»Sientes sus uñas enarcadas, das un fuerte alarido, y sientes como tu pie se desprende.

»El color de tus alrededores se hace cada vez más intenso, tu sangre lo está tiñendo, sientes mucho dolor y vomitas cuando escuchas como aquella cosa que te seguía, consume aquella parte que te arrebató. Y luego sigue con tu otro pie, lo arranca vorazmente, pero ahora con los dientes, te ciegas completamente, el dolor es insoportable. No sabes que sentir, pero lo que nunca dejaste es el miedo, ese miedo a lo desconocido que te está devorando, vivo. Encerrado, sin escapatoria, y desistes mientras degustan de tu carne cruda.

Mientras el Dr. Roosevelt retiene las ganas de vomitar mientras observa la horrible escena, habla consigo mismo en voz baja, como cual persona desatada hace. Dice palabras sin sentido, pero para él, es algo entendible y normal. -Acabamos con el tercero, muy bien, muy bien. Esto se está poniendo cada vez más intenso. Es algo de admirar, estoy orgulloso de mí-, y mientras prolifera esto, lo que resta del cuerpo de E03 aparece. El Dr. Roosevelt se acerca cautelosamente, como un felino a punto de cazar, sonríe y se lo lleva a la morgue.

-No hay que dejar correr al tiempo, empezaré lo más rápido que pueda, descansa E03. -Y prosiguió, como si nada le importase.

»Despiertas con el sonido constante de una risa, más bien, una carcajada. Es profunda, aguda y se la distingue a lo lejos. Es como si pequeños niños estuviesen jugando y disfrutando de un momento en el parque. Y se apaga cuando abres los ojos, estás en un lugar oscuro. Sientes una brisa fría, casi helada.

»Te levantas por instinto y tratas de buscar algo de luz, quieres saber dónde estás y buscar la forma. Y de la nada, gritas, tus músculos se contraen, las risas regresan, pero está vez más macabras. Te estás encogiendo, sientes tus huesos rozar, mareo, nauseas, asfixia, y tu boca llenarse con tus dientes.

»Tratas de escupir, ya estás entrando en un estado de shock por culpa del miedo. Dejas sentir, y te dejas desplomar en el suelo.

»Expulsas diente por diente, y te quedas sin dentadura luego de un corto lapso de tiempo, y tu boca no está sangrando, es como aquella pesadilla que has tenido desde los cinco años. Así que tienes la esperanza de despertar ya. Te pellizcas y te duele, esto está pasando y tu miedo aumenta.

»Las risas no han cesado, pero escuchas la voz de una niña, reírse delicadamente, con curiosidad e inocencia, esa, no es una buena señal, o por lo menos así lo presientes.

»Se escucha el sonido de una puerta vieja de madera abrirse, cruje y choca suavemente contra la pared. Escuchas pasos, alguien prendiendo un fósforo y una pequeña llama iluminando tú alrededor.

»Te encuentras a ti en el piso, sobre una alfombra de diseño peculiar y antiguo, a tu alrededor un piso de madera pulida, con paredes tapizadas de papel con formas en mosaico, una cama grande muy bien tendida, con cortinas arremangadas a los lados de la misma de un color rojo transparente, el lugar es limpio, te fijas que tienes una silla mecedora a tu lado izquierdo y la vela negra que está en un porta velas en la mesita de noche, su llama se mueve lentamente de un lado al otro, sientes paz pero al mismo tiempo temor de lo que puede pasar. Tratas de levantarte, y cuando lo logras caes al piso nuevamente. Te has golpeado la cabeza con el suelo, así que la masajeas con tu mano pero sientes algo extraño en la muñeca, así que la miras, y cuando lo haces retienes un grito de sorpresa. Tu mano está cosida con hilo rojo y fino hacia el resto de tu mano, tienes dos clavos a ambos lados y una separación milimétrica. Estás temblando, y revisas tu otra mano, es igual.

»La cabeza te duele, tu estómago se revuelve y la llama de la vela se mueve rápida y ferozmente, sientes un viento helado recorrerte la espalda, la silla se empieza amover lentamente... Las risas se empiezan a escuchar de nuevo y una caja de música empieza a sonar.

Experimento FOBIA ©Where stories live. Discover now