—Como sea, necesitas un corte. —Me acerqué a mi gran tocador y de los cajones saqué una tijera—. Siéntate, yo me haré cargo.

—No hay manera en el mundo que me acerque a ti mientras tengas una tijera.

—En realidad, Kath es muy buena haciendo cortes. Ella es quien mima a mi cabello. —Pagan jugó con un mechón de su cabello rubio platino—. Lavados, peinados, cortes e incluso tintes. Es toda una experta cuando se trata de belleza.

—¿Ves? Por favor no dudes de mí, estoy en mi zona.

Nathaniel tomó asiento en la silla frente a mi tocador y soltó un suspiro.

—Te perseguiré hasta el fin del mundo si luego de esto termino como un payaso. Mi pelo es mi mayor encanto.

Rodé los ojos.

—Oh, no seas un bebecito, solo te cortaré un poco.

Peiné su mojado cabello a los lados y empecé a cortar. Largos trozos de su cabello cayeron al suelo y el Sr. Darcy jugaba con ellos. Su cabello era grueso y suave. Corté hasta que estuvo a la altura de sus ojos. Al final, lo sequé con el secador dándole un estilo tipo: "Soy sexy sin intentarlo". Nathaniel ahora parecía sacado de un anuncio de Abercrombie & Fitch y no de mi libro de historia occidental.

—¿Qué te parece?

Él se acercó más al espejo pasando las manos por su cabello.

—Me veo bien, aunque yo siempre me veo bien.

¿Lo ven? Su ego competía con la altura del monte Everest.

Apartando al Sr. Darcy recogí el desastre de su cabello en el suelo poniendo los ojos en blanco.

—¿Qué sigue? —Él se tiró en mi cama ubicando una almohada bajo su cabeza. No tenía ni un par de horas aquí y ya actuaba como si este fuera su palacio.

—Bueno, debemos crear una identidad diferente y una historia de amor —respondió Pagan.

—Y una cuenta en Friends —agregué acariciando al Sr. Darcy. Su ronroneo era hermoso y yo quería abrazarlo para siempre.

—Cierto. —Pagan chasqueó su lengua—. Una cuenta en Friends. Aunque para eso necesitamos a un hacker, si le hacemos una cuenta nueva van a sospecharlo.

—Tienes razón. Deberías hablar con tu raro vecino.

—Lo haré, pero primero necesitamos una nueva identidad para él. —Pagan empujó el hombro de Nathaniel.

Rascando la oreja de mi gato pensé en lo difícil que sería hacer a Nathaniel acostumbrarse a un nuevo nombre. Pero su nombre era demasiado largo y lujoso. Mi lengua incluso se enredaba al terminar su nombre. Era lo mismo que decir: Esteban Julio Ricardo Montoya de la Rosa Ramírez. Bueno, tal vez exageraba un poco.

—¿Por qué no solo reducimos su nombre a Nathan? —sugerí—. Así deja de ser tan lujoso como Nathaniel.

—Nathan —dijo Nathaniel acostumbrándose a la reducción de su nombre—. Me gusta. Nathan Collins. Collins es el apellido de mi madre, y no hay que preocuparse por sospechas, su familia es extensa y totalmente irrelevante.

—Perfecto. —Pagan sonrió.

¿Lo ven? Es ella alabándolo y elevando su ego mientras que yo digo algo útil y es como: "Bien por ti, Kathleen, ahora por favor vuelve a tu esquina". Traición, ¡Traición! ¡Córtenle la cabeza! Una imagen mía siendo la reina de corazones vino a mi cabeza. Ese sería un lindo vestido para el baile de graduación.

Finge ConmigoWhere stories live. Discover now