Capitulo 3. "Astrid"

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—¡Carlos! ¿que ha sido eso? —preguntó Evie indignada.

—¿Que, crees fue mi culpa?, ¡¿acaso no viste cómo se refirió a mi?!

—Sólo hizo un comentario de tu cabello, no es la gran cosa hermano. —Dijo Jay.

—Pero... —el chico seguía extrañado

—Dejalo así, Carlos. Está cansada por el viaje, tú lo escuchaste. —Evie le replicó.

—Sí... Y mejor comportarte. Hay que dar buena impresión.

Carlos trató de hablar pero Jay y Evie se fueron detrás de la multitud. Dejándole.

—¿Tú también sentiste algo raro? —escuchó la voz de Mal detrás de si.

Él se volvió a Mal.

—¿Que? —preguntó el peliblanco/negro.

—Soy hija de maléfica tengo el don de saber si algo no va bien —dijo Mal. —. Sentí algo raro cuándo nos llamó "hijos de los villanos''. Algo no va bien. Sólo que no sé que...

—¿Vas a decirle a Ben? —preguntó Carlos.

—No sé... Sabes que aquí es diferente a La Isla de Los Perdidos. Tal vez sólo sea mi imaginación.

Carlos asintió.

—Además tiene razón... Tu cabello es teñido. —Mal rió y se fue con el resto.

Carlos suspiró. Ahora estaba sólo con Chico.

—A ver amigo... ¿Que acaba de pasar? —dijo pero no obtuvo respuesta a cambio. —sip, a veces olvido que eres un perro.

Carlos tomó camino adentro del castillo que era la escuela.

***

—Bueno parece que han  de servir las tartas de fresa. —Anunció el rey Adam.

Mal sonrió. Adoraba las fresas y le pareció genial que Astrid también, al menos sabía que había algo en común.

Ese sentimiento del cuál había hablado con Carlos había desaparecido. Tal vez había sido su imaginación. La hermana de su novio era agradable.

Por su parte el chico de cabellos blanco y negro veía a sus amigos y la chica nueva hablando elegantemente. El debía admitir que la chica era linda. Sin embargo esa incomodidad no se quitaba.

Y fue mayor cuándo la vio acercarse a él.

—Hola... Carlos. —le escuchó decir.

—Hola, princesa Astrid. —respondió él.

Ella sonrió. —Me disculpo por lo de hace un rato. Yo... Es extraño verlos aquí. En buen sentido. Veo que se han acostumbrado rápidamente.

—Sí... Creo que así es —dijo. —. Es muy diferente a La Isla de los Perdidos.

La mirada de la chica era seria.

—Sí... Yo me imagino que sí —dijo ella. —. Bueno, yo sólo me quería asegurar que no habían rencores

—No veo por que deberían. —Dijo él serio.

—Bien... Si me disculpas. Voy al baño.—dijo ella antes de levantarse e ir a dirección al baño.

Carlos la miró fijamente un par de segundos antes de perderla de vista.

Tal vez fuese y imaginación o no. Habia algo extraño con Astrid. Él lo sentía, y si daba el caso de que asi fuese él iba averiguarlo. 

Por otro lado en el baño se podía ver a la joven princesa viéndose en el espejo. Sin embargo ella veía su reflejo detenidamente, el cuál mostraba sólo para ella y no para los demás su verdadero ser.

Alguien que no era Astrid.

***

—No van a salirse con la suya —dijo la joven directamente a los otros chicos que estaban al otro lado de la celda.—. Ellos van a darse cuenta que no soy yo.

Los dos chicos rieron.

—Voy a decepcionante pero Pearl ya esta bien colocada con tu familia y amigos y todos pescaron el anzuelo.

La chica sonrió.

—No van a conseguir la rosa de Auradon. Alguien va tener que darse cuenta de lo que está pasando.-ella recalcó.

—Y para cuándo eso pase, los hijos de los secuaces habrán logrado lo que los hijos de nos villanos no. —dijo el primero de los chicos. —Ahora la dejamos para que descanse, princesa Astrid.

Ambos hicieron una reverencia y salieron de la parte de la cueva. Astrid sabía que alguien iba a darse cuentan de lo que estaba pasando. Ella estaba segura.

La princesa de Auradon [Descendientes/Carlos De vil] LPDA1Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu