Capitulo 9

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Eran las diez y media de la noche y Yoongi esperaba en su carruaje ante la casa de Edward Malory, en Grosvenor Square. Se había demorado media hora para la cita, pero no hacía movimiento alguno para dejar el coche.
Tenía que adivinar qué era todo aquello. Había entendido muy bien por la mañana la convocatoria de Anthony Malory, pero, como la cita no había tenido finalmente lugar, ya no sabía qué pensar. No imaginaba a Edward, el correcto tío de Derek, exigiendo un duelo. Pero, ¿qué podía ser entonces? ¡Demonios!
Hobi observaba el oscuro coche desde una ventana alta, y su nerviosismo se había convertido en terror. A él no iba a gustarle lo que el había puesto en marcha. No, seguramente no. Pero debía sospechar para qué había sido convocado allí. ¿Por qué vacilaba en entrar, si no era por eso?
Oh, el tío Edward había tenido bastante que decir acerca de lord Min, y con un énfasis, que hizo saber a hobi exactamente lo que le esperaba. Había conocido a la familia Min desde hacia años, y lo cierto es que había sido muy amigo del padre de yoongi. De manera que hobi estaba ahora enterado de todo, incluidas las historias de otros omegas a los que había involucrado en grandes escándalos, por haber tenido la debilidad de sucumbir ante sus encantos. Yoongi era un hombre irresponsable, sin conciencia, podía mostrarse frío, arrogante, de mal carácter. El encanto que desplegaba ante los omegas no era por cierto todo lo que había en él. Sí, hobi lo escuchó todo, pero pese al disgusto del tío Tony, no cambió de idea.
Hobi estaba usando la habitación de Amy para espiar por la ventana, agradeciendo al cielo estar solo arriba. La tía Charlotte había reunido a todo su rebaño de hijos que protestaban con vehemencia, y se había ido a pasar la noche a casa de una amiga en las afueras de Londres. A hobi se le permitió quedarse, con el fin de que no tuviera que esperar hasta el día siguiente para saber cuál iba a ser su destino. Aunque tenía que permanecer arriba y no intervenir, pasara lo que pasara. El tío Tony se había mostrado irreducible en esto. Aunque el oyera que el infierno había estallado dentro de la casa, no debía aventurarse a bajar.
Yoongi entregó su sombrero y sus guantes y lo hicieron pasar a la sala. La casa le sorprendió, porque era mucho mayor de lo que parecía desde fuera. Sabía que Edward Malory tenía varios hijos, y la casa era en verdad lo bastante amplia como para que en ella viviera una familia numerosa. Los dos pisos altos eran probablemente dormitorios, pensó, y la parte de abajo lo bastante grande como para incluir un salón de baile.
-Os esperan, milord- anunció el lacayo, cuando llegaron a la puerta de la sala. La cara del criado no tenía expresión alguna aunque su tono revelaba la desaprobación. Yoongi casi soltó la risa: sabía que se había demorado.
Pero todo el buen humor desapareció cuando el lacayo abrió la puerta y la cerró tras de yoongi. En un sofá color crema estaba sentada Eleanor Marston, es decir su tía solterona. Ellie; y, al lado de ella, estaba Min rebecca, su formidable abuela. En ese momento parecía dispuesta a llamar la ira de Dios sobre la cabeza de su nieto.
Bueno. Iban a ponerlo sobre el tapete, ¿verdad? Iba a recibir una reprimenda de su propia familia, junto con la de la familia de Hoseok. Pero lo sorprendente es que no hubieran convocado a su «madre», Miriam. ¡Cómo se hubiera divertido con todo esto!
-¿De manera que al fin reuniste valor para entrar, sinvergüenza?- empezó sin mayores preámbulos la vieja dama.
-¡Rebecca!- le reprendió Eleanor.
Yoongi sonrió. Sabía que su abuela no desconfiaba de su valor, lo mismo que él tampoco desconfiaba. Simplemente quería agitarle las plumas. Y tía Ellie, bendita fuera, siempre estaba dispuesta en salir en defensa de él. En verdad era la única que se atrevía a reprender a la vieja dama. Hacía veinte años que la tía Ellie vivía con la anciana señora como su acompañante, y él se maravillaba ante el vigor de ella, porque su abuela era una tirana cruel, que dominaba todo lo que la rodeaba, con voluntad de hierro.
En otro tiempo, Eleanor había vivido con Miriam y Min charles en Silverley, durante los primeros años del matrimonio de éstos, antes de que yoongi naciera. Pero el constante choque entre las dos hermanas había hecho que Ellie volviera junto a sus padres. Después había ido a visitar a la madre de Charles, Rebecca, en Cornwail. Y, a partir de aquella visita se había quedado allí, aunque había visitado con frecuencia Silverley, durante aquellos años.
-¿Cómo estáis, señora?- preguntó yoongi a su abuela.
-¡Como si te importara cómo estoy!- fue la respuesta. -¿Acaso no vengo a Londres todos los años para esta época?- preguntó la anciana.
-Es vuestra costumbre, sí.
-¿Y acaso me has visitado una sola vez desde mi llegada?
-Os visité en Cornwail hace sólo un mes- le recordó yoongi.
-Ese no es el caso- La dama se echó hacia atrás, y dijo: -Esta vez la has hecho buena, ¿eh?
-Así parece- contestó él secamente, y después se volvió a mirar a los dos hermanos Malory.
El de más edad se adelantó para saludarlo cordialmente. Alto, rubio y de ojos verdes, Edward Malory no se parecía nada a su hermano Anthony, y mucho a su hermano Jason. Era algo menos alto que yoongi, que medía un metro setenta, pero su cuerpo era más robusto. El menor de los Malory estaba como clavado en su sitio ante la chimenea. Unos ojos azul oscuro parecían ver el descuartizamiento de yoongi. Y los intensos ojos azules de Anthony y su pelo negro como el carbón dijeron a yoongi que Jung Hoseok era consanguínea de Anthony. Aún más: era notablemente parecido a él, incluso en los ojos levemente oblicuos. Dios, se preguntó, ¿sería posible que Hoseok fuera hijo de este hombre? Esto demostraría que él había sembrado su simiente siendo muy joven, pero no era imposible.
-Aún no hemos sido presentados, Min- dijo Edward Malory. -Pero he conocido muy bien a Charles, vuestro padre, y hace algunos años que conozco a Rebecca.
-Edward ha invertido mi dinero, y lo hace por cierto muy bien- explicó Rebecca. -No lo sabías, ¿verdad, sinvergüenza? Bueno, esto explicaba que hubieran logrado que su abuela acudiera tan rápidamente.
La proximidad de las familias empezaba a ponerlo nervioso.
Edward prosiguió:
-Creo que conocéis a mi hermano menor, Anthony...
-Nuestros caminos se han cruzado de vez en cuando en los clubes- replicó yoongi, sin adelantarse a saludar a Anthony.
Anthony no se dignó a prestarle atención, como no fuera para fulminarle con la mirada. Era tan alto como yoongi e igualmente ancho de hombros. Un demonio desde los dieciséis años, según Derek. Y Yoongi adivinó que había peores escándalos en el pasado de Tony que aquella tonta escapada con Hoseok. ¿Por qué diablos tenía Anthony Malory aquel aire tan reprobatorio?
-Ese quiere tu cabeza en un plato, sinvergüenza- se oyó la voz de la abuela en el creciente silencio. Ellie procuró que se callara, pero la vieja dama no pensaba hacerlo.
-Ya lo sé, señora- dijo yoongi enfrentando a Anthony. -¿Queréis que fijemos el momento del duelo, milord?
Anthony rió, tristemente.
-Dios, creo que deberíamos hacerlo. Pero, por más que quiera daros gusto en esto, he prometido dejar que ellos se ocupen primero del asunto.
Yoongi miró alrededor, hacia los otros. La simpatía emergía de los ojos pardos de Ellie, y Edward parecía resignado. El nerviosismo de yoongi aumentó súbitamente, y volvió a clavar los ojos en Anthony.
-Milord- dijo muy estirado. -quisiera arreglar con vos el asunto.
-Mi sobrino quiere que sea de otro modo.
-¿El... quiere...?
-Su corazón es demasiado bondadoso- suspiró Anthony. -No quiere que seáis herido... y esto es lamentable- movió la cabeza.
-De todos modos, creo que...
-No, por Dios- atronó Rebecca. -Yo no he estado presente para impedir los duelos en los que has participado, pero impediré éste. ¡Preferiría verte antes en la cárcel, muchacho! ¡Ya lo verás!
Yolngi procuró sonreír.
-Ese caballero quiere una satisfacción, señora. Y no creo poder darle otra.
-Lord Anthony, aceptará otra cosa que un duelo, porque ama a su sobrina. Debemos dar las gracias a Dios por ello.
-¿Nosotros? Yo no puedo estar agradecido, señora.
-También podemos prescindir de tu satírico ingenio- dijo ella. -Es verdad que eres un muñeco arrogante, pretencioso, irresponsable, pero eres el último de los Min Debes tener un heredero antes de perder la vida en el campo del honor, como dicen.
Yoongi se estremeció.
-Lo habéis dicho muy bien. Pero, ¿por qué pensáis que no tengo ya un heredero que daros?
-Te conozco demasiado bien. Aunque a veces parece que quisieras poblar el mundo, no tienes bastardos. Y sabes, además, que yo nunca aceptaría uno.
-¿Es necesario esto, Rebecca?- preguntó Eleanor apresurada.
-Sí, lo es- replicó la vieja, mirando significativamente a los dos hermanos Malory.
-Yoon...- Eleanor lo incitaba a hablar y yoongi suspiró.
-Está bien. Reconozco que no tengo bastardos, ni varones ni mujeres. Tenéis mucha razón señora. Es algo de lo que me cuido.
-La única cosa que cuidáis.
El se inclinó levemente, pero no replicó. Sus maneras eran indiferentes, incluso algo cansadas, pero se retorcía por dentro. Le gustaban los duelos verbales con su abuela, cuando estaban solos, pero no en público. El lo sabía y lo provocaba porque le gustaba mostrarse dura.
-Oh, siéntate, yoongi- dijo Rebecca agresiva. -Estoy harta de tener que levantar el cuello para mirarte.
-¿Entonces esto tardará mucho tiempo?- Sonrió de manera irritante, antes de ocupar un asiento ante ella.
-Por favor, no te muestres difícil, yoongi- suplicó Eleanor otra vez.
Él quedó atónito. ¿Esto de parte de Ellie? Ella siempre había sido la persona con la que podía hablar, la que entendía la amargura de él bajo su apariencia superficial. Cuando él estaba creciendo, siempre había contado con el hombro de ella para sollozar encima. Muchas veces había recorrido la larga ruta entre Hampshire y Cornwail, en medio de la noche, nada más que para verla. Y luego, cuando él se hizo hombre, ella siguió estando más cerca de él que nadie. Ni siquiera lo reprendía por la forma en que vivía. Era como si pudiera saber por qué él hacía las cosas que hacía.
Naturalmente no lo sabía. Sólo Miriam sabía porqué él era inquieto, temerario, por qué caminaba sobre una cuerda floja, por qué nunca descansaba.
Yoongi miró con ternura a su tía. A los cuarenta y cinco años todavía era atractiva, con pelo rubio claro y unos expresivos ojos pardos. La hermana mayor, Miriam, había sido una vez la más bonita de las dos, pero la amargura había contribuido a devastar la belleza de Miriam. A él le gustaba pensar que la bondad de Ellie había contribuido a que se mantuviera tan bien.
Esta era la mujer que secretamente él había creído que era su madre durante toda su infancia. La expresión de ella le decía muchas cosas, y era tan fácil de leer ahora, como siempre lo había sido. Ella lamentaba la situación en la que él se encontraba. Rogaba para que él no provocara dificultades. También estaba de acuerdo con lo que se había decidido de espaldas a él. Pero, ¿era posible que se uniera a su abuela para atacarlo? Era algo que nunca había hecho antes. ¿De verdad creía que había seducido a Jung Hoseok? Naturalmente que lo habría hecho si el muchacho hubiera querido, pero lo cierto es que no lo había seducido. Su conciencia era
capaz de controlar sus intenciones.
-¿Te lo han contado todo, tía Ellie?- le preguntó.
-Eso creo.
-¿Te han dicho que todo fue un error?
-Sí.
-¿Y que devolví el Omega intacto?
-Sí
-¿Qué haces aquí entonces?
Rebecca frunció el ceño.
-Déjala en paz, sinvergüenza. No es culpa de ella que tú te hayas metido en esto.
-Sabemos muy bien de quién es la culpa- resonó detrás de ella la voz desdeñosa de Anthony.
Yoongi ya no aguantaba más.
-¿De qué se trata, pues?- preguntó, girando en su silla para enfrentar a Anthony.
-Tú sabes lo que hay que hacer, yoon- dijo Eleanor en un suave reproche. -Es una desdicha que haya pasado esto. Ninguno de los presentes cree que quisiste hacerle daño a el omega pero no cabe duda de que la reputación de el ha sido irreparablemente dañada. Y el no puede sufrir la humillación de las malignas murmuraciones, porque una de tus calaveradas haya salido mal. ¿Te das cuenta, verdad?- aspiró largamente, para tranquilizarse. -Lo menos que puedes hacer es aceptar la responsabilidad de tus acciones. Tienes que casarte con el.
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