एक

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0001.

Tenía tres lunares que formaban una curva a lo largo de su mejilla derecha.

Una cicatriz gruesa en su dedo índice izquierdo.

Sus piernas largas desnudas me rodeaban por las noches de verano en las que no usábamos sábanas.

Su cabello caía sobre mi pecho cuando me abrazaba en la cama.

—Alicia.

—¿Mmm? —Preguntó mientras aparentaba dormir. Justo como dije, su cabello me hacía cosquillas en el pecho.

—¿Por qué nunca quieres salir conmigo?

—Estamos saliendo —murmuró. Su voz era apenas audible, ya que sus labios rozaban contra mi piel descubierta.

—No... Sólo hemos dormido juntos durante dos meses, pero nada de citas serias.

Alicia abrió sus preciosos ojos color avellana para mirarme como si hubiese contado un chiste.

Algo que no sabía, pero que intentaba decírselo todo el tiempo, era que odiaba con el alma que me mirara como si fuera un tonto.

—¿Dos meses? A mí me han parecido tres.

—Con mayor razón deberíamos tener una.

Lo único que hizo fue negar con la cabeza y se alejó de mi cuerpo.

Descubierta de las piernas, se puso de pie y caminó a lo largo de la habitación del motel en busca de sus vaqueros blancos.

—Eres gracioso.

—¿Qué? —Imité sus pasos y me vestí con la camiseta azul y el pantalón de chándal negro que traía puesto.

—Quieres tener una cita formal... Pero siempre me traes a un motel para dormir. Ah, y para acostarnos —levantó el dedo índice para afirmar sus palabras.

Al colocarse la blusa, una parte de su cabello quedó dentro de ésta y lo sacó con facilidad mientras me sonreía.

—¿Por qué no me llevas a casa?

—Lo haré.

—Me refiero a tu casa.

Lo que Alicia no sabía, pero en algún momento se enteró, era que yo no tenía una casa propia, sino que vivía en ese motel que parecía molestarle tanto.

                                                                                               

Lo que Alicia nunca supo | LIBRO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora