CAPÍTULO TREINTA. "Ya hablaremos de esto"

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CAPÍTULO TREINTA. Ya hablaremos de esto.

Decir que era una situación incómoda sería un gran eufemismo. Suspiré al tiempo que retorcía mis dedos en un tick nervioso mientras mi pierna golpeaba rítmicamente el suelo. El reducido espacio del despacho del director había sido ocupado por los cinco miembros de mi familia más un adicional Jake que se encontraba sujetando mi mano izquierda seguramente para que no me quedase manca de tanto hacer crujir los cartílagos de mis falanges.

Al parecer que tu hija sea bombardeada por un balón en mitad de una sesión de educación física no era algo que hiciese gracia precisamente a mis dos pares de padres que indignados habían solicitado cita con la directiva del centro.

—Ha sido un accidente —Repitió por cuarta vez el anciano y obeso director. Pequeñas gotas de sudor perlaban la calva de su cabeza produciendo un curioso efecto. —Ningún alumno querría herir a otro.

Puse los ojos en blanco.

Claro, en las cientos de peleas semanales entre distintos alumnos el objetivo no era hacer daño. Obviamente era un cariño conflictivo entre los estudiantes.

—Un accidente que sin embargo se repite demasiadas veces — Recordó George presionando. Desde luego tener un padre abogado hacía que el acallar al director.

Dudaba que hubiese sido intencionado. Era un imán de balones. Sin embargo si había sufrido acoso escolar debido a mi extraña situación familiar. Me habían etiquetado como lesbiana y rara.

Resumiendo todos eran una panda de homófobos.

—Disculpen — Comencé masajeando el abultado extremo de mi cabeza. — Dudo que me hayan dado con el balón de forma totalmente consciente. No hay que pasarse —Lancé una mirada acusadora a mi familia para terminar desplazando mis ojos hacia el director — Pero debería tomar medidas contra la violencia.

La silla arrinconada que ocupaba Jake chirrió contra el suelo cuando se levantó. Avanzó hasta situarse a mi lado y ofrecer su sonrisa más inocente al director.

—Creo que Annabeth tiene razón. Mire —con la cabeza señaló a la sucia ventana de la sala.

Agudicé la vista en esa dirección. Dos estudiantes estaban en plena riña. Y sí, habían llegado a los puños.

El hombre hizo un gesto desdeñoso con la mano.

—Lo solucionaré.

«Ann, no le saques la lengua que te conozco.»

Mordí la punta de mi lengua ante la reacción de mi conciencia que sonaba cansada desde el golpe. De hecho la cabeza me dolía horriblemente y solo tenía ganas de acostarme en la cama y no salir hasta el día siguiente.

Mis dos padres y dos madres se miraron discutiendo mentalmente que deberían hacer. Pude apreciar el rostro de Jackson arrugarse levemente por las comisuras de los labios.

—¿Pueden marcharse? Debería ver que pasa ahí fuera.

Los siete asentimos dejando una especie de pasillo al voluptuoso cuerpo del director que se apresuró a la puerta cuando un mar de silbidos animaron la pelea externa.

Giré sobre mis talones cruzando mis brazos sobre el pecho y alzando mis cejas hacia mis progenitores y sus parejas.

—¿Qué acaba de pasar? —Inquirí.

George se aclaró la garganta.

Jackson miró sus pequeñas y cuidadas uñas distraidamente.

Emily se encogió de hombros.

Rachel me sonrió culpable.

Asthon frunció el ceño al tiempo que sus labios se movían silenciosos en un "Lo siento."

Cabeceé poniendo los ojos en blanco.

—Ya hablaremos de esto — Me balanceé sobre la suela de mis deportivas. —No se me va a olvidar, ¿eh?

Familia especial, problemas anormales.

(...)


—Creo que me va a estallar la cabeza —Me lamenté llevando una mano a la zona que punzaba suspirando sin hablar con nadie en particular.

Jake se encontraba muy probablemente a la otra punta del centro ya que después de despedir a mis padres tuve que ir a hablar con el profesor de educación física.

Caminando con la vista fija en las baldosas cremas salpicadas por chicles que prácticamente parecían parecer parte del material me hice la mitad del pasillo. Justo cuando me disponía a doblar la esquina que me separaba de los baños masculinos una mano mano se aferró a mi muñeca.

Una exclamación de sorpresa escapó de mis labios mientras que mi cabello se interponía en mi visión impidiendo que por un par de segundos la vista se en nublase y no pudiese ver a mi captor.

—¿Qué mierda...? —Tuve tiempo de comenzar a formular la frase que mi cerebro empujó a mis labios cuando una boca se estrelló contra la mía.

Mis ojos se abrieron de par en par al tiempo que mi interior se removía en un torbellino de calor y cosquilleo cuando los labios de Blake tiraron de los míos.

—¿Qué..? — Probé de nuevo.

—Oh calláte —Sus dientes atraparon mi labio inferior. Gemí débilmente —Te he echado de menos angelito.

Suspiré mientras mi peso se acomodaba en la pared del cubículo del baño de los chicos donde Blake me había arrastrado a una sesión de beso que me robaba el aliento al primer roce.

—Esto...esto.

Los labios del chico se introdujeron en mi boca, deslizando su lengua por mi cavidad bucal haciendo que el poco aplomo y fuerza de voluntad desapareciesen de mi sistema.

En un acto reflejo hundí mis manos en su corto pelo cuando las manos de Blake sujetaron mi cintura juntando nuestros ombligos.

La boca de Blake abandonó la mía y empezó a recorrer mi rostro, mis mejillas, nariz, barbilla y descendiendo por mi cuello.

Solté una acallada exclamación cuando sus dientes se clavaron en la piel de mi cuello.

Cerré los ojos, desde luego era un día la mar de extraños con subidas y bajadas.

Jadeé cuando empezó a succionar en la curva de mi nuca casi rozando la tela del cuello de la camiseta que llevaba.

«¡Vampiro! ¡Vas a tener que conseguir una bufanda! »

—Deberíamos irnos si no queremos quedarnos en el instituto —Dijo Blake apartándose de mi inestable cuerpo.

Mis ojos azules se clavaron en los suyos, el marrón oscuro había desaparecido tras el iris. Por un segundo me quedé observándole con la piel sensible de mis labios latiendo. Pasé mi lengua por ellos suspirando.

—Tienes razón.

Gruñí por lo bajo. Como si no se me hubiese ocurrido antes esa idea. Despegué mis crispados dedos de el plástico lleno de borrajetos y pintadas que decían desde obscenidades hasta cantinelas cursi de parejas.

Blake salió mirando a ambos lados del pasillo supongo que para ver si había algún moro en la costa. Lo que resultaba ridículo ya que el timbre había sonado hacía cinco minutos.

Arrastrando la goma de mis deportivas por los desiertos pasillos caminaba por detrás del chico con la vista clavada en sus grandes hombros.

—¿Qué tal?

Fruncí el ceño.

—¿Uhm?

Escuché como el chico reía entre dientes. No le veía la gracia a nada de aquello. De hecho estaba molesta por su actitud con respecto a mí. Primero, me ignora. Segundo, me arrastra a un baño a enrrollarse conmigo.

¿Lo peor de todo?

Que me gustaba tanto que no podía negarme.

Puta mierda de amor...

«¡Esas palabras!»

Pues...Fuca clonc de amor.

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015حيث تعيش القصص. اكتشف الآن