Capitulo 37

50 12 1
                                    

El cálido sol de la mañana se derramaba en las habitaciones principales, que estaban abiertas para albergar a tantos invitados. En el largo bufete había fuentes llenas de huevos, pescado ahumado, jamón y salchichas; variedad de tostadas, bollos, bizcochos y seis clases de jaleas. Se servía chocolate caliente, té, café y crema batida. Los lacayos volvían a llenar las fuentes, en cuanto quedaban vacías.

Era temprano y muchos dormían todavía o habían aprovechado el bien provisto establo para una cabalgata matutina. Hoseok había bajado porque Jungkook se había despertado al alba y, tras alimentarle, no había podido volver a dormir. Los Whateley habían bajado a desayunar, al igual que Pamela Ritchie y el duque de Windfield. Hoseok dejó que conversaran a su alrededor. No tenía interés en presentar una cara alegre. Ideas negras la habían acompañado por la noche, al acostarse, y todavía lo atormentaban, yoongi era el centro de esos pensamientos.

No era que el hubiera ignorado desde el principio el tipo de hombre que era, pero, que el diablo se le llevara, ¿no podía haber esperado hasta regresar a Londres antes de empezar a manosear a otro omega? ¿Y por qué estaba él en Silverley?

El tenía que irse, al menos sabía esto. El divorcio estaba fuera de toda posibilidad, claro está, pero no tenía por qué seguir viviendo con él en la misma casa. El podía regresar a Haverston. Al tío Jason no le molestaría.

Pero no tenía derecho a separar a Jungkook de su padre y Tess le había dicho que yoongi visitaba la habitación del niño al menos dos veces por día, despidiendo a Tess para poder quedarse a solas con su hijo. Es verdad que aceptaba a Jungkook como hijo suyo, pero era dudoso que alguna vez quisiera reconocer esto ante Hoseok.

El suspiró profundamente.

¿Acaso no había dicho una vez que no le importaba el resultado de su matrimonio, con tal de no tener que seguir a la caza de marido? ¡Qué ingenuo había sido!

-Querido, tenéis visita- anunció Eleanor al entrar en la habitación, seguida por lord Dicken Barrett. -George... Dios, ¡no me acuerdo!

-George Fowler- asintió Eleanor. -Sayers lo ha hecho pasar a la sala de espera, porque la casa está llena.

Sayers estaba en la puerta y Hoseok frunció el ceño para ocultar su sorpresa. Se puso de pie.

-La sala de espera no es lugar para George. Hacedle pasar a la biblioteca. Debe estar vacía a esta hora. Y haced que le sirvan té. -Despidió a Sayers con un movimiento de cabeza y después se volvió hacia Eleanor: -Debías haber dormido hasta más tarde, Ellie, si te sientes cansada.

-Estoy muy bien querido. Es verdad que nos acostamos tarde, pero me divertí- Sus ojos se cruzaron un momento con los de lord Barrett. -Estaré totalmente despierta cuando tome mi té. ¿Conoces a tu visitante?

-Sí- replicó hoseok. Pero no puedo imaginar para qué ha venido.

-Bueno, es mejor que lo veas. Dicken y yo comeremos algo antes de salir a cabalgar.

¿Eleanor a caballo? ¡Quién lo hubiera dicho!

-Ignoraba que te gustara cabalgar, Ellie.

Oh, sí. Pero es mucho mejor cuando alguien nos hace compañía- Se inclinó más hacia Hoseok y añadió: -Tú y yoongi deberíais intentarlo.

Hoseok contestó cualquiera cosa y salió de la habitación.

George Fowler se puso de pie en el momento que el entró en la biblioteca y se adelantó para inclinarse ante su mano. El había olvidado hasta qué punto George era un joven agradable, con su mata de cabellos castaño claro rizados, su bien recortado bigote, sus ojos verde oscuro, su buena figura. Era un poco bajo... no, no exactamente. No tenía que comparar a todos los hombres con su marido.

OnceWhere stories live. Discover now