Capítulo 28

1.3K 62 57
                                    

Capítulo 28

- Después de usted, señorita Wilson -dijo Nash abriendo la puerta de la suite.

- Gracias. -sonreí y entré.- ¡Madre mía! -me quedé con la boca abierta.- Nash, ¿de verdad que nos vamos a quedar aquí? -me giré para mirarle. Él sonriente se acercó a mi.

- Sí, esta noche solos tú y yo. ¿Te gusta? -mi piel se erizó al escuchar su voz ronca.

- ¿Estás de coña? Esto es impresionante. -dije girándome y observando cada detalle. Me acerqué al ventanal que había en la habitación y vi toda la ciudad iluminada. Todo se veía muy pequeño desde aquí arriba.

Sentí las manos de Nash agarrarme la cintura por detrás.

- Bonito ¿eh? -me susurró. Yo asentí y me aferré mas a él apoyando mi cabeza en su hombro. Me giré para mirarle.

- Gracias por esto. -acaricié su mejilla. A pesar de la oscuridad podía notar el brillo de sus ojos.

Pasé mis dos manos por su nuca y le atraje a mis labios. Él no tardó en corresponderme. Apretó mis caderas y no pude evitar gemir. El beso aumentó de intensidad y empecé a ponerme nerviosa cuando noté una de sus manos acariciarme el muslo. Me separé de él dejándole confundido.

- Nash yo...

- Lo siento, _____, fue...

- No, escuchame. Es que yo... -hice una pausa y resoplé.

- ¿Qué pasa?

- ¡Soy virgen! ¿Vale? Ya lo dije. -noté mis mejillas arder. Menos mal que no había luz en ese momento.

- _____, no haremos nada que tú no quieras. -cogió mis manos.

- Pero...yo te amo.

Él me miró a los ojos. Yo sonreí tímida.

- ¿Qué ocurre? -pregunté confusa.

- Prefiero demostrártelo que a contártelo. -y sin decir nada más cogió mis mejillas y me volvió a besar.

Definitivamente estaba dispuesta a hacerlo. Además creo que, no creo no, estoy segura de que Nash es el indicado.

Quité su chaqueta sin dejar de besarle. A continuación empecé a desabrochar uno por uno de los botones de su camisa mientras dejaba besos húmedos por su cuello.

- Dios _____. -se terminó de quitar la camisa y la lanzó contra el suelo. Me quedé embobada mientras le miraba. Subí mi mirada a sus ojos. Estos tenían la pupila dilatada, tanto que casi no podía admirar su precioso color azul cielo.

Se acercó a mi y me cogió en peso. Yo enredé mis piernas en su cintura y mis manos en su pelo. Me deshice de mis tacones en un hábil movimiento mientras Nash caminaba hasta la cama. Se sentó en esta conmigo encima. Nuestros labios no se separaban y nuestras lenguas batallaban sin parar. Sentí una de sus manos en mi espalda, buscando la cremallera de mi vestido. Cuando lo hizo empezó a bajarla lentamente. Me ponía de los nervios con tanta lentitud. Sin duda estaba muy excitada, y él también.

Terminó de quitarme el vestido. La vergüenza me invadió. Mis mejillas volvieron a arder y bajé la mirada. Pero Nash me levantó la barbilla y me obligó a mirarle.

- No tienes que estar incómoda, bebé. -acarició mi mejilla.

- Es que me da vergüenza.

- Créeme, no tienes motivos.

- Te quiero. -sonreí y volví a besarle pero esta vez le obligué a que se acostara por completo quedando yo encima de él.

Inconscientemente desabroché el botón de su pantalón y los bajé despacio.

En un hábil movimiento, Nash estaba ahora encima mía. Tanto él como yo estábamos en ropa interior. Volvió a atrapar mis labios y puso sus codos a cada lado de mi cabeza. No pude evitar gemir cuando noté su miembro rozar con mi feminidad.

Dios, estaba en las nubes. Él empezó a darme besos por toda la cara y el cuello. Me hacía cosquillas y no pude evitar reír. Él también río en mi oído. Me encantó oírle, dios.

Él se separó y se quedó mirándome.

- ¿Estás segura de esto? No quiero que después te arrepientas. -dijo con voz ronca.

- Nash, estoy segurísima. -le di una sonrisa de confianza.

Con cuidado quitó mi incómodo sujetador. Aún estaba nerviosa pero decidí relajarme. No tenía porque avergonzarme ante él.

Comenzó a dar suaves caricias por todo mi cuerpo, que hacían que mi piel se pusiera de gallina.

Su mano tropezó con la única prenda que me quedaba y por fin me la quitó.

Estaba completamente desnuda ante Nash Grier. Oh dios mío. Otra vez los nervios.

Se levantó de la cama, dejándome confusa. Después bajó sus boxer y ahí fue cuando vi su gran erección. ¡Santa Virgen!

- Buenas vistas ¿eh, bonita? -dijo él bromeando mientras buscaba algo entre sus pantalones. Sacó su cartera y de esta un preservativo.

- ¿Estabas tan seguro de que íbamos a hacer el amor esta noche?

- Soy un hombre precavido. -no pude evitar reír.

- Está bien, Grier. -mordí mi labio. Él se colocó el preservativo y volvió a ponerse encima mía.

- Eres preciosa, _____ -susurró en mi oído.- hoy vas a tocar el séptimo cielo, cariño. -esas palabras me excitaron más de lo que ya estaba.

Junté mis labios con los suyos nuevamente y él me obligó a abrir las piernas.

Noté como entró dentro de mí lentamente. Joder, dolía la vida. No pude evitar quejarme.

- Me duele.

- Tranquila, es normal. Tienes que dilatar. -entró un poco más, pero ya no sentí tanto dolor.

Cuando Nash se percató, cogió la iniciativa de la situación. Empezó a moverse lentamente. Entrando y saliendo de mí. Me estaba volviendo loca y me sentía rara. Ambos no parábamos de gemir y jadear. Ya no sentía nada de dolor, solo puro placer.

- Dios, Nash. -conseguí decir en un gemido. Rodeé con mis piernas su cintura y el gruñó. Puse mis manos en su espalda, notando como sus músculos se contraían.

Nash aumentó la velocidad de sus movimientos y yo movía mis caderas al compás. Era un sentimiento increíble.

- Estás cerca, lo sé nena. -dijo entre jadeos. Tenía razón y él también lo estaba, podía notar sus piernas temblar.

Hasta que por fin llegamos al famoso y deseoso orgasmo mientras gritamos el nombre del otro a la vez.

Nash cayó rendido encima mía. Los dos teníamos las respiración acelerada. Toqué su cabeza y le aparté los pelos de la frente para después depositar un beso en esta. Se puso a un lado mío y me miró.

- Te amo _____. -dijo mientras me abrazaba.

- Te amo Nash. -me acurruqué en sus brazos y pecho, hasta quedarme profundamente dormida.

you're all I need.  -nash grier. [CORRIGIENDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora