सत्रह

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                   0017.

Después de duras semanas sin dejar de buscarla, por fin la encontré.

Estaba viviendo en un hotel a unos cuantos kilómetros de su casa.

Y no, no logré rastrearla, sino que Aiken no soportaba guardar durante más tiempo el secreto. Sólo me lo dijo a mí y eso me tranquilizó, aunque me habría encantado darle la noticia a su padre para avisarle que su hija estaba sana y salva.

Manejé, aproximadamente, unas dos horas y medias para llegar con tiempo al nuevo hogar de Alicia. Siempre se quejó de mi lugar de vivienda y ella terminó igual que yo. ¿Quién lo diría?

La curiosidad estaba carcomiéndome. ¿Qué hacía ahí? ¿Cuál era la razón de su partida? ¿Por qué había decidido dejar a todos atrás como si no le importáramos?

La duda que más quemaba en mi interior era el por qué no había confiado en mí como para decirme sus planes, sus sueños, sus metas.

Detuve la carcacha frente al edificio bien cuidado y tomé una bocanada de aire en cuanto puse el pie izquierdo fuera del auto.

Al cerrar la puerta, escuché que algo se rompía en pedazos. Había sido la ventanilla trasera, que parecía haber explotado encima de los asientos descuidados.

—Mierda —dije por lo bajo. Definitivamente necesitaba un nuevo vehículo, ya que parecía hasta peligroso.

No me importó más de lo que debería, y caminé dando grandes zancadas porque me sentía desesperado. Quería tenerla en mis brazos aunque a ella no le gustara la idea.

Quería besarle la frente y decirle que iba a apoyarla en todo lo que quisiera. Que nunca la abandonaría.

Con el corazón hecho añicos, le pregunté a la recepcionista por Alicia Steklov.

—¿Por qué debería darte la llave de su habitación? —Cuestionó, escudriñándome de pies a cabeza.

—Porque es mi... —novia— amiga, y sospecho que está en problemas.

—Alice no tiene amigos aquí.

—Espera, ¿la conoces?

—Claro, hemos sido inseparables desde jardín de infantes.

Bueno, eso no me lo esperaba.

¿Qué más no sabía de ella?

—¿Eres Jason?

—Te habló de mí —y no evité que se escapara un suspiro de niña enamorada de entre mis labios—. ¿Podrías decirle que estoy aquí?

—Lo que menos quiere es verte —empezó a murmurar, como si de pronto quisiera esconderse de todo mundo—. Se suponía que nadie sabía dónde estaba... ¿Te lo dijo Aiken?

—Nunca confíes en una niña pequeña.

—Alicia va a matarla —la chica sonrió. Usaba aparatos dentales—. Como sea, no creo que ella quiera verte, Jason. Lo siento, pero no voy a darte más información.

—Por favor... Haré cualquier cosa, eh...

—Shanna.

—Un placer, Shanna. Alicia es importante para mí, ella no tiene ni una idea de lo mucho que significa su persona. Por favor, no quiero problemas. Lo único que quiero son diez minutos para hablar.

Se quedó callada unos segundos, pensando mientras se mordía el labio superior. Su mirada perdida.

—Dices que harías lo que sea.

—Así es.

—¿Estás seguro? —Sus ojos me enfocaron y levantó las cejas persuasivamente—. ¿La engañarías?

—Pensé que ibas a pedirme dinero —me burlé. ¿Ella engañaría a su mejor amiga? Quiero decir, yo no tenía problemas por enrollarme con ella ya que mi relación con Alicia había terminado y prácticamente estaba soltero—. ¿Qué es lo que quieres?

Señaló discretamente, con el dedo índice, una puerta detrás de ella.

Parecía ser un pequeño almacén.

—Pasaremos un buen rato. —Estiré la mano hacia ella y la tomó sin expresión alguna.

Lo que hice estuvo mal.

Estuvo más que mal.

Pero por un momento me sentí realmente libre.

¿Así era como se sentía Alicia?

Lo que Alicia nunca supo | LIBRO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora