21. Happy Day In Hell.

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Canción: Happy Day In Hell (original de Hazbin Hotel).

— Encantada —dije ofreciendo mi mejor sonrisa mientras mi mano abandonaba la suya después de estrechársela.

Lo miré analítica. Iba a tener que fijarme en cada movimiento suyo, estaba claro que recordaba como yo estaba al lado de Vox cuando él encontró el reloj inteligente.

Además, me causaba curiosidad ese hombre. Era un tanto misterioso y sin duda rozaba lo tétrico. Sin olvidar que mi novio quería tirárselo, por lo tanto, algo interesante tenía que tener.

— ________ —me llamó Charlie— ¿Cuál crees la mejor manera para empezar a redimirte?

— Ehm... —murmuré, aún sintiéndome sumamente obdervada por Alastor, que seguía a mi lado. Nunca me había planteado esa pregunta— La verdad es que si supiera cómo hacerlo no estaría aquí.

— Ese es un buen punto —dijo Ángel, tumbado en el sofá con el móvil en la mano— De hecho, no es por decepcionar, pero tampoco es que sirva de mucho estar aquí.

Vaggie lo miró con mala cara mientras Charlie lo ignoraba mirándolo.

— Podemos enseñarte todo el Hotel. Por ahora tú eres la tercera huésped oficial —sonrió la hija de Lucifer.

Yo intenté devolverle la sonrisa. Me enseñó todo el lugar, junto a Vaggie. Para mi intriga, Alastor nos esperaba en la última sala, un pequeño salón que parecía para que los invitados se sentasen a conversar.

— ¿Crees que nos hemos dejado algo para enseñarle? —preguntó Charlie, risueña, mirando al demonio de la radio.

Él negó con la cabeza. Su sonrisa nunca abandonando su rostro.

— Yo creo que lo has hecho perfecto. Aunque me gustaría hablar con _______ un momento —dijo.

Sentí un escalofrío. Charlie se encogió de hombros y al ver que tanto ella como Vaggie no marchaban Alastor habló de nuevo.

— A solas.

Me quedé quieta, las dos mujeres marcharon y yo me quedé de pie mientras Alastor se acercaba a una taza de té que tenía en una mesa y la cogía para darle un sorbo, se sentó en el sofá, mirándome. Debió captar mi disimulado terror porque su sonrisa se ensanchó.

— ¿Qué quieres? —logré preguntar.

Dio otro sorbo al té.

— Eso debería preguntar yo —dijo, mirándome— ¿Estás segura que quieres redimirte, _______? —alzó una ceja.

Me encogí de hombros. Tenía que seguir actuando.

— Mi "vida" ya es una mierda. No creo que redimirme pueda hacer que vaya a peor —dije.

Él me miró, analítico, se levantó y me puso de los nervios mientras paseaba tranquilamente por la habitación.

— Pero todavía trabajas para Vox...

— Tiene mi alma —dije. Sonaba casi como una queja— Ángel se encuentra en las mismas que yo, es lo mismo.

Alastor suspiró.

— Yo seguiré trabajando, como hace Ángel. Porque no podemos desobedecer.

Alastor me miró, serio, misterioso. Me tenía al borde de volverme loca. No soportaba esos silencios.

Me señaló con su palo en el pecho, el borde de la pequeña radio tocando mi camisa.

— Si me entero —dijo— Que no pretendes lo que dices pretender —me miró, sus ojos hipnóticos, casi me recordó un poco a Vox cuando se enfadaba— Voy a enviarle tu cadáver a mi viejo amigo ¿entendido?

The Masochism Tango || Vox x LectoraWhere stories live. Discover now