—Eso no fue lo que escuche, tú sabes que los chicos que entran al comedor son los que tienen buena conducta ¿cierto?

—Supongo...

—Te corroboro que es así, pero esta institución también es parte de un reformatorio y la mayoría de los hombres están aquí por delitos cometidos con anterioridad.

— ¿Qué me está tratando de decir? —frunzo el ceño.

—Lo que estoy tratando de decir, es que los chicos que ingresan al comedor están aquí cumpliendo una condena por haber cometido delitos que no pudieron ser procesados en fiscalía por ser menores de edad. Espero que esto no te asuste —levanta una ceja.

—El miedo es mi amigo.

—Conoces a uno de ellos, ¿no es verdad?

—Sí —dudo —pero...

—¿Pero ¿qué? —se cruza de brazos — ¿tienes alguna idea de porque delitos están en este lugar?

—No, pero...

—He escuchado que tienes una amistad con Thomas, el interno del pabellón C.

— ¿Thomas? —¡No puede ser!, ¿Quién le informo sobre eso? —sea directa ¿desde cuándo anda con tantos rodeos?

— ¡Desde que escuche rumores sobre una posible fuga! —pone los puños sobre el escritorio.

—No sé de lo que me está hablando —trago saliva.

¡Mierda!, Colton tenía razón sobre las sospechas hacia Thomas. Se debe a ver informado bien para hacerme venir aquí y soltarme todo esto.

— ¿A sí? —alza una ceja —los rumores vienen del pabellón de hombres y estoy segura que tú también estás involucrada —me apunta —y creo que esta vez no nos estamos entendiendo bien —se pone de pie, le imito, me tiro hacia atrás antes que llegue hacía a mí, pero me alcanza y me agarra una mano apretándola.

— ¡Suélteme!

—Emily, Emily, Emily —dice negando con su cabeza —tus errores te mandaran directo al fondo.

—Suélteme —intento zafarme, pero me aprieta aún más.

—¿O acaso estas escondiendo algo que yo no sé?, no creo que alguien esté intentando escapar, eso sería una locura —dice con sarcasmo.

—No, ¡Suélteme!

—¿Tú crees que puedes salir de aquí? ¿Qué puedes escapar de mí? ¡Mírame! —me agarra con su otra mano la cara. —Te pedí confianza desde el principio, porque los pacientes tienen que confiar en su Doctor, te pedí que te mantuvieras al margen y no lo hiciste y te pedí que te quedaras tranquila y nunca obedeciste y ¿por qué?, ¿para ser amiga de un chico de reformatorio adicto a la cocaína mientras intentan buscar una salida juntos?, tú no tienes idea de lo que estás haciendo, ni con lo que te estas metiendo, he sido bastante compasiva contigo, esto ha sido el comienzo porque escúchame bien, te estás buscando un lugar en el infierno ¿Me oyes?

Frunzo el ceño, me inclino y la escupo en la cara, me suelta y chilla limpiándose el rostro con la mano.

— ¿Pero ¿qué has hecho? —me grita asqueada. — ¿Cómo te atreves?

Veo a los guardias de atrás moverse y venir hacia mí, pero la Doctora les hace una seña para que no se acerquen.

— ¡No estoy intentando hacer nada de lo que dice, no mantengo ninguna amistad con nadie!

— ¿Y tú piensas que te creere? —se pasa una mano por la cara con asco —no te dare otra oportunidad, o tal vez deba usarte como ejemplo para que quede claro que aquí no se puede hacer lo que ustedes quieren, ¿Me entendiste? ya estoy harta de recurrir a las amenazas contigo, pero si me das motivo las haré valer.

Mi Telequinesis © [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora