𝕽𝖆𝖌𝖓𝖆𝖗𝖔𝖐-𝖙𝖚𝖗𝖓𝖊𝖗𝖎𝖓𝖌: 𝖙𝖎𝖉𝖊𝖓𝖊𝖘 𝖘𝖙ø𝖗𝖘𝖙𝖊 𝖗𝖆𝖓

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EL MÁS GRANDE ROBO DE TODOS LOS TIEMPOS.

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ᴠᴏʟᴜᴍᴇ : ▮▮▮▮▮▮▯▯▯

|◁ II ▷|

Capital del Reino de Aztlán

Las gigantescas e imponentes murallas de la ciudad retemblaron y se resquebrajaron. Los cimientos de los edificios fluctuaban y se rompían, provocando caídas masivas de torreones, rascacielos y templos piramidales. Los espantosos alaridos de los habitantes de Aztlán, todos ellos deidades menores, vibraban por los cielos y la tierra, altos y fuertes como en los días de la Guerra Civil.

Y Malinaxochitl, ensangrentada de pies a cabeza por heridas mortales, pensaba que hoy era el día en que moriría.

A duras penas tenía control sobre la Lanza Matlacihua. No fue capaz de replicar la habilidad de teletransportación como lo hizo en el palacio de Mictlán, ni tampoco podía invocar otras habilidades de esta. Antes de si quiera poder estudiar el funcionamiento de esta arma, Malina era interrumpida por Nahualopitli, quien la vapuleaba físicamente con guantazos, puñetazos, rodillazos y patadas. Pero a pesar de todos los ataques que recibía, Malina se negaba a soltar la lanza, su única esperanza de poder derrotar al nuevo Rey de Mictlán.

<<Nahualopitli... dijo que hablé con los muertos...>> Pensó Malina mientras se reincorporaba del suelo infestado de escombros y de polvo. Miró de soslayo la lanza oxidada. La visión de la imagen de Mictecacihuatl se impregnó en la lanza, la mirada seria, pero a la vez determinada y solemne. <<¿Es por eso... que aparecí en el Reino de Mictlán? ¿Por qué tú me llamaste...? ¿Y por mi... afinidad a la magia de Mictlán...?>>

Una sombra humanoide se cernió sobre ella. El corazón de Malina se congeló. Alzó levemente la mirada, topándose de frente con la ignominiosa sombra de Nahualopitli a un metro suyo.

—Hacerme aparecer en mitad de la ciudad de Aztlán... —masculló el demonio azteca— Revelarme ante todos los dioses de Aztlán... Y usar la maldita lanza de esa desgraciada reina que tanto me complicó la vida... —apretó ambos puños. Las sombras que ocultaban su cara se desvanecieron, revelando una irascible mueca de colmillos apretados y ojos rojos destellantes. La furia lo consumió antes de poder decir nada más, y fulminó a Malina con un feroz puñetazo en el rostro que la lanzó a lo largo y ancho de la carretera.

Record of Ragnarok: Blood of ValhallaWhere stories live. Discover now