Interludios: El Flash de Helio

Börja om från början
                                    

ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▮▯▯▯

|◁ II ▷|

La Elfa Descarada estiró los brazos y despidió un profundo bostezo. Se acomodó sobre la cama poniéndose bocabajo. Frigia frunció el ceño.

—Cinco minutos más, amiga... —murmuró, la voz ronca y acentuada— Que ni tan tarde es...

—¡Son las siete y media! —exclamó Frigia.

—¿Ves? Ni tan tarde es...

Frigia chasqueó los dientes y ensombreció el rostro de la cólera. Agarró las sábanas que estaban debajo de Relanya y, de un tirón hacia delante, las despegó de la cama, provocando que la propia Relanya cayera al piso de un gritito espantado.

Forzándola a peinarse y a vestirse como una madre que prepara a su hija para su primer día de escuela, Frigia la sacó de la cama, fue hasta el ropero, extrajo las ropas y vistió a su profesora con sus atavíos más característicos: casaca abotonada, pelerina blanca con el blasón de la academia, falda blanca, pantalones de cuero negro y botas. Afuera, el clima gélido traía vientos aulladores de igual zozobra estremecedora que humedecían las ventanas, por lo que también le puso una bufanda azul alrededor del cuello. En todo momento, Relanya no abrió los ojos en un intento por quedarse de nuevo dormida.

—Abra los ojos, profesora Relanya —dijo Frigia, palpándole las mejillas—. Ya es bastante insolente que la haya cambiado sin bañarse primero.

—Ni que oliera tan mal como un Oso Rúnico, amiga... —masculló Relanya, la voz cansada y sonámbula.

—¡Y ya déjese de ese lenguaje! Que ahora le toca dirigir la primera excursión y ya lleva diez minutos de tardanza. ¡Lo último que quiero es que ande por ahí parloteando!

—Te mandaron a que me buscaras, apuesto, ¿no? —fue aquí que Relanya abrió un ojo y sonrió con descaro. Frigia hizo un puchero.

—¡Vamos! —Frigia jaló de la elfa albina de su mano y ambas salieron de la habitación.

—¡Quien es la maestra y quien es la estudiante ahora, ea! —exclamó Relanya, ladeando la cabeza de adelante hacia atrás y dejándose llevar por los gentiles tirones de su pupila fuera de la habitación.

Las dos recorrieron los estrechos y opulentos pasillos, bajaron por las escaleras diagonales iluminados por la luz filtrada de las ventanas, descendieron por la ancha escalinata de la que subían y bajaban cortesanos y sirvientes del palacio que se las quedaron viendo con miradas extrañadas, y finalmente culminaron su recorrido hasta la enorme entrada de Gainsborough. Las puertas abiertas de par en par alojaban hileras de estudiantes de primer año y a sus correspondientes profesores. Al verlas descender por la escalinata, hubo reacciones mixtas: los profesores enarcaron las cejas y pusieron los ojos en blanco, mientras que los jóvenes estudiantes de primer año (en su mayoría adolescentes de diecisiete y dieciocho años) cuchichearon risas e intercambiaron miradas y susurros bobalicones. Entre los chistecitos se oyó más de una "Elfa Descarada":

Frigia se separó de Relanya y se unió a su hilera, ignorando los comentarios irrisorios de sus compañeros sin dirigirles una mirada de su semblante indiferente. Relanya se dirigió hasta la fila de profesores. Uno de ellos, de cabello verde ondulado, sotana con bordados dorados y una banda sacerdotal sobre sus hombros, ladeó la cabeza.

—No llevamos un día aquí y ya nos avergüenzas con tu falta de pedagogía —murmuró, acomodándose los lentes.

—Supongo —dijo Relanya. Dio un paso adelante y después tres palmadas. De repente, todos los estudiantes cambiaron sus expresiones de risas a unas perturbadas. De repente se pusieron todos firmes y callaron sus risitas. Frigia sintió un corrientazo correrle por el cuerpo en un instante, y los cosquilleos remanentes sacudían varias partes de su cuerpo.

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaDär berättelser lever. Upptäck nu