CAPÍTULO DIECISÉIS, "Pero...¡Estas loco!

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Pasé las hebras de mi cepillo morado por mi claro cabello deshaciendo los nudos que aglomeraban pequeños mechones haciendo que mis dientes se marcasen en mi labio para no gritar.

Mis ojos azules no se apartaban de la ventana entreabierta por la cual la brisa helada se colaba entre las cortinas que acariciaban el suelo.

El ritmo de mi corazón apenas había bajado de velocidad mientras intentaba con todas mis fuerzas dejar de pensar en el chico cuyo mensaje seguía flotando en mi mente.

«Maldito Blake.»

Lentamente mis párpados temblaron hasta cerrarse sellando mis ojos. El sueño se filtraba por mis venas induciéndome en un estado somnífero del que me veía incapaz de escapar. Justo en el instante que vencida mi cabeza se hundió en las almohadas y mis brazos quedaron flácidos a ambos lados del colchón el chasquido de una rama encendió una alarma en el interior de mi cerebro.

Entre mis pestañas oscuras visualicé la borrosa silueta de un chico en cuclillas con los brazos flexionados hacia delante apoyado en el poyete de la ventana con una socarrona sonrisa colgando de sus carnosos labios.

—¡Hey!¡Despierta angelito! —Susurró impulsándose en el interior del cuarto.

Ahogué un bostezo contra la palma de mi mano mientras me incorporaba con lentitud luchando contra los rastros del sueño que aún circulaban por mi organismo manteniendo inactivos pensamientos razonables.

—Blake...¿qué quieres? — Interrogué una vez sentada con mis cortas piernas cruzadas sobre el edredón fucsia.

El chico ladeó la cabeza cansinamente al tiempo que daba un paso en mi dirección. Observé como se iba acercando cada vez más a mi posición sin terminar de bajar de las nubosidades del cansancio.

—Te lo dije, tengo una sorpresa — mordí mi labio suspirando.

Fruncí los labios introduciendo mis dedos en mi alborotado cabello.

—¿Sorpresa? ¿Tan importante era que no podía esperar hasta mañana?

Blake rió entre dientes lanzándose contra el colchón. Su peso hundió la cama y su cabeza quedó en mi regazo.

Un extraño calor acompañado por el hormigueo chispeante de las hormonas nació en mi vientre haciendo que entreabriese los labios con una exclamación ahogada.

—¿Por qué?¿Estás cansada? — Preguntó alzando la cabeza para mirarme a los ojos.

Me revolví debajo de él incómoda.

—Algo... la verdad.

El chico esbozó una sonrisa mientras alargaba su mano para acariciar mi barbilla. Cerré los ojos un segundo ante el roce de sus ásperos dedos en la piel de mi rostro.

—Pobrecita... — negó con la cabeza — pero es importante.

—¿Importante? —Alcé las cejas confusa.

Blake agarró mis dedos para tirar de ellos hasta que los dos quedamos en pie. Mi mejilla se aplastó contra su duro pecho haciendo que el olor masculino que desprendía envolviese mi cuerpo atacando mis fosas nasales.

Subí mi barbilla para mirarle a los ojos.

—¿Qué estás planeando, Blake? —Ladeé la cabeza.

Simplemente su sonrisa se hizo más grande.

—¿Yo? — Rió — Nada.

Puse los ojos en blanco.

Seguro que nada...que imbécil y a la vez jodidamente atrayente es este chico.

—Venga — me empujó suavemente haciendo que tropezase con mis propios pies — vayámonos.

Parpadeé rápidamente.

—¿Perdón? — Lamí mis labios con lentitud.

Blake no midió palabra y siguió arrastrando mi cuerpo detrás del suyo en dirección a la ventana. El miedo corría junto a las hormonas por mis venas despejando y relegando lejos cualquier rastro del sueño.

«La ventana...oh no...está loco...¡corre Ann!¡Corre! »

Calvé mis pies en la alfombra para frenar nuestra marcha suicida. Blake me lanzó una mirada divertida por encima de su hombro.

—Venga angelito.

Negué reiteradamente con la cabeza.

—¡Estas loco si crees que voy a saltar por esa ventana! — Señalé el hueco con los dedos de mi mano libre que no estaba entrelazada con la suya.

—Lo harás.

Me empujó contra él, dejando que su mano libre me tapase los labios haciendo que el chillido se quedase atrapado en su piel. Mis pies dejaron de tocar el suelo de un momento a otro y mis manos colgaron por su cuello.

Mi estómago se encogió violentamente.

Enterré mi rostro en su cuello, rozando con mi nariz su clavícula cuando saltó sobre el alfeizar de la ventana. El pulso golpeaba mis sienes opacando los gritos histéricos de mi conciencia.

Cerré los ojos cuando sentí el tirón de la fuerza de la gravedad tirar de nuestros cuerpos hacia abajo. Dando pequeños tumbos sentí como nos acercábamos cada vez más al suelo.

»Vamos a morir, desde luego que vamos a morir. Moriremos sin poder haber visto a ninguno de los Marquez. Que vida menos aprovechada.»

—Angelito ya puedes abrir los ojos — susurró una voz ronca acompañada del roce de unos carnosos labios en el lóbulo de mi oreja.

Despegué mis crispados dedos de la tela de su cazadora mientras apartaba la cabeza de la curva de su cuello, pudiendo así mirar sobre su hombro.

Estábamos en el suelo. A salvo.

Mis pies tocaron la húmeda hierba que ahora parecía más bien de un azul muy oscuro. Tuve que apoyarme en su pecho tomando una ronca bocanada de aire.

—Ven, sígueme. —Volvió a enlazar los dedos de su gran mano con los míos, tirando así de mi cuerpo.

Clavé mis asustados ojos en la moto negra que nos esperaba aparcada en el asfalto levemente mojado por la pequeña lluvia que descendía en finas cortinas sobre nosotros.

Bostecé cerrando los ojos.

—Guardate el sueño, va a ser una noche muy larga — susurró Blake antes de seguir empujándome hacia la moto.

Heeeeey! Bon soir mas petites! Volví y...me muero de sueño. Han sido 1 2h en un autobús. ¡12 HORAS!

Llegué a creer que el viaje nuca terminaría. Me voy a dormir así que el mensaje es corto.

¡Book tráiler por @NeverGirlPan!

Mis dos padres, dos madres y mi estúpido vecino de al lado.#Wattys2015Where stories live. Discover now