Y al final...

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-Es que no sé por donde empezar. La visión fue de cuestión de segundos y todo fue un flash borroso.
-Describe lo que recuerdes y yo voy preguntándote cosas. Quizá así recuerdes más.
-Recuerdo, recuerdo el dolor. Como todo a mi alrededor se nublaba y después estaba en una cabaña, en lo alto de una montaña; pero no era un recuerdo, yo no me encontraba en esa imagen, pero si lo hacia un hombre que me recordaba algo a mí. Él estaba con una bellísima mujer y ambos veían el cubo que tenían frente a ellos.
-¿Era el mismo que tú sostenías?
-Así es. Creo que lo acababan de encontrar cerca de su casa y les llamó tanto la atención que se lo llevaron.
-¿Que hicieron con él?
-Solo lo miraban, creo que hasta cierto punto le temían. Ellos... Creo que ellos sentían toda la energía que el cubo poseía.
-¿Podías experimentar sus sentimientos?
-Algo así, pero no los de las personas. Sentía la energía, como fluía por todas partes y como se acumulaba dentro de ellos.
-Entonces, si le temían ¿porque no se deshicieron de él?
-Porque lo tomaron como una señal divina, un regalo de los dioses, algo que debían proteger.
-¿Qué sucedió después?
-La imagen cambió, el hombre sentía mucho dolor. Tenía varios años más encima. Creo que alguien iba tras él. Y en un último intento por salvar...salvar-ME, tocó el cubo.
-¡A ti! ¿Cómo lo sabes?
-Porque cuando el hombre reapareció fue dentro de un hospital, me puso en una cama, porque después del viaje se sintió mal y pensó que iba a caer; pero solo ponerme ahí la energía dentro de él lo mandó a otro lugar. Yo lloré y los doctores me encontraron y vieron la solución a un percance que acababan de tener.
-¿Qué percance?
-Por falta de cuidado, acababan de dejar morir a una bebé. Y si se enteraban las autoridades, cerrarían el hospital.
-Entonces, escondieron la verdad y te entregaron a ti a los padres de la niña. Pero creí que ya no recordabas sus rostros.
-A veces, solo tienes que ver una imagen, para que los recuerdos vuelvan a fluir.
-¿Y ellos no sospecharon?
-No, no había diferencia entre los bebés. Y aunque conforme crecía las diferencias se dieron a relucir, ellos afirmaban que lo que sucedía era que había heredado rasgos de parientes lejanos. Aunque creo que en el fondo tuvieron un cambio de sentimientos y por eso no pudieron amarme incondicionalmente, pues algo les gritaba que los estaban engañando.
-Bueno, de menos ahora sabes que tus padres, los que te engendraron, si te amaban, solo que las circunstancias los apartaron de tu lado.
-Quizá ahora que controlo más los viajes en el tiempo, pueda regresar a verlos.
-Lo dudó, no sabes de qué año eran ellos. Y al parecer ambos desaparecieron de su tiempo.
-¡Oye! No mates mis ilusiones tan pronto.
-Solo te digo los hechos. Ahora continua, ¿Que más viste?
-A Steve, conmigo y los vengadores. Cuando todos custodiaron a Loki, cuando él despertó.
-Por eso no lo dejaste morir en aquella nave.
-Sí, porque sabía que él tenía un destino diferente. Que tenía que estar en otro tiempo. Y aunque no lo hubiera visto, no podía dejar de intentar hacer lo que fuera para salvarlo. Había varias promesas que cumplir.
-Cuéntame de ese tal Loki. Tu voz cambió después de decir su nombre.
-Un asgardiano, hermano de Thor. Era... Seductor. Cuando empezó con la invasión a Nueva York, atacó la torre Stark y yo estaba ahí.
-Aún habiendo dicho lo de seductor, tengo que preguntar... ¿Tuviste miedo?
-No, me sentí... Intrigada. Tenía una mirada penetrante, y no sentí que él tuviera intensiones de lastimarme, me parece que él sabía lo que yo era. Pero no pude averiguar nada más. Tony llegó y como hermano sobreprotector que es, me sacó de la torre.
-Hizo bien.
-Aunque no pudo evitar que yo peleara.
-Y nadie nunca podrá, mi amor. ¿Ya has terminado? No es que sea impaciente, pero estas mejoras prometen.
-Ya casi, solo faltan hacer unas pequeñas soldaduras. ¿Pero, y si no funciona?
-No importará, dudó que una pequeñez como esa nos impida divertirnos como nos gusta.
-Muy bien. Abre y cierra la palma. Perfecto, ahora gira la muñeca. Todo bien, bueno por lo menos no le hice desperfectos a lo que ya había.
-Vamos al punto.
Abi acababa de dejar las herramientas en su mesita de trabajo y Bucky tomó ventaja de la posición de su cuerpo y la sentó sobre sus piernas.
-La movilidad es increíble. ¿Cómo lo hiciste?- le dijo acomodándole su cabello, que se había movido después de su asalto.
-Tú sabes, mueves un cable por aquí, juntas otro circuito por allá. Cosas de rutina.
-¿Nerviosa?
-Un poco.- Abi colocó su mano sobre el brazo de metal de Bucky y dejó fluir parte de su energía a través de él.
-¡Sensacional!
-¿Lo pudiste sentir?
-Si, sentí el roce de tu mano, como antaño.
-Esto es maravilloso.
-¿No será cansado para ti, pensar en el impulso al darlo?
-No lo creo, si dejó fluir todo, como me pasa siempre que estoy contigo, no creo que vaya a haber inconveniente.
-Perfecto, vamos a probar tu teoría- dijo levantándose de la silla, con ella en sus brazos y llevándola hacia la cama. -Tengo que hacerte olvidar a ese tal Loki.
-No es problema, estando contigo, no puedo pensar ni sentir nada por ningún otro hombre.
-Bien. - Dijo dando por terminada la conversación al besar a Abigail hasta que ya no hubo aire dentro de ella.
Ambos estaban en una cabaña, cerca de las fronteras de Alemania. Llevaban juntos más de un año. Se habían vuelto a encontrar después de la caída de S.H.I.E.L.D a manos de Hydra. Todo se dio a causa de que la cabeza de Hydra, Alexander Pierce, estaba tratando de encontrar a Steve y al no haber rastros de él, decidieron buscar a alguien que pudiera saber su ubicación, y esa había sido Abigail.
Pese a todo el odio que le tenía a Hydra, Abi les estaba agradecida. Ellos habían encontrado a Bucky, moribundo en el fondo del despeñadero, y habían decidido seguir con los experimentos que habían iniciado con él. Ellos le habían puesto el brazo mecánico y lo habían mantenido vivo en los últimos 70 años por medio de la criogenizacion de su cuerpo. Aunque claro, el agradecimiento no borraba todo el dolor y el daño que le habían causado a Bucky y las mentiras que le habían contado y el modo en que lo habían utilizado, por lo que ambos se encontraban en caza de sus captores.
Fue difícil en un principio, pero no importaba cuantas veces hubieran borrado su memoria, en cuanto vio a Abigail, él supo quien era ella; o de menos, la relacionaba con un sentimiento de intensa alegría, gozo y añoranza.
La primera vez que la había visto, había sido a través de la mira de un rifle de asalto, no tenía planeado matarla, solo la vigilaba. Era de noche, un clima cálido había obligado a Abigail a mantener la ventana abierta de su habitación, no había porqué temer, estando en el piso 40 del edificio era técnicamente imposible que alguien entrará por ahí. Ella estaba dormida y aun con el calor que hacia que su cuerpo transpirara, ella estaba firmemente aferrada de su osito Bucky.
"El soldado del invierno" había sido su nombre en los últimos años, pero al ver esa imagen , otro nombre hizo eco en su cabeza. -James- lo llamaba la voz de una mujer y él podía jurar que se trataba de la misma joven que estaba observando. Y por primera vez, desde que había estado bajo las órdenes de Hydra, él dudó de su misión. Se quedó hasta entrando el alba, mirándola a ella; observó, su cuerpo, su rostro, su ropa, sus gestos. Su mente se esforzaba por recordar, pero no había nada. Después, para su suerte, su jefe había llamado, diciéndole que sus objetivos habían aparecido y que abortara la misión en la que estaba. Él se sintió aliviado de no tenerla que llevar con los hombres para los que trabajaba, pero a su vez se sintió decepcionado por no poder quedarse más tiempo con ella.
Al final de ese día, después de recordar fragmentos de su pasado gracias al enfrentamiento que había tenido con Steve, Bucky había decidido no regresar con Hydra, sino ir de nuevo con aquella joven, porque él sabía que ella lo podía ayudar a recordar quien era en realidad.
Fue entonces de nuevo a la torre Stark, pero ella no se encontraba en su habitación. Iba saliendo del edificio y decidió seguirla. La vigilaba de cerca, pero también manteniendo su distancia; en muchas ocaciones se sintió tentado a acercarse a ella, pero temía que ella se asustara de él, así que con total discreción la siguió hasta el museo.  No se había percatado hasta el momento, pero ella llevaba el oso con el que la había visto dormir.
Una vez dentro, ella no se había detenido para ver la exhibición, parecía que simplemente quería llegar a un lugar específico. Cuando al fin se detuvo, fue a sentarse a una banca frente a un cristal donde estaba la foto de un hombre. Bucky, al mirar la imagen, se olvidó de su objetivo y se acercó al cristal, leyendo todos los datos y horrorizándose con lo que leía. Cuando estaba a punto de salir corriendo, sintió como una mano se deslizaba entre la suya y se giró a ver lo que sucedía. Y ahí estaba Abigail, la tenía a lado suyo. Podía ver el color de sus ojos, la profundidad en ellos y el amor con el que lo miraba.
-Te he extrañado, mi osito Bucky.
Él se sentía feliz, asustado, eufórico y temeroso. Feliz de que efectivamente aquella joven lo reconociera, asustado al no saber lo que sucedería cuando él le dijera que no la conocía, eufórico por sentirse a salvo y en casa, pero aterrado de perder todo cuanto acababa de obtener. Ella, parecía haber percibido todas sus inquietudes e inmediatamente lo había abrazado, no un abrazó aprensivo, sino que había colocado la cabeza sobre su pecho y había envuelto ligeramente su cintura con sus brazos y no se movió hasta que él la sostuvo de igual manera, aunque con un poco más de fervor. La había sujetado contra su ser y había recargado su cabeza en su cabello, ese cabello de fuego con el que en algún momento había jugado.
-Abi- había escapado el nombre de sus labios sin darse cuenta.
-Aquí estoy amor mío, y esta vez será para siempre.

What if...?Where stories live. Discover now