Sola.

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La Dra le había dado unas indicaciones a seguir para conllevar los síntomas. Sara cabizbaja oía todo mientras asentía con la cabeza.
-Sara te veo muy apagada, acaso piensas abortarlo?- Pregunto la Dra con honestidad.
-Claro que no. No sería capaz, aunque siento rabia de que mis dos embarazos hayan sido de forma tan poco común- Dijo pensando en como quedaba embarazada al tan sola su marido mirarla, acaso es que el semen de él es tan mágico, o Dios le mando la cigüeña en persona.
-Me alegra que pienses así, un hijo es una bendición venga en la circunstancia que venga. Ellos nos hacen madurar y querer ser mejor persona por ellos mismos- Dijo la Dra en tono más amigable de lo común.
-Eso lo sé. Tengo a mi preciosa hija Ilay y es lo más bonito que me ha pasado.-Dijo ella recordando todas las travesuras de su pequeña.
-Yo también tengo una hija y me cambio el mundo como no te imaginas- Le dijo con una sonrisa.
-Entiendo. Gracias Dra por sus palabras, nos vemos en el próximo mes- Le dijo ella con angustia.
Al salir del hospital busco a su marido y no lo vio por ningún lado. Lo más seguro es que se había marchado.

Alex estaba loco. Loco era poco. No podía creer ni siquiera asimilar lo que había pasado momentos antes.
Sara! Su dulce y tierna Sara, embarazada de otro. De otro que no era él. Como diablos paso todo aquello sin enterarse.
Al caminar junto a un bar entró. Lo que más le apetecía era una copa, no era lo más apropiado por el horario, las 12:00 pm fenomenal.
Una chica bien proporcionada le atendió. Era rubia con lindos ojos marrones y también un bonito trasero y buenos pechos.
-En que le puedo ayudar señor?- Le pregunto ella batiendo las pestañas y mordiéndose el labio superior.
-En muchas cosas, pero por ahora traeme un whisky a las rocas- Le dijo mirándola con descaro.
La chica encantada por la mirada que le dio él, fue muy diligente.
De la mente de Alex no salía Sara. Embarazada...?! De otro! Eso era de locos.
La chica llego con el pedido y casi le tiro los pechos encima para ponerle el vaso en la mesa.
-Que lo disfrute señor!-Le dijo ella mordiéndose el labio. Alex notó que se había desabotonado el primer botón de aquel corto uniforme. Sonrió, quizás le vendría bien un poco de sexo, aunque se sentía cansado por el viaje y lo que había hecho con Sara en la mañana.
-Gracias Preciosa- Dijo dando el primer trago. Un trago fuerte que quemaba su garganta a su paso, pero poco le importaba, la mujer que quería estaba embarazada de otro.

Sara llegó a su casa aún cansada. No había tenido señal de Alex y ya hacía una hora que se había marchado. Suspiro, seguro iba a ser todo un episodio cuando él llegará sí es que llegaba. Iría a buscar a Ilay pero no tenía ganas de nada, solo de dormir.
-Diana!- Llamó a la joven.
-Dime Sara-Le dijo saliendo con su mochila, los fines de semana ella se lo pasaba con su familia.
-Perdona que te pida esto, pero me siento tan agotada, puedes pasar a buscar Ilay- Le pidió.
Diana sonrió.
-Justamente me ha llamado su esposo para que la fuera a buscar, le diré a Willy que me lleve- Dijo con picardía.
-Que bien y Rose?- Preguntó Sara. Anoche se había quedado en el apartamento que alquilo.
-Esta bien. Ha llamado mientras has estado fuera, dice que mañana irá a la tienda temprano -Respondió la joven.
Sara asintió. Diana se marchó en búsqueda de la pequeña.
Sara estaba sentada en el sofá, ansiaba pararse pero estaba tan cómoda, que simplemente se quedo dormida.

Eran alrededor de las 6 de la noche. Alex se había bebido cerca de tres botellas de whisky. Sentía que su cabeza volaba. Era tiempo de irse.
-Laureennn!- Llamó a la chica que hacía momentos le había dado su nombre y su teléfono.
-Dime cariño?- Le preguntó ella con más confianza.
-La cuenta, es hora de irme o irnos, como prefieras- Le dijo el recorriendo su cuerpo.
-Claro!-Dijo ella y enseguida fue en busca de la cuenta y su cartera.
Salieron del bar agarrados de la manos. Alex llamó a un taxi, no le apetecía conducir.
-Al hotel más cercano- Le dijo mientras le daba unos billetes que el taxista acepto gustoso.
Llegaron en unos cinco minutos. Alex no tuvo que hablar mucho para que la rubia se le tirara encima.
Los labios de ella le resultaron suaves pero muy mojados, su boca era caliente pero no tan apetecible.
Alex la beso con fiereza, quería desquitarse toda la rabia que sentía. Debía pensar muy bien que debía hacer con aquel tema del bastardo.
Aquella mujer ya le quitaba la camisa y Alex le quitaba la blusa mientras regaba aquel cuello de besos y lametasos. La mujer extasiada gemía fuerte. Tenía grandes senos, nada parecidos a los de su mujer, pezones rosa muy lindos y puntiagudos, pero le parecieron demasiados grandes, se le salían de las manos. Tocó su abdomen plano y terso, pero no tenía estrías. Ella besaba aquel pecho viril con vehemencia a Alex solo le parecieron besos vacíos. De su mente no salía, como había hecho el amor con Sara esa misma mañana, como ella se había entregado ,su cara roja, sus pechos pequeños y coquetos, las estrías naturales y reales y aquellas piernas de hada que le volvían loco. No lo pudo soportar , no quería!
Sin hacerle daño a la chica se apartó de ella.
-Que pasa?-Pregunto desconcertada.
Alex no respondió y empezó a ponerse la camisa, no podía seguir más en aquella habitación.
-Respóndeme no te gusto?- preguntó ella moviendo sus bonitos pechos. Alex sonrió y murmuró.
-No eres mi mujer, eso pasa!- Le dijo y salió disparado, al salir dejó el hotel pago y un taxi para la chica.
Al llegar a casa encontró a su mujer acostada en el mueble arropada con una frisa. Sintió recelo al verla tan tranquila, y pensar que pronto estaría como un globo, llevando a un hijo que no era de él.
Que podía hacer?
Que debía hacer?
Aunque la deseara con toda sus ganas no podía dejar pasar aquello. Había miles de mujeres que quisieran estar con él, porque concentrarse en una que no lo respeta en lo más mínimo.
Maldita la hora en que se enamoro de ella.

En el silencio de 4 paredes!Where stories live. Discover now