Capitulo 25

58 14 0
                                    


El potro dejó una estela de polvo al galopar por el camino de la plantación. Nuevas flores de primavera de especie europea se unían a los pimpollos tropicales, a lo largo del camino, para crear una profusión de salvaje colorido. A la derecha del camino, a menos de un kilómetro, el océano rompía enormes olas contra la arena de la playa. El caliente sol brillaba sobre las azuladas aguas, hasta donde no alcanzaba la mirada.

Pero yoongi no percibía la belleza que lo rodeaba en aquel caliente día de abril. Volvía del pequeño puerto de la isla y de un encuentro con el capitán Bowdler, que le había informado que su barco estaría listo para partir con la marea matutina. Yoongi volvía a su patria, a Inglaterra, volvía al hogar junto a Hoseok.

Seis meses no habían bastado para alejarlo de su mente. Lo había intentado. Había pasado semanas conviniendo una plantación destartalada en el modelo de la isla, unas semanas más en hacer que la tierra estuviera lista para la siembra y la cosecha. Casi no había un momento en el que no hubiera trabajado duramente, pero su estado de ánimo seguía siendo peligrosamente malo. Centenares de veces había pensado en regresar a Inglaterra. Y otras tantas se había convencido a sí mismo de no hacerlo. La situación allá no podía cambiar. Miriam y sus amenazas seguían pendiendo sobre él y Hoseok.

Pero, durante todo este tiempo, yoongi había aceptado lo que era obvio. Hoseok probablemente ya lo sabía. Miriam no era capaz de vivir seis meses con el muchacho sin intentar ponerlo contra él. Sí, seguramente Hoseok ya estaba enterado.

Esta posibilidad se le había presentado la semana anterior, cuando se había emborrachado con el capitán Bowdler y le había abierto su alma. Necesitaba ser objetivo y estar muy borracho, para darse cuenta de que estaba en la isla meditando sombríamente como un niño, porque no tenía al Omega que quería. Bueno, ya se había lamentado bastante. Era hora de volver a casa y ver qué sucedía. Si su omega lo rechazaba, sería el final de todo.

¿Y si no era así? El capitán Bowdler también le hizo la pregunta. Tal vez el pasara por alto la opinión pública y lo juzgara por sus propios méritos. Bueno, lo cierto era que lo había tratado de manera abominable, y que el contaba sólo con eso para juzgarlo. Y también era verdad que se había doblegado ante el escándalo, y querido casarse con él. El hubiera querido creer que Hoseok se había casado con él por otros motivos, fuera del de temer «al qué dirán». Pero esto era poco probable.

¿Entonces, dónde estaba él situado? En ninguna parte. Hasta volver a Inglaterra, no podía saber la extensión del daño causado.

Un muchacho descalzo, de piel color chocolate salió corriendo de la casa para recibir el caballo de yoongi. Esta era la única cosa a la que yoongi no se había acostumbrado aquí: a tener esclavos. Era lo único que detestaba en las islas.

—Tenéis visitas, señor, en el estudio— le dijo el ama de llaves. Él le dio las gracias y atravesó un poco enojado el amplio y abierto vestíbulo. ¿Quién venía a verle? Todavía tenía que hacer el equipaje y debía volver a ver al administrador de su propiedad. No tenía tiempo que perder en charlas vacías.

Entró en el estudio oscurecido, donde las persianas bajas aislaban del calor del mediodía. Examinó las sillas ocupadas alrededor del escritorio. Sin creer lo que veía, cerró los ojos. Aquello era insoportable.

—Decidme que vuestra presencia es imaginaria, Hawke.

—Me habéis imaginado.

Yoongi atravesó la habitación y se sentó detrás de su escritorio.

—Entonces no os importará que no os tome en cuenta.

—¿Entiendes lo que he querido decir, Jeremy? Dije que escupiría en el ojo del diablo.

OnceWhere stories live. Discover now