पंज

3.2K 341 7
                                    

0005.

Tres días después, estábamos solos en su casa. En su habitación. En su cama.

Aiken y su padre habían salido a quién-sabía-dónde y nosotros llegamos unos minutos más tarde, cuando supimos que no volverían pronto.

—Entonces...

—De verdad tengo que estudiar, Jason.

—Sí, entiendo.

Alicia nunca estudiaba. Era buena alumna, pero jamás la vi abriendo un solo libro de texto de Química o Biología. Simplemente parecía saberlo todo. Siempre me sorprendió esa cualidad, y jamás le pregunté nada sobre ello.

—Sólo diré que si no vas a calentar el pavo, no enciendas el horno —reí y me incorporé para ponerme los zapatos. Tenía que ocuparme de aquel asunto.

—Inapropiado —canturreó. No se rio ni un poco. Eran momentos de seriedad absoluta para ella.

—Alicia, por todos los cielos, mira lo que hiciste conmigo.

—Lo siento, creo —se encogió de hombros y se levantó para buscar su morral deshilachado con el paso de los años.

Esa maldita palabra.

Creo.

Creo.

Creo.

Carajo.

—Está bien, creo. Te veré mañana —me acerqué para besarle la frente, o la mejilla, o los labios, pero ella ni siquiera me miró. Estaba buscando algo dentro de esa mochila.

—De acuerdo —murmuró.

Juro por lo que más quiero, que ella no levantó la mirada para despedirse de mí. Seguía enfrascada en ignorarme por completo.

Alicia no sabía que yo estaba aprendiendo sus trucos para pasar de largo con la gente al igual que ella.

Lo que Alicia nunca supo | LIBRO IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora