ग्यारह

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0011.

—¿Quién es Hudson? —Quise saber. El teléfono de Alicia había sonado al menos tres veces seguidas mientras ella preparaba algo en la barra de la cocina. Eran bocadillos para los invitados de Aiken.

—Uh, un amigo. Se apellida así.

—Ajá. ¿Finn Hudson? —Pregunté con ironía.

—No seas celoso. Es un amigo —medio sonrió y dejó el cuchillo filoso a un lado de la tabla de madera—. O bueno, algo así.

—Eso no me hace sentir más confiado. —Y mucho menos con lo que me había dicho su padre. La verdad era que estaba demasiado alterado por todo, y por otra parte también estaba enojado con ella. Conmigo. Por ser ingenuo. Por creer que sólo yo tendría la atención de Alicia.

—Su nombre es Dustin. Tenemos clase de Química e Historia Nacional. Es realmente caballeroso y siempre me deja copiarle en las pruebas semanales —soltó una risa como si fuera divertido en serio y volvió a su trabajo de los bocadillos.

Entendí por qué siempre sacaba buenas notas sin necesidad de abrir libros y ponerse a estudiar.

Era Dustin.

Dustin Hudson. ¿Qué clase de nombre estúpido era ese?

—Ya vuelvo.

Dejó su iPhone en su lugar, despreocupadamente, y se dirigió al patio, el cual estaba repleto de niños de ocho años corriendo por doquier. Los vi emocionándose cuando Alicia llegó con la comida.

Su móvil volvió a vibrar, y esa vez no fue tan insistente. Lo hizo una vez solamente.

No pude evitar entrometerme en donde no fui llamado y leí aquel mensaje.

»Doritos. Coca-Cola. ¡Cita perfecta! No puedo esperar a verte otra vez, Al.

El estómago se me cayó hasta los pies.

Y supe que era mejor irme.

                                                               

Lo que Alicia nunca supo | LIBRO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora