Capítulo 15: Enfermedades del corazón

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La angustia y una súbita debilidad se apoderó de ella, no pudo responder pero tampoco lo intentó. Yuuka sintió como desfallecía poco a poco, acabando en los brazos de su amigo, sin fuerza.

Él de nuevo la llamaba, ahora con más urgencia en su voz, pero ya no era capaz de escucharle.

Lo último que había podido oír había sido aquello.

"¿Qué es lo que sientes?"

Durante un segundo, la fragancia que solía emanar Subaru –un olor más allá de su sangre, que nacía en su corazón e inundaba su cuerpo, un aroma agridulce como era el vampiro- llegó a su interior, actuando como un calmante. Yuuka abrió los ojos en busca del peliblanco, pero su mundo permanecía borroso e indefinible ante ella, como el reflejo distorsionado de un espejo roto.

"¿Qué es lo que sientes?"

─No...─las palabras se atragantaban en su garganta y su voz estaba pastosa. ¿Por qué estaba tan débil? ¿Qué le estaba ocurriendo? ─. No lo sé, Kou...perdóname. No sé lo que siento. Por nada...por nadie.

Yuuka no consiguió articular nada más, pues inevitablemente volvía a caer en un nuevo y pesado sueño. Mientras su corazón latía cada vez más y más lento, dejó de oír las voces que taladraban su mente y supo que jamás tendría su final feliz.

===

Natsuki miró a su alrededor con cierto malestar en su interior. La habitación en la que se encontraba no era precisamente relajante ni agradable para ella, y su incomodidad parecía obvia y divertida ante los ojos de Hanae, que, delante de ella, la miraba con sus grandes ojos brillantes como canicas, con evidente diversión en sus pupilas grises.

Ambas se encontraban en el cuarto de la peli azul. Una habitación de paredes negras como el carbón, muebles oscuros y cortinas tupidas. Como única excepción a la oscuridad del cuarto, una enorme cama de aspecto muy mullido coronaba la estancia; sus sábanas eran blancas e impolutas, al igual que la colcha y sus numerosos cojines. Era una de esas camas que incitaban a pasar el día en ella. No obstante, Natsuki no creía ser capaz de descansar en aquella habitación. Fue en lo primero en que se fijó al entrar; a pesar del lecho claro y la decoración oscura, en un extraño contraste, el techo de la estancia estaba pintado de un sorprendente color rojo sangre, que parecía brillar a la luz de la luna como si realmente estuviese manchado de líquido carmesí.

─Bueno, Nat-chan, según lo que me has contado, he llegado a una conclusión.

Natsuki centró su mirada en Hanae, intentando olvidar la extraña habitación de la chica, tan extraña como ella. Le había contado su pequeño encuentro con Yuma y sobre cómo se sentía respecto a su nueva vida en la mansión; necesitaba una amiga, alguien que fuese como ella. Y Hanae la había escuchado.

─ ¿Y qué dices? ¿No es absurdo lo que hizo? ¡Y encima a mí me molesta tanto! ─exclamó, quejosa─. Yuma tiene un problema con su mal genio, ¡en serio! No le había hecho nada, y aun así, fue tan frío y borde.

─No creo que sea la única persona de aquí que tenga que corregir un exceso de carácter ─comentó Hanae inocentemente. Natsuki la fulminó con la mirada.

─Hanae, te juro que a veces sacas una vena cruel que no creo que nadie se imagine al verte.

─Ya sabes lo que dicen, Nat-chan, no hay que fiarse de las apariencias ─sonrió dulcemente─. Al fin y al cabo, ¿quién diría que una cosita tan pequeña como tú podría guardar tanta energía en su interior?

─ ¡No me llames pequeña! ─se enfadó Natsuki al momento, levantándose del sillón negro en el que se encontraba. Hanae no apartó su mirada de ella, sin retractarse ni disculparse por sus palabras ni un segundo. "¡Dios! Esta chica..." pensó Natsuki, incapaz de enfadarse con alguien que la observase con esa mirada, como si no hubiese roto un plato en su vida─. En fin, ¿qué crees tú que le pasa a Yuma?

Bloody Nightmares [Diabolik Lovers #2]Where stories live. Discover now