La sala central de la base secreta permanecía en un silencio inquietante, roto solo por el eco metálico de las llaves cayendo al suelo y el zumbido de la maquinaria que esperaba ser activada. La figura del abuelo de Robotnik, Gerald, se mantuvo erguida, su mirada fría y calculadora fija en su nieto. Pero antes de que cualquiera pudiera reaccionar, una sombra veloz irrumpió en la escena.
Shadow apareció entre ambos, situándose protectivamente frente a Gerald, su postura rígida y alerta, con los ojos carmesí brillando bajo la tenue luz azulada. Robotnik dio un paso atrás, sus ojos entrecerrados mientras analizaba al erizo negro.
—Shadow... —comenzó Robotnik, su voz cargada de incredulidad y cierta molestia—. ¿Acaso estás aquí para protegerlo? ¿A un hombre que pretende destruirlo todo, incluido aquello que María amaba?
Shadow no respondió de inmediato. En lugar de ello, permaneció en guardia, evaluando a Robotnik con una mirada intensa, como si estuviera midiendo cada palabra que este pronunciaba. Gerald, detrás de él, observaba en silencio, permitiendo que el enfrentamiento verbal se desarrollara.
Robotnik, recuperando parte de su habitual seguridad, dio un paso hacia adelante, alzando ligeramente la voz.
—¿Realmente crees que esto es lo que María hubiera querido? —cuestionó, su tono más grave y emocional de lo habitual—. María era inocente, pura, una luz en medio de la oscuridad. Nunca habría deseado una masacre indiscriminada en su nombre.
El rostro de Shadow se contrajo ligeramente, un atisbo de duda cruzando sus ojos. A pesar de su postura firme, las palabras de Robotnik parecían haberlo alcanzado.
—María... —murmuró Shadow, casi para sí mismo, como si evocara un recuerdo lejano.
Robotnik percibió la vacilación y decidió aprovecharla, avanzando otro paso.
—Piensa, Shadow. Este mundo tiene sus fallos, sí, pero también tiene posibilidades, futuros llenos de inocencia y bondad. Hay seres que no son culpables de lo que ocurrió con María, seres que merecen vivir, crecer, y construir un futuro mejor.
Shadow cerró los ojos brevemente, como si estuviera procesando las palabras de Robotnik. Su cuerpo, antes tenso, parecía relajarse ligeramente, y su mirada perdió parte de su dureza.
Gerald, al notar la duda en su creación, intervino con un tono firme y autoritario.
—¡No permitas que te manipule, Shadow! —exclamó—. María quería un mundo equilibrado, libre del caos que destruye todo a su paso. Esto es por ella.
Pero Shadow no respondió. Sus ojos ahora se dirigían al suelo, como si buscara en su memoria algo que confirmara o refutara las palabras de Robotnik.
Aprovechando la distracción, Robotnik se lanzó hacia las llaves en el suelo. Las tomó rápidamente, sintiendo el frío del metal en sus manos, y se enderezó con un movimiento decidido. Sin embargo, al alzar la vista, su expresión cambió drásticamente.
Gerald lo estaba apuntando con un arma pequeña pero letal, su mano firme y su mirada llena de una determinación implacable.
—No deberías haber hecho eso, Ivo —dijo Gerald, su voz baja pero cargada de amenaza—. Siempre has sido brillante, pero también un obstáculo. Si no puedes comprender mi visión, entonces no puedo permitir que interfieras.
Robotnik se quedó inmóvil, el peso de las llaves en su mano repentinamente más pesado. Shadow, aún en medio de ambos, giró lentamente su mirada hacia Gerald, sus ojos ahora llenos de confusión.
La tensión en la sala era sofocante. Gerald mantenía el arma firme, su mirada fija en su nieto. Ivo, sosteniendo las llaves con fuerza, mantenía su compostura, aunque su mente trabajaba a una velocidad vertiginosa, evaluando todas las posibles salidas de aquella situación. Shadow permanecía en el medio, como una sombra indecisa entre el pasado y el presente, entre la obediencia y el libre albedrío.
—Shadow, piénsalo bien —insistió Ivo, su voz resonando con urgencia, pero cargada de una serenidad estudiada—. María nunca querría que derramaras sangre por ella. Tú eres más que una herramienta de venganza.
Shadow cerró los ojos brevemente, como si cada palabra perforara la coraza que Gerald había construido en él. Entonces, con una velocidad que casi desafiaba a la física, Shadow giró sobre sí mismo, arrebatando las llaves de las manos de Ivo en un movimiento ágil.
—Esto termina aquí —murmuró el erizo negro con gravedad, antes de lanzarle una última mirada cargada de significado a Gerald—. Tú nunca entenderás lo que ella realmente quería.
Sin esperar respuesta, Shadow desapareció en un destello de energía caótica, llevándose consigo las llaves. El sonido del caos controlado reverberó por la habitación, dejando a Gerald y a Ivo solos.
El silencio apenas duró un segundo antes de ser roto por un sonido que heló la sangre en el lugar: un disparo.
Ivo bajó la mirada lentamente. La sangre comenzaba a empapar su camisa, fluyendo con una intensidad que contrastaba con el frío y calculador ambiente de la sala. Por un instante, todo pareció detenerse. Su respiración se volvió entrecortada, pero en lugar de mostrar pánico, sus labios se curvaron en una sonrisa tenue, casi sarcástica.
—¿Sonríes en este momento? —inquirió Gerald, su voz cargada de incredulidad, aunque sus manos no bajaron el arma.
Ivo soltó una risa débil, casi inaudible, pero cargada de un aire desafiante.
—Siempre he tenido... un plan de contingencia... —susurró con esfuerzo. Su mano derecha, temblando, sacó un pequeño dispositivo de su bolsillo—. Nunca dejo nada... al azar, abuelo.
Antes de que Gerald pudiera reaccionar, Ivo presionó el único botón del aparato. Un zumbido metálico inundó la habitación mientras varios drones emergían desde los rincones oscuros, rodeando a Gerald y apuntándolo con precisión milimétrica.
—¿Qué estás haciendo, Ivo? —preguntó Gerald, su voz ahora teñida con un leve matiz de alarma.
Ivo tambaleó ligeramente, apoyándose contra una consola cercana mientras su sangre continuaba goteando al suelo. Sus ojos, aunque debilitados, destellaban con una determinación feroz.
—Asegurándome... de que recuerdes quién soy. —Su tono era calmado, pero contenía una amenaza implícita que no requería mayores explicaciones.
Los drones, perfectamente sincronizados, se posicionaron en un círculo alrededor de Gerald, listos para disparar a la menor señal de hostilidad.
—Esto no es necesario —respondió Gerald, aunque su agarre en el arma comenzó a aflojarse ante la abrumadora superioridad táctica de su nieto.
Ivo quiso replicar, pero su cuerpo finalmente cedió. Sus piernas flaquearon, y cayó al suelo con un sonido sordo, perdiendo el conocimiento mientras el dispositivo aún reposaba en su mano. Su última visión fue la de los drones inmóviles, como centinelas silenciosos, protegiendo a su creador incluso en su vulnerabilidad.
Gerald, aún bajo la mira de los drones, dió un paso atrás. Su expresión era indescifrable, una mezcla de sorpresa, frustración y, quizás, una pizca de respeto por la mente estratégica de su nieto.
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Continuará...
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𝐿𝑎 ꜰóʀᴍᴜʟᴀ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 ||𝙱𝙻||
Romance☕Alfa: Robotnik. ☕Omega: Stone. ☕Mpreg, drama, acción, romance, etc. ☕No soy buena con el resumen, solo disfruten.
