Capítulo 10 "Bóveda Celestial y luceros"

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Todo era hermoso, veía el ocaso que se encontraba en frente de mis ojos, segundos mas, y desapareció.

—¿Por qué haces todo esto? —pregunté.

—¿Que cosa? —me miró a los ojos, ahora lo único que nos iluminaba era la luna, quién hacía su aparición.

—Todo esto —miré el cielo. Oí un suspiro de su parte, y me quedé sin respuesta alguna.

—Yo.. no lo sé April —se recostó en la roca. Lo miré e hice el mismo acto, quedando ambos mirando la hermosa bóveda celestial.

—Nunca, alguien me hizo esto —dije en un susurro.

—¿En serio? —cuestionó, asentí—. ¿Por que?

—No quiero hablar de eso Connor.

—¿Pero por qué?

—Es una larga historia —miré las estrellas, la cual estaban repletas en el frío cielo azul.

—Tenemos mucho tiempo.

—Es complicado Connor.

—Tal vez no lo sea.

—Ya, luego te cuento —dije y sonreí al mirar una estrella fugaz.

—Pide un deseo —habló Connor.

—Ya es tarde —hice pucheros.

—No es tarde.

—¿Por que lo dices?, si ya paso la estrella fugaz.

—Escuché en las noticias que hoy, había lluvia de asteroides —sonreí por lo dicho.

—Entonces, ¿nos caerán los meteoritos? —mentí e hice como una niña.

—No April, son, mejor olvidalo —admiró el cielo.

—Se lo que es.

—Sí claro.

—¡Oye! —le di un codazo.

—Auchh, que agresiva eres —sobó el lugar donde hace unos segundos atrás le había golpeado.

—Eres una nenasa —dije y reí fuerte.

—Niña odiosa.

—Malcriado.

—Boba.

—Imbécil.

—Oh, esa dolió. Nerd.

—Rata de dos patas.

—Te estoy hablando a ti —continuó él.

—Porque un bicho rastrero, aun siento el más maldito, comparado contigo, se queda muy chiquito —reí al terminar esa parte de la canción.

—Cantas horrible, por un momento pensé que era un elefante dando a luz —dijo Connor, lo miré mal.

—Eres un estúpido, ¿lo sabes?

—Y tú una manipuladora.

—Manipuladora, ¿yo?

—Sí —entrecerró sus ojos.

—Pendejo.

—Callate fea —se detuvo un momento.

—¿Que ocurre?

—Mira —señalo el cielo. Miles de cometas se podían apreciar allí arriba. Sonreí, pasó un buen rato, y no nos cruzabamos palabras alguna.

Una hora después, el frío empezaba a caer, la brisa que provenía de los árboles, hacían que me abrazara a mí misma. Connor me miró y se dio cuenta de ello.

"Intercambiando diferencias"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora