Capítulo 23: El amor de una reina

Começar do início
                                    

La mujer sonrió después de unos segundos, comprendiendo las intenciones del pequeño.

Y entonces, comenzó a cantar aquella melodía que aun después de tantos años, seguía inundando el corazón de Yuuka de alegría y tristeza.

»Nee kamisama oshiete kudasai...

[Ey, Dios, por favor enséñame]

Setsunakute, setsunakute, demo ureshiin desu

[Es doloroso, muy doloroso, pero aun así soy feliz]

Qyutto mune o shimetsukeru,

[Qué es lo que siente mi corazón]

aa kono omoi no kotae

[Ah, estos sentimientos son mi respuesta]

Tabun zutto, kodomo no mama

[Probablemente, todo el tiempo, como un niño]

Otona ni naritakunai

[Que no quería crecer]

Maigo no kokoro...

[Mi corazón perdido...]«

Los ojos de Yuuka se cruzaron con los de su madre.

Eran exactamente iguales. Ni unos más dulces, ni otros más alegres, ni más serios, ni más dolidos. Sus orbes tenían el mismo tono azul eléctrico y brillante, y ambos relucían de nostalgia, de alegría, de tristeza. Y por encima de todo, de amor.

Kou, en frente de Yuuka, parecía estar luchando por contener las lágrimas. Yuuka se giró hacia él, sonriendo, rezando para que recordase cómo leer en su sonrisa.

Supo que no lo había olvidado cuando el recuerdo del Kou del pasado desapareció, agitando su mano como si fueran a verse pronto, con la alegría y sinceridad que siempre había poseído. Marianne hizo un breve guiño a su hija, que inconscientemente se llevó una mano a la cabeza, acariciando la corona que se situaba allí, ahora para siempre.

Kou se dejó caer en el suelo, vencido, cuando la canción terminó. Yuuka hizo amago de acercarse a él, sin embargo, Subaru le detuvo con un gesto.

Con el ceño fruncido, el joven dio un paso hacia el Kou real, tendiéndole la mano. Éste le miró, completamente sorprendido, para después cambiar su sonrisa destrozada a una casi divertida.

Kou cogió aquella mano, levantándose del suelo con una mirada de agradecimiento.

─Lo siento ─murmuró Subaru sin mirarle, y Kou soltó una carcajada, negando con la cabeza.

─No te preocupes.

Yuuka los observó cariñosamente, sorbiéndose la nariz con fuerza y con el corazón henchido de alegría. Después, buscó los ojos de Marianne, que observaba a su yerno con orgullo.

─Mamá... ─comenzó, sin embargo, una palmada restallante en el aire la hizo interrumpirse.

Cordelia Sakamaki elevó sus brazos con parsimonia, ganándose la atención de todos los presentes. Entonces, familiarmente, se acercó a sus tres hijos con sus característicos andares oscilantes.

No os voy a pedir perdón porque sería una pérdida de tiempo ─comenzó a decir la mujer, con gesto que pretendía ser serio─. Sin embargo, me atreveré a pediros una cosa. No cambiéis nunca: sois mis hijos, y a pesar de todo, estoy orgullosa de ser vuestra madre.

Bloody Nightmares [Diabolik Lovers #2]Onde histórias criam vida. Descubra agora