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Desde hacía días, el doctor Robotnik había intentado, con frustración oculta, orquestar una cita que trascendiera la monotonía de su usual rutina. Sin embargo, los intentos se veían constantemente interrumpidos: el llanto del bebé, las obligaciones gubernamentales, e incluso un repentino fallo menor en uno de sus drones. A pesar de su imponente intelecto, parecía que la vida doméstica había introducido variables que desafiaban su control absoluto.

No obstante, en un acto de determinación —y, quizás, algo que rozaba lo emocional—, había decidido ejecutar un plan que, aunque calculado hasta el último detalle, rozaba lo sentimental para sus estándares. Había diseñado una velada en un claro del bosque cercano, un lugar que había estudiado previamente por su calma acústica y atmósfera natural óptima. Sería, según sus propias palabras, un "experimento controlado de interacción interpersonal en un ambiente relajante".

El área estaba meticulosamente preparada: luces flotantes que brillaban como luciérnagas artificiales, un mantel dispuesto con precisión geométrica y una disposición de elementos diseñada para maximizar la comodidad dentro de parámetros funcionales. Cada componente había sido seleccionado y ubicado estratégicamente, evidenciando el esfuerzo inusual de un hombre que raramente dedicaba su tiempo a asuntos que no fueran estrictamente científicos.

Cuando Stone llegó al claro, la sorpresa quedó claramente reflejada en su rostro. La escena era tan inesperada que por un momento pareció dudar si estaba en el lugar correcto. Observó con detenimiento el montaje, desde las luces hasta la manera impecable en que todo estaba dispuesto.

—¿Doctor? —dijo finalmente, rompiendo el silencio, su voz cargada de incredulidad.

Robotnik, quien estaba ajustando la intensidad de una de las luces flotantes, se giró hacia él con su usual aire de superioridad. En su rostro se dibujaba una pequeña sonrisa, una expresión que mezclaba autosatisfacción y orgullo por la ejecución perfecta de su plan.

—Ah, Stone. Finalmente, una entrada puntual. Debo admitir que es un cambio refrescante respecto a tus usuales tres minutos de demora.

Stone avanzó con cautela, sus ojos recorriendo cada detalle del entorno. Había algo diferente en todo esto, algo que no lograba identificar del todo.

—¿Esto es un experimento? —preguntó, su tono oscilando entre curiosidad y una ligera burla.

Robotnik, con las manos cruzadas detrás de su espalda, caminó hacia el centro del claro, adoptando su típica postura de profesor explicando una lección compleja.

—Por supuesto. Una exploración en el ámbito del descanso cerebral en ambientes naturales. Aunque no puedo negar que, en esta ocasión, he incorporado un elemento de interacción social específica. Según mis cálculos, un entorno cuidadosamente diseñado como este puede reducir el estrés en un 23% y aumentar la oxitocina en un 12%, lo cual es beneficioso para tu estado hormonal inestable.

Stone sonrió, no tanto por el contenido de las palabras, sino por el modo en que el doctor las articulaba, como si este encuentro no fuera un gesto, sino un proyecto científico.

—¿Esto es para mí?

El doctor lo miró por encima del borde de sus gafas, con una expresión de ligera impaciencia.

—Es para ambos, Stone. Aunque, claramente, tus beneficios serán más notorios, considerando tu propensión a un estado emocional volátil. Ahora, siéntate antes de que tus constantes preguntas arruinen la precisión de mis cálculos.

El agente obedeció, dejando escapar una pequeña risa mientras se acomodaba en el mantel. El aire fresco del bosque y el suave murmullo del río al fondo parecían tener un efecto inmediato en su ánimo, relajándolo de manera casi imperceptible.

𝐿𝑎 ꜰóʀᴍᴜʟᴀ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 ||𝙱𝙻||Where stories live. Discover now