Capítulo 20: El poder de una marioneta

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Natsuki caminaba al lado de Yui, con Reiji y Yuma delante, y la vista clavada en la espalda de éste último. Sentía una extraña sensación de euforia en su interior, como un torbellino que arrasaba todo a su paso, poniendo su mente patas arriba. No podía creer que aquel alto y gruñón vampiro castaño fuese su querido amigo del pasado, Edgar.

La única persona que sabía dar un poco de luz a su mundo de oscuridad.

No había necesitado escuchar toda la conversación de Yuuka y Reiji para que sus recuerdos volviesen a su mente, pues como había dicho el segundo de los Sakamaki, en realidad seguían allí. Escondidos en algún lugar recóndito de su memoria.

Había conocido a Edgar desde muy pequeña, probablemente apenas cinco o seis años. Estaba con la que era su familia de aquel entonces, y había salido a explorar el bosque por mero aburrimiento. Recordaba como se había asustado al ver una figura sucia y oscura entre los árboles, y como su curiosidad la había instado a acercarse, descubriendo así a un niño de cabello castaño y revuelto y mirada profundamente amable.

Se hicieron amigos casi al momento, a pesar de que Natsuki jamás le contó cosas sobre su realidad, ni él sobre la suya. Sin embargo, no era falta de confianza, si no el simple hecho de que no querían recordar aquellas cosas cuando estaban el uno junto al otro. Estar juntos, eso era suficiente para ambos.

Con el tiempo, mientras se hacían más y más cercanos, Yuma le presentó a Shuu. Natsuki lo vio como un niño parecido a Edgar, pero al mismo tiempo completamente distinto. Era alegre, adorable y amable, pero no era Yuma. Había algo en aquel muchachito castaño que no podía quitarse de la cabeza.

Sin embargo, un día, todo su maravilloso mundo se vino abajo.

Un día que había quedado con Yuma en su casa, un día cualquiera, un día feliz. Ahora Natsuki podía recordarlo; las lenguas de fuego inundando el hogar del que era su mejor amigo. Destruyendo y quemando la casa, incinerando y mutilando el corazón de la niña que era.

Se había desmayado. Y cuando despertó, solo sentía un inmenso vacío en su corazón. Para ella, en aquel momento, nombres como "Shuu" o "Edgar" no tenían ningún valor.

Pero había vuelto. Yuma estaba vivo, y se había reencontrado con ella. Su corazón lo había sabido desde el primer momento en que lo vio, pero su mente no había sabido aclararlo. Shuu también estaba allí, en aquella oscura mansión.

Volvían a estar los tres, juntos como antes, y su corazón volvía a latir.

Natsuki se adelantó unos pasos, con una alegría casi desbordante, y se situó al lado de Yuma tomándose la libertad de coger su mano suavemente. Notó como el chico la miraba, sorprendido, pero ella le ignoró ampliamente, consiguiendo que desistiese y le devolviese el apretón, haciéndola sentir tan ampliamente feliz que también se sintió estúpida.

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Yuuka apoyó sus manos en las rodillas, intentando recuperar el aire perdido. Su carrera por toda la mansión la había agotado, pero había sido completamente necesaria. Y ahora lo sabía.

Estaba allí.

En medio del salón principal de la mansión, se encontraba la familiar figura de su padre, Karl Heinz. En su mirada carmesí brillaba la burla al ver el odio que dilataba las pupilas de los ojos de Yuuka.

─ ¿Qué...haces...aquí? ─inquirió furiosa, hablando entrecortadamente y elevando la cabeza clavando en él todo su odio a través de su mirada. Touga ni se inmutó.

─ ¿Creías que os iba a dejar vivir aquí tranquilamente? No he olvidado mi propósito, hija mía ─la voz del hombre era afilada como un trozo de cristal roto, y del interior de su chaqueta negra sacó un pequeño e inofensivo objeto; aquello con lo que Yuuka todavía tenía pesadillas.

Bloody Nightmares [Diabolik Lovers #2]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें