04- Pasado

3.9K 296 17
                                    

A pesar de haber transcurrido poco más de media hora, Isaac se sentía como si hubiera caminado un día entero y tenía la sensación de que su cuerpo cada vez pesaba más y más. Aunque había luna llena, las espesas nubes se negaban a apartarse de su camino, dejando el paisaje en la más completa oscuridad. De repente, el joven notó una presencia a su espalda. Se giró sobresaltado, pero no vio nada, y empezó a mirar alrededor convencido de que no estaba solo. Tras un rato observando pensó que era la fiebre que le estaba jugando una mala pasada y continuó caminando, aún desconfiado.

—¿Crees que conseguirás llegar a la ciudad? —Isaac escuchó la voz del vampiro y se volvió a girar bruscamente, pero seguía sin ver a nadie. Estaba seguro de que no era la fiebre, estaba completamente seguro de que realmente lo había escuchado—. A este paso aún te quedan unas tres horas para llegar... si es que no caes muerto antes —dijo la misma voz.

—¡Sal de donde estés! —gritó el joven sacando su daga y mirando hacia todas partes.

—Estoy justo detrás de ti —dijo tranquilamente Ádrian—. Aunque a un humano no le es tan fácil ver en la oscuridad, ¿verdad?

—Deja de bromear. —Se giró nuevamente y miró al frente intentando distinguir alguna figura, pero le era realmente difícil, no solo por la oscuridad, sino también porque la fiebre empezaba a nublarle la vista. Al fin logró ver una sombra que empezó a moverse lentamente hacia él, y esperó a que se acercara algo más, apretando la empuñadura de su daga con la mano.

Cuando estaba a tan solo dos palmos, Isaac se lanzó encima del vampiro con su último esfuerzo intentando inútilmente clavarle la daga en el corazón. Ádrian fue más rápido que él y le agarró la mano haciendo un movimiento que volteó al muchacho indefenso hasta quedar su espalda apoyada en el torso del vampiro. No tuvo que hacer un gran esfuerzo para que Isaac soltara la daga, ya que en seguida su cuerpo dejó moverse y cayó lentamente hasta llegar al suelo.

Cuando Isaac despertó, volvía a estar en aquella vieja habitación con olor a humedad. No sabía cuánto tiempo había dormido, pero intuyó que bastante, ya que se encontraba mucho mejor. Se incorporó y un paño mojado cayó de su frente. Miró hacia la mesita y vio un cuenco con agua, donde dejó el paño, y un vaso de zumo y unas tostadas sobre una bandeja.

—¿Es que no tiene nada mejor que servir? —dijo malhumorado tras coger una tostada, pero el sonido de la puerta detuvo su mano antes de acercársela a la boca, y observó al vampiro entrar con tranquilidad en la habitación.

—Parece que ya estás mejor —dijo Ádrian con tono amable, no quería volver a enfrentarse al muchacho.

—¿Por qué sigo aquí? ¿Cuánto tiempo he dormido? ¿Y por qué no me has matado aún?

—Vaya... Parece que te has despertado animado —carcajeó—. Vamos a ver, sigues aquí porque te traje de vuelta, has dormido un día entero y, como ya te dije, no es mi intención matarte, de lo contrario, no tendrías esa tostada en la mano. —Señaló la mano del joven y apreció cómo sus mejillas se sonrojaban ligeramente mientras dejaba la tostada rápidamente sobre la bandeja—. Tranquilo, puedes comértela, no está envenenada —añadió tras soltar otra carcajada.

—No tengo hambre y tampoco necesito la ayuda de ningún vampiro —dijo aún sonrojado y bastante molesto—. Además, ¿es que no tienes nada decente para comer? ¿Acaso crees que una persona se puede alimentar de zumos y tostadas?

—Lo siento, pero en eso no puedo ayudarte, recuerda que soy un vampiro, no necesito esa clase de alimentos para vivir. —En seguida vio al joven apretar los dientes y agarrar con fuerza las sábanas. Apartó la cara enfurecido y Ádrian se dio cuenta de que su comentario le había ofendido. Se acercó a la cama y miró seriamente al muchacho—. Disculpa, no era mi intención enfadarte. —Intentó ponerle la mano sobre el hombro para que lo mirara, pero Isaac la golpeó con fuerza.

Bajo la piel del vampiro ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora