· C i n c o ·

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🎶 My tears recochet 🎶

"I can go anywhere I want, just not home"

(Puedo ir a donde quiera, pero no a casa)


El día no comienza de la mejor manera. Adrien continua durmiendo en el sofá, está decidido a no volver a pisar su apartamento y conseguir otro. Y aunque he tratado de ser agradable con él, de verdad que lo he hecho...

Es insoportable.

—¿No te gusta el café, polilla? —Dice cuando me ve tomar leche chocolateada por la mañana.

—Te has dejado la luz encendida, polilla.

—Has estado horas dentro del baño, polilla.

—Usas demasiado perfume, polilla.

Polilla, polilla, polilla... ¡qué desagradable!

Pero no es Adrien quien ha arruinado hoy mi mañana. Cuando salgo de casa él ni siquiera ha regresado tras un turno de noche.

Tengo la entrevista en el restaurante de hamburguesas en patines y estoy realmente nerviosa. Gabriel no lo entiende y me enfadé con él durante el desayuno por burlarse de mi estado, así que me fui de casa sin comer nada. Para él este es un trabajo pequeño, insignificante. No logra comprender el paso tan grande que estoy dando.

Por fin tomo una decisión por mi cuenta. Me arriesgo. Estoy sentenciando del todo a mi pasado.

Decido arreglarlo parando a por una crepe en una cafetería francesa que hay cerca del apartamento, pero se me cae encima y me mancho la blusa blanca de chocolate. ¿Por qué no me decidí por el croissant?

Aparezco en el Roller Burger con el estómago vacío, chocolate en la ropa y bastante mal humor. Pero después de eso viene lo más trágico: la peor entrevista de trabajo de mi vida.

—¿Has trabajado alguna vez en un puesto similar?

Observo a Elisabeth, la chica que me entrevista, buscando las palabras apropiadas. Ella es la que me comentó que podía pedir el puesto. No quiero ni describir su expresión cuando escucha mi respuesta.

—Pues...

—¿Y de cara al público?

Es imposible mentir. Quiero el trabajo, pero no empezarlo de esta forma.

—No, nunca.

—Oh, bueno. Siempre hay una primera vez para todo. ¿Y sabes patinar?

Ay, Dios mío.

No.

¡Piensa una mejor respuesta, Gia! ¡Tú puedes!

—Me mantengo estable. Si no me muevo, no me caigo y... Parece divertido, ¿no?

Tierra, trágame.

Elisabeth debe de pensar lo mismo porque una sonrisa tensa tira de sus labios.

No me darán el trabajo. Un sueño perdido. Al final acabaré en esa discoteca donde se reúnen bandas peligrosas.

Cuando termino me pido una ración de patatas y me la preparan aunque la cocina todavía no está abierta. Les he dado pena.

Dicen que me llamarán, pero no les creo.

Regreso caminando cabizbaja por las calles, luciendo la horrible mancha de chocolate en mi blusa blanca y sintiéndome terriblemente mal. ¿Y si me he equivocado con todo este cambio? Con dieciocho años decidí estudiar derecho pensando que tomaba las riendas de mi vida. Tal vez debería continuar con esa idea.

Un Inesperado NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora