendo el círculo de Annelisse: quedé embarazada de un osado, a los 16. Eric no sé si acepta al bebé y soy Divergente. Probablemente, el bebé que espero, también lo sea.

De un momento a otro, mi vida no tiene ningún sentido. La Prueba de Aptitud me dio Osadía entonces, por mi padre biológico. Erudición, por mi madre, y Verdad porque aquí fue donde nací y donde me crié.

Me lavo, frenéticamente, la mano que tiene la sangre de Eric. Paso el agua, como si su sangre tuviera algo contagioso. Siento náuseas; me meto a uno de los cubículos y vomito, hasta que me siento estable del estómago y caigo en el piso, aún llorando.

No sé por qué lloro. Quizás porque mi verdadera madre murió, y mi padre sabrá Dios dónde está. O por la mentira que mis padres guardaron por años.

De cualquier manera, hay algo que no puedo negar: Frank y Cecile me han tratado de la mejor manera. Han sido buenos padres, y no me han rechazado, en ningún momento. No puedo quitarles el crédito de lo que han hecho por mí. Y, si ellos hicieron esto, y Annelisse me entregó a ellos, fue porque con ella yo tendría un futuro incierto, lo menos que puedo hacer, es estar agradecida con Frank y Cecile. Ambas son mis madres, y con Frank... ha sido increíble conmigo. No puedo hacerme la desentendida.

Si ellos fueron tan valientes de contarme mi verdadero origen, entonces también merecen saber que tendrán un nieto.

Pongo la mano en mi vientre.

"Elegiré sabiamente", me digo.

Esto ha sido más fuerte que la muerte de Peter. No entiendo cómo es que la vida puede cambiar en tan solo unos segundos.

- ¿Maud? – dice la voz de un chico, suena opacada. – Maud, ¿estás aquí? – llama a la puerta.

Es Will. "Maud", incluso me duele escuchar mi nombre. Mi madre murió, hace 16 años... ¿y, mi padre? Un osado, que tal como con Eric, quizás fue algo de momento. Quiero convencerme de que Frank y Cecile, son mis verdaderos padres, y los únicos. Porque así lo he creído toda la vida.

Pienso en mis tatuajes: la flor de lis, las arañas y el de la pierna con la frase "elige sabiamente". Todos son en nombre de mis padres.

Will no insiste en llamar a la puerta. Pero, unos minutos después, escucho que la manecilla se mueve y abren. No quiero poner resistencia. Cuatro, Ariana y Will, aparecen tras el sonido.

- ¿Maud? – me llama Will, y se acerca a mí. – ¿Qué sucede? ¿Qué tienes? ¿Por qué lloras? ¿Eric te hizo algo?

- Mis padres. – logro balbucear.

- ¿Qué sucede con ellos? ¿Están bien?

- Sí... es solo que...

- Despacio, Maud. – me dice Ariana, poniéndose al lado de Will. Cuatro cierra la puerta, con seguro nuevamente.

- Para que tú seas divergente, – comienzo. – uno de tus padres, debe serlo, ¿cierto?

- Sí. – contesta Will.

- Ninguno de mis padres, es divergente.

- ¿Qué? – me pregunta, con sus ojos muy abiertos.

- Mi madre era divergente, y la mataron... justo un día antes, ella me entregó a Cecile y a Frank.

- ¿Y tu padre? – me pregunta mi amiga.

- No sé quién es. – digo, prensando mis labios. – Según cuenta Frank, mi madre sólo les dijo que era un osado... pero, nunca supieron su nombre. Mi padre rechazó a mi madre, cuando supo que estaba embarazada.

- Pero Maud, piensa en que tu madre biológica quiso lo mejor para ti. Imagina si te hubiera llevado con ella... tal vez habrías muerto, también.

- Lo sé. – contesto.

- No importa. – me dice Will, tomando mi rostro entre sus manos. – Pienso que tu madre fue valiente al desprenderse de ti, y sacrificarse ella, a cambio de que te hicieran algo... ¿ves de dónde viene tu valentía? Eres igual a ella. Además, creo que no debes menospreciar a Frank y a Cecile; ellos han sido buenos padres, para ti. Lo he descubierto en los pocos días que he estado con ellos.

- Sí.

- Al final del día, debes estar agradecida porque ellos dos te aceptaron y te protegieron mientras estuviste con ellos. – me dice Ariana.

- Aun cuando creas que te han mentido – dice Cuatro, con voz grave. – ellos te dieron un verdadero cariño. Debes entender que para tu madre biológica, no fue fácil entregarte. Si ella hubiera sabido que Frank y Cecile te iban a tratar mal, probablemente te habría llevado con ella.

- Lávate la cara. – me dice Will, sonriendo dulcemente. – Allá afuera hay personas que quieren hablar contigo.

- Apuñalaste a Eric, ¿eh? – me dice Ariana, con una sonrisa y golpeándome el hombro. Yo logro reír, pero es más un hipido que una risa.

- Te esperamos afuera. – dice Cuatro y toma a Ariana de la mano.

- Ya salgo. – les digo. Ariana me abraza.

- Estamos contigo. – me dice.

Yo afirmo con la cabeza. Ariana y Cuatro salen del baño. Will se queda conmigo; me ayuda a levantarme y una vez estoy frente a él, hace el cabello a un lado de mi cara y lo pone detrás de mi oreja.

- ¿Mejor? – me pregunta.

- Sí. – logro balbucear.

- Oh, por cierto... Cara está aquí.

- ¿Tu hermana? – pregunto, asombrada.

- Sí, anda... quiero que se conozcan.

- Bien.

Me lavo la cara y me arreglo el cabello. Me veo por última vez en el espejo. Tengo los ojos hinchados en sangre, las vendas y mis labios sonrosados. Me duele la mejilla y los golpes que me dio el traidor.


Una historia InsurgenteWhere stories live. Discover now