· V e i n t i n u e v e ·

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Desayunamos sin mencionar nada sobre lo sucedido anoche. Quizás ese tipo de conversaciones no hace falta tenerlas. Hasta que finalmente es Adrien quien habla.

—Oye, Gia. Necesito hablar contigo.

He de admitir que no me gusta cómo ha sonado. Esas frases no suelen traer buenas noticias. Se me eriza el vello de la piel pero me las apaño para poner mi mejor cara de póker.

—Creo que deberíamos contarle a Gabriel que vivimos juntos —continúa—. No está bien que sigamos ocultándoselo y francamente, me siento fatal.

La primera sensación es de alivio. No esperaba que sacase este tema, pero en realidad yo misma lo he estado barajando últimamente. En especial cuando he visto cómo Adrien parece incómodo cada vez que mi hermano le dice que es un buen amigo o le abraza. Odia guardar el secreto. Para él es como si traicionara la confianza de su amigo.

Y, en realidad, para mí también es como si traicionara la confianza de mi hermano.

—Yo también lo creo —respondo por fin.

El problema es que no sabría ni por donde empezar. Sé que cuando se entere se va a enfadar, en especial por habérselo ocultado durante tanto tiempo. Primero tengo que pensar muy bien las palabras.

—¿Se lo decimos juntos? —Propone Adrien.

Me parece un buen plan, así que asiento mientras tomo el último pedazo de huevos revueltos que hay en mi plato. Al instante tengo otra duda. Si vamos a contarle a Gabriel que vivimos juntos, quizás también deba saber de nosotros.

—¿Y qué hay de...?

No termino la frase, porque sinceramente no sé cómo hacerlo. ¿Qué se supone que tenemos? ¿Es una relación? ¿Solo somos amigos? No hemos hablado al respecto.

Adrien me mira expectante y siento que comienza a faltarme el aire. Ni siquiera hemos tenido una conversación sobre lo que ha sucedido, ¡por supuesto que no le hemos puesto nombre! Me estoy adelantando a los acontecimientos. Presa del pánico, acabo por balbucear:

—Quiero decir, que si debería saber que nos hemos enrollado o no.

—¿Enrollado? —Repite con expresión confusa.

Mierda, Gia. ¡La estás liando! Todo iba muy bien y estás complicándolo.

—Sí, ya sabes... Decirle que además de vivir juntos nos hemos besado y esas cosas.

¿Y esas cosas? ¿COSAS?

¿Pero tú te escuchas, mujer?

Quiero que la tierra me trague en este mismo momento, en especial porque soy incapaz de leer lo que está pasando por la cabeza de Adrien. Probablemente nada bueno, ya que me observa totalmente desconcertado.

Trato de arreglarlo como mejor puedo y digo de forma apresurada:

—No pasa nada, es una tontería. No tenemos que decirle nada.

—¿Una tontería? —Vuelve a repetir mis mismas palabras.

Esto está yendo muy pero que muy mal. En especial cuando el brillo en sus ojos desaparece. Carraspea y se revuelve en la silla.

—No quiero decir que lo que hicimos fuese una tontería. ¡Para nada! Solo que quizás, ¿es pronto para decirle eso a Gabriel? O no lo es. No sé. Por favor, haz que deje de hablar de una vez.

Mi última frase es un ruego, y suspiro. Estoy mentalmente agotada y el día apenas acaba de comenzar. Sin embargo, tras unos segundos horriblemente largos, las comisuras de los labios de Adrien se elevan. Es una sonrisa muy leve, pero me da un poco de esperanza.

Un Inesperado NosotrosWhere stories live. Discover now