𝐿𝑎 ꜰóʀᴍᴜʟᴀ 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑛𝑜𝑠𝑜𝑡𝑟𝑜𝑠 ||𝙱𝙻||

☕27☕

El robot cangrejo se desplazaba a través de las aguas estancadas con una rapidez inquietante, sus enormes patas metálicas chapoteando y haciendo eco en las húmedas cantarillas. El paisaje sombrío y opresivo de la ciudad subterránea se desvanecía a medida que avanzaban, las luces rojas del robot iluminando el camino hacia lo desconocido. El sonido del agua chocando contra el metal era la única constante en el ambiente, acompañado de un silbido bajo del sistema de propulsión.

Dentro del robot, Stone se encontraba de pie, observando el pequeño rostro de Julian mientras intentaba agarrarlo, pero el vaivén del movimiento lo hacía casi imposible. Con un movimiento torpe, intentó sujetar al bebé, pero el bamboleo de la máquina dificultaba sus esfuerzos.

—No... no puedo... —murmuró, con una mezcla de frustración y miedo, extendiendo una mano para sujetar al bebé. El agua se filtraba por las ranuras, amenazando con empapar la cápsula que lo rodeaba.

En ese momento, una figura apareció a su lado. Shadow, con su presencia imponente y silenciosa, se acercó rápidamente. Con un movimiento preciso y sin palabras, alcanzó a ambos, levantando al bebé en sus brazos y atrapando a Stone por la cintura con la otra mano.

—¡¿Qué estás...?! —Stone empezó a decir, pero no hubo tiempo para más.

En un abrir y cerrar de ojos, Shadow desactivó una de sus capacidades ocultas y los teletransportó a la superficie con una rapidez abrumadora. La sensación de vértigo fue breve, y antes de que Stone pudiera reaccionar, ambos estaban de vuelta en el terreno sólido. Shadow, sin una palabra más, desapareció tan repentinamente como había llegado.

Stone se quedó allí, atónito, con Julian en brazos. El frío aire de la superficie le llegó de inmediato, pero su mente estaba nublada por la incertidumbre. No entendía por qué Shadow había hecho lo que hizo, ni por qué de repente se había ido. Pero en ese momento, el bebé, empezaba a calmar su llanto.

Sintiéndose inquieto, Stone sacó su celular de inmediato. Su pulso acelerado y la incomodidad lo impulsaron a marcar rápidamente el número de Robotnik. El teléfono sonó varias veces antes de que, finalmente, la voz del doctor se escuchara al otro lado.

—Agent Stone, ¿qué sucede ahora? —La voz de Robotnik era clara y controlada, con un matiz de impaciencia que indicaba una falta de tolerancia para distracciones—. Explique, por favor, con precisión, ¿qué está ocurriendo?

—¡Esto no me gusta, Robotnik! —respondió Stone con una ansiedad palpable en su tono—. Algo está mal. Hay algo en el aire. No sé por qué, pero tengo un mal presentimiento. No es seguro...

Hubo una pausa al otro lado, y Stone pudo imaginar la expresión que estaría cruzando el rostro de Robotnik. Sabía que el doctor no era del tipo que se dejara llevar por esas preocupaciones, pero no podía ignorar la sensación de que algo estaba por suceder.

—¿No le gusta, Agente Stone? —respondió Robotnik, su voz ahora más fría y calculadora—. Permítame recordarle que en este momento no es propicio para preocupaciones infundadas. Los hechos son lo que son. Cualquier duda que se derive de ellos debe ser manejada con lógica y razón, no con suposiciones. Concéntrese en lo que debe hacer.

El sonido de la llamada cortándose llegó como un golpe sordo en sus oídos. La línea quedó muerta, y Stone apretó el teléfono con fuerza, respirando con pesadez. El miedo creció dentro de él. Sabía que la situación era peligrosa, pero, como siempre, parecía que Robotnik estaba más interesado en el siguiente paso, sin importar las advertencias.

Suspiró profundamente, cerrando los ojos por un momento mientras miraba a Julian, quién vuelve a dormir en sus brazos, completamente ajeno a los horrores que lo rodeaban.