CAPÍTULO TREINTA Y OCHO. Surrealismo.

12K 1K 59
                                    

CAPÍTULO TREINTA Y OCHO. Surrealismo. 

Cuando me cansé de correr huyendo de mi propios problemas me dejé caer sobre la punzante gravilla. La mochila medio abierta se desparramó sobre el suelo cuando me dejé caer torpemente. Estaba mal. Lo notaba, no me encontraba para nada bien. Hundí mis manos en mi cabello suspirando al tiempo que cerraba los ojos con fuerza, como si ese simple hecho me librase del mundo exterior.

Un juego. Eso había sido para Blake. Un maldito juego.

Era extraña la sensación que azotaba mi estómago. Una mezcla de tristeza e ira que me carcomía por dentro, lo peor es que la fuente no paraba su flujo y las lágrimas seguían recorriendo silenciosamente mis mejillas. Con la manga de mi jersey restregué mis ojos. Me alegraba de no usar maquillaje en absoluto. De caso contrario estaba segura de tener churretones manchando mi rostro.

Lo peor de todo es que había una parte de mí que no se terminaba de creer todo lo que pasaba que seguía confiando que las palabras de Blake era una broma de muy mal gusto. ¿La esperanza no era lo último que se pierde?

De todas formas ¿por qué me pasaba esto a mí? Parecía el típico drama de novela juvenil y yo era su asquerosa protagonista. Pero en la vida real nunca pensé que podría ocurrirme y...que dolería tanto.

—¿Ann? ¿No deberías estar en clase? —Una voz se filtró en mis oídos.

Lentamente alcé mi cabeza hundida entre mis piernas y oculta por mis manos.Probablemente debía tener un aspecto horrible cosa que por otro lado no me importaba demasiado viendo a la persona inclinada en mi dirección observándome preocupada.

—¿Logan? —Inquirí con voz rasposa y quebrada por el llanto.

Los ojos oscuros del camarero me miraban serios, algo que nunca había observado. Normalmente brillaban maliciosamente divertidos pero en este caso parecían sinceramente preocupados.

—¿Qué te ha ocurrido pequeña?

Luego entraba el hecho de que era el tío que se había comido las babas dela ex novia de mi mejor amigo. Claro.

—Nada. —Grazné ocultando de nuevo mi cara entre mis dedos húmedos ya por las lágrimas.

—Oh vamos – El sonido sordo correspondió a su cuerpo golpeando el suelo para sentarse paralelo a mí – Nada no es estar llorando en la patio del instituto durante horario de clase.

De nuevo volví a emerger para mirarle. Tenía su punto pero no iba acceder. De hecho a él no le importaba lo que a mí me pasase ¿no? De todas formas ¿a quién le importaba? Al parecer a Blake no.

Sorbí los cristalinos mocos que habían acudido a acompañar finalmente al llanto al tiempo que intentaba secar mi empapado rostro con las mangas de mi jersey. El chico que tenía delante se revolvió para ser el mismo quien terminase de secar el reguero de agua salada que había caído de mis ojos.

Clavó sus ojos marrones en los míos con una seriedad tan imprevista e impropia en él que tragué saliva.

—¿Sabes? Aunque no te lo creas eres como una hermanita pequeña para mí. Probablemente estés enfadada por lo que pasó con Emma pero hagamos una cosa. —Tiró del aro negro que tenía prendido a su labio con los dientes –Te levantas y vamos al Strarbucks. Te invito a un café y tú decides si me lo cuentas o no.

Me propuse a abrir la boca e interrumpirle recordando que aún era segunda hora de la mañana cuando el alzó una mano para callarme.

—Yo me encargaré de eso. Espera aquí.

Se levantó sin darme tiempo a pronunciar ni una sola palabra. Genial,añadiendo surrealismo al día, de verdad si alguien estaba escribiendo mi historia debería parar con eso.

Decidí que lo mejor era hacer caso a Logan por lo que mientras él hacía lo que quisiese que estaba haciendo me dediqué a recomponer mi deshecha mochila. Me había dejado mi plumas verde en clase pero no me veía lo suficientemente capacitada para acudir a por él así que lo dejé estar. Prefería pasar frío a arriesgarme a volver a ver a Blake.

Cuando Logan volvió con una ya más familiar sonrisa de superioridad me encontraba de pie apoyada contra la pared intentado despejar mi saturada cabeza de información que tuviese algo relacionado con personas que empezasen por B y acabasen por Lake.

Equilibré el peso sobre mis hombros y me encaminé hacia él. La brisa helada se colaba por las rendijas de mi jersey de lana por lo que comencé a arrepentirme de no haber cogido el abrigo.

—¿Tienes frío? —Preguntó Logan sacándose su chaqueta.

Oh venga ¡surrealista!

«No quiero tenerte moqueando una semana ¡coge la chaqueta idiota! »

Obedecía regañadientes a mi conciencia cogiendo la chaqueta impermeable del chico. Las mangas ocultaban por completo mis manos pero estaba bastante más a gusto que sin ella por lo que me la dejé puesta.

—¿Por qué lo hiciste Logan? — Pregunté una vez sentada en asiento del copiloto de su Audi negro.

Él me miró interrogante. Suspiré posando mi cabeza en el tibio cristal.

—A Jake le gustaba mucho – Giré la cabeza para mirarle —¿Por qué lo hiciste?

Las manos de Logan se apretaron al volante. Pude percibir crispación en la manera en las que sus dedos aferraban la goma.

¿Qué me había perdido?

—No lo sabía, Ann.

Abrí la boca para volver a cerrarla. Ladeé la cabeza en su dirección.¿No lo sabía? Espera ¿yo se lo había dicho? Creo que no. ¿Jake?Ni de lejos...¿Emma? ¡Será hija de duende!

—¡Qué imbécil! —Exclamé golpeando el cristal con los nudillos. —Será...será...

Los engranajes de mi cerebro comenzaron a girar pasado lista por los insultos que conocía intentando encontrar el idóneo.

—Zorra. Lo sé. Bueno –Rió. —De los errores se aprende.

Asentí.Cuanta razón tenía.

—¿Puedo poner la radio? — Pregunté para cambiar de tema suspirando.

—Sí.Llegaremos en cinco minutos...¡No me jodas!

No pude evitar reírme por su exclamación. Un enorme atasco colapsaba completamente la vía. Los coches pitaban y gruñían expulsando un denso humo gris. Me incliné sobre la radio encendiéndola al presionar mi dedo sobre el pequeño botón.

Uptown Funk de Bruno Mars comenzó a resonar en el coche aunque ya rozaba su fin. Expectante miré la pequeña pantalla donde se captaba la emisora Kiss FM. Rezando por lo bajo por mi amado Marc Márquez pedí una canción que me alegrase un poco.

Deja que hable, deja que hoy te cuente, como quema que te vayas entre lágrimas me duele.Déjame verte, una despedida y ya me quedo en este infierno al ver que hoy me olvidas. Párale los pies a ese reloj que nos controla que no nos deja ser, que apaguen el sol de una vez.

Recuérdame ahora que ya decidiste ir con el....

No era exactamente alegre pero sonreí.

—¡No me jodas!

—¡Ajá! ¿Quisiste qué viniese contigo? ¡Toma Pablo Alborán!









Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Where stories live. Discover now