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—Amigo, ésta fiesta está encendida —dice Simon a mi derecha. Los cuerpos se balancean al ritmo de la música. Creo que es una canción de Lady Gaga, ella es sexy y todo, pero prefiero algo no tan pop. Comienzo a responder pero su rostro se llena de asombro.

—¿Qué sucede, amigo? —grito por sobre la música.
—Mi hermana menor acaba de entrar. ¿Cómo demonios se enteró de ésta fiesta? Ella ni si quiera se junta con este grupo. —Frunce el ceño y comienza a caminar en esa dirección.
—Espera, ¿cuál es el problema? Déjala que se divierta, hombre. —Casi rio por la expresión de su rostro. Por la forma en la que habla de su hermana menor, creerías que tiene doce en lugar de dieciocho.
—Puede divertirse en su dormitorio lejos de todos éstos jugadores de fútbol americano fogosos. —Mira con desagrado algo y me giro para ver qué es. Personalmente, no veo nada, pero qué más da. No voy a detenerlo.

Mientras lo veo caminar, un par de manos cálidas hacen su camino bajo mi polo. Sé que es Belen incluso antes de mirar por sobre mi hombro para encontrarla. Nadie tiene pechos tan grandes como los de ella, y justo ahora los está presionando contra mi espalda.

—¿Qué quieres, Belen? —le pregunto a pesar de que ya sé qué es lo que quiere.
—Sólo te quiero a ti, dulzura —ronronea en mi oído.
Mis manos recorren sus brazos hasta llegar a sus manos, y las alejo de mí.
—Lo siento, pero ya no estoy en el menú.
Se ve completamente enojada conmigo y veo su cara tornarse roja.
—No puedes rechazarme, soy tu novia.

Alzo una ceja y sonrío. Salimos durante toda la secundaria y juntos decidimos venir a estudiar aquí para que pudiéramos estar juntos, pero la semana en la que empezamos clases, ella decidió que quería salir con otras personas.

—No, no lo creo. Recuerdo que me botaste hace más de ocho semanas.

Sus opacos ojos azules se encienden en llamas. Sé qué hará toda una escena, y ya estoy cansado de su drama. Honestamente, fue un alivio cuando me dejó.

—¡Yo no te boté! ¡Estábamos en una pausa! —me grita a la cara.
—Sí, lo hiciste. Ahora vete porque esta noche no tengo tiempo para tu loca mierda, perra. —Puede que llamarla perra haya sido demasiado.
—¿Acabas de llamarme perra? ¡Nadie me llama perra! —Cuando creo que va a irse, toma el vaso de una chica que está cerca y procede a arrojármelo. Pero no sólo me da en la cara, sino que también a una chica que intentaba interponerse. Y esa chica luce molesta.

No puede medir más de metro y medio, porque la sobrepaso notoriamente. Su largo cabello rizado está pegado a su cara, y el líquido gotea por entre su escote empapando su camisa oscura. No sé qué era lo que me esperaba que hiciera, pero no era el pequeño acto de encajarle a Belen un puñetazo en la cara.

—¡Es mi camiseta favorita! ¡La firmó M. Shadows, y tú la arruinaste! ¡Te voy a matar! —Aquella cosita está gritándole a Belen en la cara. Y Belen tiene aquella expresión de ciervo a punto de ser atropellado en su rostro, sumándole a eso la sangre que gotea de su nariz rota. No creo que nadie jamás se le haya enfrentado, y ella no sabe cómo tomarlo.

—Está bien, calmémonos un poco, alejémonos de la princesa perra y vayamos a conseguirte algo de ropa seca.—Envuelvo mi brazo alrededor de su cintura y descubro que ella no pesa nada. Lo cual es un cambio con respecto a Belen, que es casi tan alta como yo y bastante voluptuosa, lo cual no es malo, solamente diferente—Belen, deberías ir al hospital a que te arreglen eso. —Le sonrío con suficiencia y le hago un gesto de despedida con la mano.

Tomo la mano de la pequeña chica y la halo a lo largo de las escaleras para que subamos a mi habitación. Abro la puerta, la halo a ella hacia adentro y cierro. Dejé la luz encendida hace rato y me sorprende que aún no haya ninguna pareja haciendo sus cosas aquí. Soy un maniático del orden, y no encuentro nada fuera de su lugar. Mi cama con su edredón azul está tendida y mi escritorio en la esquina tiene todos los papeles en orden.

—Siéntate en la cama. Puedo encontrar algo en lo que no quedarás nadando.
—Lo dudo, eres enorme —lo dice justo antes de ruborizarse—. ¡Por Dios! Lo siento, no quiero que me malentiendas. —Miro hacia atrás para verla y veo su rostro ruborizándose con un hermoso rosado. En ese momento me doy cuenta de lo hermosa que es, con su cara en forma de corazón y sus ojos marrones como el chocolate. Me siento atraído por sus labios, que son únicos. El superior es casi invisible y el inferior es más grueso, con aquella apenas perceptible peca al lado derecho de su boca. No puedo evitar pensar en lo fácil que sería morderla y chuparla con mis propios labios. Después de ello, limpiaría toda la cerveza de su pálida piel con mi lengua.

Maldita sea, tengo que sacar mi cabeza de aquel sucio lugar.

—Entonces, ¿cómo conseguiste que M. Shadows firmara tu camiseta? —le pregunto, tratando de poner mi cabeza en su lugar. Las ocho cervezas que tomé antes están nublando mi juicio.
—Oh, entré por detrás del escenario el año pasado durante el Edgefest cuando estaban tocando. También tengo una foto con los demás de la banda en mi pared en casa. —Luego, parece algo confusa—. ¿Sabes quiénes son Avenged Sevenfold?

Me rio y señalo el póster de Nightmare que está en la puerta del armario.

Una hermosa cosa Where stories live. Discover now