𝐿𝑎 ꜰóʀᴍᴜʟᴀ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 ||𝙱𝙻||

☕16☕

El día comenzó con una calma engañosa. Robotnik estaba en su laboratorio, enfocado en sus estudios, cuando de repente una sacudida violenta recorrió los cimientos de su base. Las alarmas sonaron al instante, su notable tono metálico resonó por toda la instalación. Sus ojos se alzaron de la pantalla que estaba estudiando, reflejando una profunda concentración. Algo estaba sucediendo, algo que alteraba la rutina.

—¿Qué diablos...? —murmuró, apretando los labios mientras sus dedos rápidamente comenzaban a teclear, analizando los datos de los sensores. En la pantalla, comenzó a verse un pequeño ejército de robots de combate que se acercaban a la entrada principal. En la parte superior de la pantalla, un nombre se destacaba en rojo: Dr. N.

El doctor frunció el ceño, los músculos de su rostro tensándose mientras lo procesaba. El viejo rival, el que había intentado destruir sus planes en varias ocasiones. Era una molestia persistente, y esta vez, parecía que había encontrado una brecha en la seguridad de la base.

—Esto... esto no será tan fácil. —La voz de Robotnik fue baja, casi fría, pero los cálculos detrás de sus ojos mostraban la urgencia que sentía. Sabía que tendría que lidiar con la amenaza de inmediato.

Stone, quien se encontraba observando desde un rincón del laboratorio, pudo ver como el doctor pasaba de la calma a una acción decidida. Pero en su expresión, había algo más. Algo que Stone no pudo identificar, pero que parecía inquietante.

—Doctor, ¿qué sucede? —preguntó Stone, con una pizca de preocupación en su tono, sin dejar de observar el rostro tenso de su jefe. El hombre al que, por extraña circunstancia, comenzaba a sentir una extraña conexión.

Sin volverse a mirarlo, Robotnik le respondió con un tono de voz impersonal, casi cortante:

—La base está siendo atacada. Prepárate. —No había tiempo para explicaciones, ni para mostrar vulnerabilidad. La situación exigía acción, y Robotnik ya estaba calculando cómo defender su hogar.

Pero en ese momento, algo inesperado ocurrió. Mientras las alarmas seguían sonando y los monitores mostraban la invasión de los robots, una fuerte vibración recorrió la base, y Stone se aferró a un soporte cercano para no caer. El mareo era más intenso de lo habitual, sus manos comenzaron a sudar, y la presión en su vientre aumentó.

La incomodidad, la incertidumbre, y el miedo por la situación actual lo hicieron tambalear. El embarazo de cinco meses y medio le estaba pasando factura, y aunque había aprendido a adaptarse a los cambios que su cuerpo experimentaba, nunca había enfrentado una presión tan intensa. Su respiración se volvió más agitada.

—¡Doctor! —Stone intentó mantenerse erguido, pero las piernas le temblaban. Un sudor frío comenzó a recorrer su frente.

Robotnik finalmente lo miró, y al ver su estado, algo en su interior cambió. Por un breve momento, la rigurosidad que siempre mostraba, la impasibilidad con la que lidiaba con el caos, se desvaneció. Sus ojos se entrecerraron, y por primera vez en mucho tiempo, sintió un nudo en el estómago que no podía ignorar. El miedo por la seguridad de su Omega, el temor de que su estado comprometido pudiera ponerlo en peligro, lo hizo actuar sin pensar.

—¡Stone! —La voz de Robotnik salió más fuerte de lo esperado, pero sin el usual tono autoritario. Su rostro, normalmente implacable, mostraba una preocupación que él mismo no quería admitir. Se acercó rápidamente a él, sin preocuparse por el peligro que acechaba en la base. Puso sus manos sobre los hombros de Stone para sostenerlo, con una fuerza que solo alguien acostumbrado a la lógica y la estructura podría ofrecer.

Stone, con su respiración aún agitada, levantó la mirada, viendo el rostro del doctor más cerca que nunca. Algo en la intensidad de sus ojos le dio una extraña sensación de consuelo, a pesar de la frialdad habitual que emanaba de él. A pesar de la distancia que siempre había puesto entre ellos, en ese momento, Robotnik parecía... preocupado.