नौ

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0009.

—Tengo algo que preguntarte —murmuró. Estaba acostada con la cabeza sobre mi regazo mientras yo acariciaba distraídamente su cabello.

—Te escucho —mis manos temblaron.

—¿Por qué demonios vives aquí?

—¿Cómo lo sabes?

—Es obvio. Estás aquí todo el tiempo —suspiró. Mi corazón volvió a su ritmo normal. —Dímelo, Jason.

—Mi madre me corrió de la casa porque no tenía el dinero para alimentarnos a todos. Somos cuatro hermanos, y como soy el mayor... Me tuve que ir.

Alicia asintió levemente mientras cerraba los ojos. Ambos teníamos mucho sueño, pero por alguna razón no queríamos dejar de hablar.

Así eran nuestras noches —o mejor dicho, madrugadas—. Siempre aprecié cada momento en el que ella quisiera hablar seriamente conmigo, ya que no sucedía muy seguido.

—Lo siento. No debí preguntar.

—Me alegra que lo hayas hecho —me reí y besé su cabeza. Olía a menta y a cigarrillos. ¿Alicia fumaba, acaso? —Como sea, estoy mejor aquí.

—Duermes en una cama individual. No cabemos, pero lo intentamos.

—Pronto podré pagar una cama matrimonial para que la ocupemos los dos. ¿Qué te parece?

—Mmm, de acuerdo.

Aunque no se escuchaba muy convencida.

Nunca pude pagar la cama.

Y Alicia nunca volvió conmigo al motel.

                                                     

Lo que Alicia nunca supo | LIBRO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora