CAPÍTULO 4

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ORIANA

El hombre que me había apresado dejó olvidada la llave en la cerradura. Era una oportunidad de escapar que se me presentaba tentadora. Los dos hombres dormían y el resplandor dorado de la llave era una invitación que no podía rechazar. Me era posible oír mi corazón latiendo apresuradamente, en realidad lograba escuchar cada pequeño ruido por insignificante que fuera. Bajé lentamente una pierna del sillón-cama donde se suponía debía dormir y este emitió un pequeño crujido. Mi respiración se detuvo, mis ojos se abrieron por el pánico que crecía en mi interior. Imaginaba que Octavio se despertaría y que hasta allí habría llegado mi huida. Me quedé mirándolo por cinco minutos y cuando vi que no se movía retomé mi empresa.

Demoré cerca de diez minutos más en llegar a la puerta con las zapatillas en la mano para no hacer ruidos con mis pasos. Tomé la llave y el llavero dejó escapar un tintineo que me pareció que sonaba como campanadas de iglesia. Giré mi cabeza esperando ver la furia en esos ojos que tanto miedo me daban pero no había ningún cambio en mi captor. Giré la llave una vez con la respiración contenida ante el estruendo metálico que se oyó por la habitación. Volví a girarla y la puerta finalmente cedió abriéndose a la posibilidad de escape. Me volví parta cerciorarme que los hombres seguían durmiendo y salí lentamente de la cabaña. Mi idea era caminar unos metros y colocarme el calzado para comenzar a correr. No alcancé a dar veinte pasos cuando mi pie rozó algo que hizo tambalear unas latas rompiendo el silencio que tanto me había costado guardar dejándome paralizada de miedo. 

─¿Adónde creés que vas?─la voz cargada de ira que llegó hasta mi logró hacerme reaccionar. Dejé caer las zapatillas y comencé a correr. La oscuridad total me envolvía, las sombras eran tenues recortes que no dejaban distinguir el paisaje, las piedras del camino dañaban mis pies pero yo seguía corriendo. Corrí por mi vida. Corrí por mi orgullo. Corrí por mi libertad. El aire frío de la noche inundaba mis pulmones mientras las ramas toscas de los arbustos arañaban mi rostro y desgarraban la fina tela de mi camiseta sin lograr detener mi marcha. A lo lejos podía oír los pasos de Octavio que corría tras de mí.

─Volvé, esperá─la voz de ese hombre no hizo más que acelerar mi ritmo. Seguí corriendo aún cuando mis piernas comenzaron a dolerme por el esfuerzo, aún con la sangre empezando a correr por mi rostro lacerado por los constantes golpes de las ramas. Estaba convencida de que lograría mi cometido y tan concentrada en escapar a mi nefasto destino que cuando sentí el sonido del agua ya era demasiado tarde. Mis pies pisaron en falso consiguiendo que perdiera el equilibrio y cayera de cara al arroyo que se hallaba cerca de la cabaña. El agua helada se clavaba en mi cuerpo como mil cuchillas y las piedrecillas del afluente rasgaban mis ropas incrustándose en la frágil piel. Todo mi mundo se volvía, en un segundo blanco y frío.   

OCTAVIO

No sé como sucedió lo único que sé es que en un momento caí dormido y al siguiente abrí los ojos para ver la puerta abierta y la cama de la enfermera vacía. Tardé unos segundo en darme cuenta de que lo que me había despertado había sido el ruido de las latas que colocábamos cerca del perímetro de la casa para alertarnos de los intrusos, si alguna vez los hubiera. Salté de la cama y salí a ver si podía alcanzarla antes de que se hiciera daño.pensaba mientras me acercaba a la puerta. Cuando la vi inmóvil, de pie y con el calzado en la mano pensé que era más idiota de lo que me imaginaba y tontamente grité para amedrentarla consiguiendo el efecto contrario, apenas oyó mi voz salió disparada dejando caer las zapatillas. Comencé a seguirla tratando en vano que se detuviera. Por momentos la perdía de vista pero siempre podía escuchar su respiración agitada y sus torpes pasos por el terreno para ella desconocido. Recordé que no hacía mucho tiempo habíamos encontrado huellas de puma cerca de la cabaña y temí que la mujer se encontrara con el animal en su intento de escape.

Crónicas de EstocolmoWhere stories live. Discover now