Habia estado tan perdido en sus pensamientos que ni siquiera noto su despensa desaparecer poco a poco.

—Genial —murmuró con ironía.

Cerró la puerta y apoyó la frente contra el metal unos segundos. No le quedaba más remedio.

Tomó las llaves del auto, se puso una camisa blanca –ya que dormia sin una—, y salió con paso tranquilo hacia el estacionamiento.

El supermercado no quedaba lejos, pero el clima fresco de la mañana lo despertó del todo. Mientras conducía, el viento entraba por la ventanilla y le revolvía el cabello todavía un poco húmedo.

Encendió la radio, una melodía pop sonaba suave. Su mente, sin embargo, estaba en otro lado.

Estacionó y caminó hacia la entrada. El aire dentro del supermercado era distinto: olía a pan recién hecho y a café, y el murmullo de la gente le resultó casi reconfortante.

Tomó un carrito y empezó su recorrido por los pasillos. Huevos, arroz, un poco de pollo. Pasó por la sección de frutas, concentrado en elegir algo decente, hasta que una voz familiar lo sacó de sus pensamientos.

—¿Jungkook?

Alzó la vista.

A pocos metros, con una canasta en una mano y el cabello rubio un poco despeinado, estaba Taehyung.

Vestía una sudadera clara, sencilla, y unos pantalones grises Sus ojos se agrandaron apenas lo reconoció.

—Vaya... —dijo Tae, sonriendo un poco, algo sorprendido—. No esperaba encontrarte aquí.

Jungkook parpadeó, intentando ocultar la sorpresa que también le recorrió el cuerpo.

—Yo tampoco. —Sonrió leve, encogiéndose de hombros—. Mi refri decidió morirse y mi comida favorita es el desayuno.

Tae soltó una pequeña risa.

—Al menos el tuyo se muere, el mío solo vive a base de jugos y sobras del trabajo.

Ambos se quedaron un segundo mirándose, con esa tensión cómoda que flotaba entre ellos desde hacía días. Ni incómoda ni clara, solo presente.

—Por cierto... —dijo Tae, bajando un poco la voz—, gracias por responder anoche.

Jungkook lo observó de reojo mientras dejaba unas manzanas en su carrito.

—No tenías que agradecer. Fue un buen mensaje.

—Aun así, lo digo. —Tae se rascó la nuca, mirando al suelo unos segundos antes de volver a subir la mirada—. No suelo escribir cosas así, pero supongo que... me salió.

Jungkook asintió despacio.

—Se notó.

Hubo un pequeño silencio. El tipo de silencio que no pesa, pero que dice mucho más de lo que debería.

Los dos siguieron caminando por el mismo pasillo, casi al mismo ritmo, sin acordarlo.

Tae tomó un paquete de pan y lo giró distraídamente en las manos.

—Pensé que hoy trabajarías —comentó con naturalidad.

—Sí, normalmente sí —respondió Jungkook mientras elegía un buen pan de caja —, pero esta vez entro más tarde. Hasta las doce.

—¿En serio? Qué suerte... —Tae soltó una risita suave—. Yo hoy libré, pero prometí pasar a dejar unos pedidos a la pastelería. Jungwoo me mata si le fallo.

—Ah, la dueña rubia, ¿no? —Jungkook sonrió de lado, recordando lo que le había mencionado Jimin; cuando por coinciencia supo donde trabajaba el rubio.

He Fell First! - KookTaeWhere stories live. Discover now