18

73 10 0
                                    

—¿Eh? —le digo a Peter, quien está sentando en el extremo de la cama. Estoy echada leyendo un libro realmente genial en mi encandilamiento.
—¿Qué pasa contigo este semana? Has estado como un poco fuera de ello. —Coloca su mano en mi frente como para comprobar si tengo fiebre.
—Estoy bien, Peter. Estoy leyendo un libro genial, así que no te escuché decir nada. Lo siento. —Sigo con el ceño fruncido ante su reacción paternal.
—No es sólo hoy, Lali. Has estado así desde la última semana. ¿Lo sueños están escapando de ti mientras despiertas? —me pregunta con preocupación escrita por todo su rostro.
—No, ni siquiera los recuerdo después que me despierto. No sé, supongo que sólo estoy cansada todo el tiempo. Debo estar siendo derribada por la gripe. —Es justo lo que necesito. Enfermarme.
—Quizás. ¿Quieres que traiga un poco de té caliente? Eso podría ayudar. —Él se ve optimista ante la idea de hacerme sentir mejor. No lo culpo, he sido una gran perra últimamente.
—Seguro —le digo sólo para que deje la maternidad conmigo un poco.
—Genial, estaré de regreso en un minuto. —Y está corriendo fuera de mi puerta.

Las vacaciones de Navidad, el último par de días, de hecho. La Navidad y Año Nuevo han llegado y se han ido. Nosotros, siendo los gemelos, Stefano, Rochi, Peter y yo, hemos encerrado a mis padres para el mes de descanso. Ha sido muy divertido y me da miedo regresar a la escuela la próxima semana. No llego a ver a Peter todos los días y realmente apesta. Hemos estado prácticamente pegados a la cadera desde que llegamos aquí. Bueno, cuando no tenía que pelear con Simon y Pablo por su atención. Esos dos todavía están en desacuerdo entre sí y el que ambos sean amigos de Peter ha ensanchado una brecha entre ellos. Y antes de que preguntes, Simon aún no sabe. Queremos decirle, pero, ¿cómo le dices a tu querido hermano que has estado saliendo con su mejor amigo por meses? Habría estado bien si le hubiéramos dicho de buenas a primeras, pero no lo hicimos y ahora es demasiado tarde.

También he descubierto que soy un perro de bocina total. Me encuentro saltando a los huesos de Peter siempre que puedo. A él no parece importarle. Algunas veces incluso lo comienza, cosa que siempre es divertida. Me he encontrado más de una vez empujada contra una pared con él empujando hacia mí desde atrás. Me encanta. Otras veces lo tomamos con calma mientras susurra palabras dulces en mis oídos, dejándome con escalofríos y la carne de gallina. Antes de que comiences a pensar que es todo, no lo hagas. Todavía hablamos, pasamos el rato y vamos a citas. He aprendido aún más sobre él que no sabía. Por ejemplo, no puede soportar el desorden. Es un maniático del orden hasta el extremo. Me he estado quedando en su casa mucho, y me gusta lanzar mis ropas al piso y dejarlas. Después de una semana de esto, se puso tan molesto que se volvió rojo brillante y me gritó por primera vez.

—Recoge tu maldita mierda, Lali. ¡No soy tu maldita sirvienta, por Dios! —me gritó desde donde estaba de pie en su lado de la cama.
—Jesucristo, son sólo algunas camisas y pantalones, Peter. No necesitas lanzar un ataque de perra —le grité de vuelta desde mi lado de la cama.
—Hay necesidad. No puedo soportar el desorden que sigues dejando por ahí. ¿Nadie te enseñó a cómo recoger después? —se burló de mí.
—Sí, ¡sólo decidí que no demasiado ya que soy malditamente perezosa! —Mi temperamento estaba en pleno vigor y estaba a punto de abofetear su hermoso rostro.
—Hay una diferencia entre perezosa y mimada. ¡Tú, cariño, eres mimada! ¡Y no puedo soportarlo! —Estaba jadeando y resoplando, a punto de estallar la casa.
—¿Disculpa? No soy mimada, sólo porque mis padres son ricos no significa que sea mimada. ¡Todavía tuve que hacer cosas por mi cuenta! ¡No tuve todo impuesto para mí como tú! —Estaba apretando mis manos abiertas y cerradas. Si me empujaba más, iba a golpearlo.
—Pude haber tenido todo comprado para mí por mi padre, que nunca está ahí, pero es porque no sintió la necesidad de tomar real cuidado emocional de nosotros. Tú no lo sabrías porque eres una pequeña, malvada y mimada perra —lo dijo con tanta calma, y antes de que lo supiera, estaba sobre la cama golpeando su rostro con una palma abierta.

Nos miramos aturdidos el uno al otro, luego subió a la cama hacia mí, agarrando mi cabeza en un apretado bloqueo y besándome duramente. Empujando su lengua en mi garganta en un estrujante beso y disfruté cada minuto. No pasó mucho tiempo antes de que nos hubiéramos rasgado las ropas. Nuestro hacer el amor fue rápido y casi brutal, e inmediatamente después, ambos nos pedimos perdón al mismo tiempo. No nos tomó mucho perdonarnos por la discusión. Supongo que no era realmente la gran cosa para estar peleando de todos modos.

Soy echada de mis pensamientos por un dolor agudo en mi estómago. Duele malditamente mal. Las olas de dolor comienzan lentamente a ir y venir, pero terminan volviéndose un dolor insoportablemente grande. Las lágrimas están cayendo de mis ojos en sollozos silenciosos. No puedo hablar a través de él, el dolor es muy malo. Me estoy volviendo loca y mi respiración se vuelve dificultosa, y antes de darme cuenta, estoy en un completo y jadeante ataque de pánico. Esto sólo hace empeorar el dolor y antes de nada estoy cayendo en el abismo negro sobre el piso de mi dormitorio.

Una hermosa cosa Where stories live. Discover now