Psicópata [Luke Hemmings] TERMINADA

Narra Luke (editado)

EDITADO

Agarré sus manos. La pequeña estaba bastante revoltosa y me era imposible hacer que se quedara quieta. Debía hacer que dejara de moverse para poder hacer el amor con ella. Solución: atarla. Sus manos se removían igualmente, aun cuando las esposé en el cabecero de la cama.

—estás revoltosa hoy, _______— me mofé un poco de ella.

Ella volvió a patalear debajo de mí y moverse para ponerme las cosas difíciles. Si supiera que cada vez que se movía me excitaba más, ella se hubiera quedado calmada.

—¡que me sueltes, joder!— gritó. Su voz entrecortada por el llanto.

____ estaba llorando, asustada y, sin embargo, me daba pelea. Me gustaba tanto esta chica.

—si no cierras tu boca prometo meter algo en ella que te mantendrá ocupada—la amenacé. Eso pareció funcionar porque dejó de forcejear con tanta fuerza.

______ se mantuvo quieta, su pecho subía y bajaba sin parar a gran velocidad, haciendo que su pecho chocara con el mío cada dos segundos cuando ella inhalaba. Sus manos estaban cerradas en puños y sus ojos parpadeaban casi sin parar. Las lágrimas caían por su rostro y me quedé como un idiota frente a tanta belleza. Era tan linda la imagen de ella debajo de mi cuerpo, indefensa y llorando, suplicando por algo. Sin embargo, había algo que me disgustaba: estaba a punto de hacer el amor con la chica que amaba y ella lloraba. Una voz, parecida a una consciencia, me dijo que ella no quería, que la dejara. ¡A la mierda! ella era mía, y yo hacía lo que quisiera con ella. Además, lograría convencerla de hacer esto por sí misma en algún momento. Sólo la forzaría al principio. A ella le gustaría tanto que me rogaría por más.

—vas a disfrutarlo, ______ — ella negó— sí, quieres esto tanto como yo. Vas a pedirme a gritos que te de muchos orgasmos, ya vas a ver— ella se sonrojó furiosamente, ¡Era tan adorable y hermosa! Sin duda ella era la indicada.

—no.

—di que me amas— agarré su cara para que me mirara, haciendo un poco de presión en su maxilar. Ella se alejó de mi agarre y trató de morderme, pero saqué mis dedos antes de que lo lograra.

—no te amo, no puedo amarte— dijo con poco aire. Su piel estaba colorada por el esfuerzo y el nerviosismo y me moría por dejar marcas sobre ella.

Aunque finalmente presté atención a lo que me dijo. Sus palabras fueron como un balde de agua fría que me impulsó hacia atrás, haciendo que me separara de ella. ¿No podía amarme? ¿Por qué? Ella tenía que amarme, no había excusa válida para evitar sus sentimientos por mí.

—vas a amarme, ____. Tienes que amarme.

—suéltame— su voz salió cargada de súplica.

—no— si ella no iba a amarme, yo iba a mostrarle cuanto podía amarla yo a ella.

Arranqué su ropa con un poco de furia y ella chilló. Sus manos volvieron a la acción de tratar de evitar que lo hagamos y me puse furioso. Cada vez estaba más alterada, agitada y nerviosa y yo no veía la hora de calmarla.

—¡Deja de gritar como una puta!, ______, pareces una— ______ se relajó al instante.

Ella cerró los ojos y suspiró. Por un momento pensé que se calmaría y me haría caso, pero me di cuenta de que ella estaba demasiado quieta.

—_____—dije moviendo su cara. Su cuerpo estaba flácido.

Ella no reaccionaba. Me salí de arriba suyo y la acomodé en la cama que compartiríamos por el resto de nuestras vidas. Mi pequeña chica tenía demasiada presión encima y colapsó. Pobre _____. Sin embargo, sabía que ella estaba a mi altura y que lo lograría.

Sonreí, ella entendería dentro de poco cómo eran las cosas. Ella era mía, siempre lo sería. Y yo pensaba dejárselo bien claro cuando despertara.

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