2. B

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El parque lucía tranquilo esa tarde, el aire era cálido, habían niños jugando y parejas paseando tomadas de la mano. Había uno que otro perro, una señora anciana sentada en la banca, había árboles y el pasto igual de verde que los años anteriores. Kyungsoo tranquilamente se consume en un libro de terror, su género literario y cinematográfico favorito, a la sombra de una arboleda oscura. Se pregunta cómo sería vivir una situación como la que esas páginas detallan; sangre, misterio, experiencias paranormales e incluso lo sobrenatural. Probablemente horrible para alguien normal, piensa, pero aquello lo emociona. Una fuerza subrepticia lo absorbía y hundía en el anhelo de experimentarlo, palparlo y admirarlo con sus propios ojos y no tan solo su imaginación.

Un hombre joven, unos cuantos años mayor que él, se dirige directamente hacia su lugar sobre el césped. Quita la atención de su libro y lo ojea de pies a cabeza con incertidumbre; tenía cabello blanco, sus ojos eran oscuros, umbrosos, y su sonrisa cálida pero con un tinte de casi imperceptible falsedad que no fue capaz de reconocer. Las fisonomías del rostro se le hacían algo familiares, pero definitivamente no lo conocía.

—Disculpa, ¿sabes cómo puedo llegar a esta dirección? —pregunta con voz amable, y solo entonces Kyungsoo se da cuenta de que tiene un papel en la mano y una mochila de viaje colgada a la espalda. Estira el brazo para alcanzar el papel y, después de analizarlo, se lo devuelve rozando ligeramente sus dedos.

—Es por allá —apunta una calle a lo lejos rodeada de edificios grises. El desconocido se voltea a mirar y Kyungsoo entrevé un tatuaje emergente, desde la piel bajo la camisa hasta la parte trasera de su oreja. Parecía una línea maltrecha, había unos garabatos minúsculos, pero a esa distancia no podía distinguir mucho. El hombre retorna a su posición y atrapa sus pupilas con mirada más lóbrega que antes, pero aún con una media sonrisa en los labios. 

Su sistema nervioso envía un escalofrío a lo largo de su espina dorsal, no desagradable del todo.

—Yo vivo en ese camino, puedo llevarte si deseas —se oye a si mismo ofreciéndole sin cavilar, aunque no era verdad. Kyungsoo vivía por la calle totalmente opuesta.

—Gracias. —El desconocido le ofrece la mano para ayudarlo a pararse y Kyungsoo la observa unos segundos antes de estrecharla con la suya. Él no solía ser tan amable, pero algo lo impulsaba a llevar a ese extraño a la dirección que buscaba. —Soy Jongin.

—Kyungsoo.

Caminaron a un ritmo parejo, sin conversas, cruzando la calle y avanzando por un callejón mientras la tarde caía rojiza y la sombra de las paredes oscurecía su alrededor. Las voces de las personas y el ruido de los autos quedando atrás de ellos, olvidadas. Jongin volvió a mirar su papel y se detuvo en seco frente a una puerta metálica que parecía abandonada en una de las murallas de ese callejón. Kyungsoo también detiene su marcha.

—Creo que aquí es —dice el hombre, con una forma de mirar que le hizo apretar un poco el libro en su mano; entonces le sonríe. 

Kyungsoo no devuelve el gesto.

Jongin abre la puerta que aparentemente estaba sin seguro, y Kyungsoo cree que es momento de irse. Sin palabras se voltea, pero un agarre de brazos firmes en su torso lo sorprende y una mano cubre su boca; respiración caliente al costado de su cara.

—Pero tú entras conmigo.

Esa tarde fue la primera vez que Kyungsoo vio a Jongin; pero definitivamente no la primera vez que Jongin lo vio a él. 

ABECELOSO; KaisooWhere stories live. Discover now